Los bosques primarios representan actualmente sólo el 0,7% de los bosques de la Unión Europea, de los cuales el 46% están estrictamente protegidos. Para revertir la pérdida de vida silvestre y hábitats, un nuevo plan de la Comisión Europea incluye plantar 3.000 millones de árboles adicionales, expandir drásticamente la agricultura orgánica y aplicar multas por objetivos no conseguidos. Todo con un objetivo: restaurar la naturaleza.
La pregunta es: ¿Funcionará? Europa ha fracasado en el pasado en planes de biodiversidad, como no alcanzar el objetivo de restaurar al menos el 15% de los ecosistemas degradados para este año. Además, algunos expertos no creen que plantar árboles en masa sea la mejor idea.
El plan. La Comisión Europea ha presentado su ambiciosa estrategia como parte del Pacto Verde Europeo. Concretamente exige que el 30% de la tierra y los mares de Europa se conviertan en un área protegida para 2030, frente al 26% de la tierra y el 11% de los mares en la actualidad. La cantidad de tierra agrícola cultivada orgánicamente debe crecer del 8% en la actualidad a una cuarta parte dentro de una década. Y el uso de plaguicidas debería reducirse a la mitad para 2030.
Uno de los planes para conseguirlo es plantar 3.000 millones de árboles nuevos en los 27 estados miembros. Algunos de ellos se plantarán en las ciudades de la UE, así como en campos agrícolas, según han comentado algunos miembros de la CE.
¿Inversión suficiente? El objetivo es recaudar 20.000 millones de euros cada año para financiar el plan. El dinero provendrá de fondos públicos y privados con una gran cantidad del presupuesto climático de la UE utilizado para invertir en biodiversidad. La CE defiende que proteger y restaurar ecosistemas tras la pandemia de coronavirus es "clave para impulsar nuestra resiliencia y prevenir la aparición y propagación de enfermedades futuras".
Algunos activistas ambientales se muestran escépticos acerca de las medidas, alegando que no son suficientes. "Es bueno ver la ambición de ampliar las áreas protegidas, aumentar la cobertura de árboles y reducir el uso de pesticidas", explica Paul de Zylva, activista de la naturaleza en Amigos de la Tierra. "Pero hay una gran sensación de déjà vu al leer esta última estrategia porque muchas de las mismas ambiciones se han establecido y no se han cumplido en planes anteriores".
Y los expertos no lo tienen claro. Investigadores de diferentes países como Polonia, Suecia y Alemania se oponen a la medida. Según un artículo publicado en la revista científica Science, este es un remedio que no siempre funciona. Si bien puede llamar la atención mediática sobre el problema, sus beneficios ambientales suelen ser muy bajos.
Alegan que en lugar de plantar nuevos bosques, sería mejor reducir significativamente el manejo forestal intensivo y permitir que los bosques se planten en áreas anteriormente ocupadas por el hombre. Del mismo modo, estos bosques deberían dejarse en paz, gracias a lo cual gradualmente se convertirían en zonas silvestres y se adaptarían al cambio climático.
¿Tiene sentido? Algunos estudios muestran que plantar millones de árboles en masa no tiene sentido. Hace unas semanas, en un artículo publicado en la revista Nature Sustainability, otro grupo de investigadores analizó el impacto de la forestación de Chile desde hace 25 años sobre la biodiversidad. Los resultados del análisis indican que si bien el área de plantaciones de árboles aumentó significativamente, el área de bosques naturales y primarios disminuyó.
Paradójicamente, estos estudios muestran que plantar árboles ha reducido la biodiversidad y no ha aumentado significativamente la capacidad de almacenar CO2 en la biomasa. A diferencia de las plantaciones, son los bosques naturales, ecosistemas autorregulados, más fuertes por naturaleza, los que se adaptan mejor a las condiciones cambiantes, capturan más CO2 y garantizan una alta biodiversidad.
Polémica con el lobby de la madera. El plan de la UE ha desatado también otra tormenta de fuego. El lobby de la industria de la madera ya está intentando hacer retroceder el plan, recelosos de lo que podrían significar las restricciones más fuertes para la industria de 640.000 millones de euros que emplea a alrededor de 3.6 millones de personas.
La tensión ya había aumentado después de que los científicos del Centro Común de Investigación de la Comisión advirtieran de que la creciente demanda de productos de madera para material de construcción y energía corre el riesgo de desviar los objetivos climáticos de Europa al dañar un importante sumidero de carbono.
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