Viajar a lo largo y ancho del planeta ya no es un privilegio exclusivo de las clases acomodadas. El turismo internacional mueve hoy a más de 1.200 millones de personas anualmente, cifras que lo convierten en un maná económico para muchas regiones sin demasiadas alternativas de crecimiento. Pero al mismo tiempo, sus magnas dimensiones lo han convertido en un castigo. Muy en especial para algunas ciudades saturadas de visitantes o monumentos históricos.
Adriano. El último ejemplo es el Muro de Adriano, la fortificación romana que ejercía de limes entre Britannia y los bárbaros del norte. Su estado de conservación ha sido objeto de creciente preocupación durante los últimos años. Ahora, algunos medios siempre prestos al escándalo público (como el Daily Mail) afirman que partes de la estructura se han venido abajo por culpa de los turistas. ¿El motivo? Se suben al muro para hacer selfies. Y las piedras se vencen.
¿Es así? Hay motivos para sospechar de su veracidad. Por un lado, la prensa sensacionalista británica no es el colmo de la credibilidad. Todas las noticias utilizan el mismo gancho: la atracción generada por Juego de Tronos (George R. R. Martin se basó en el Muro de Adriano para el suyo) nos acerca al cataclismo patrimonial. Por otro, National Trust, la institución dedicada a la protección de monumentos, no ha encontrado evidencia de que los últimos derrumbes se deban a los turistas.
Pero. Lo que no significa que su efecto no sea neutro. Son numerosas las fotografías de turistas subidos al muro, y es habitual que muchos de ellos decidan caminar sobre su superficie. En el pasado, National Trust sí ha tenido que advertir a los turistas sobre el delicado estado de la estructura y las consecuencias de sus paseos (están prohibidos). Incluso una extraña fiebre entre los detectores de metales ha erosionado partes del muro durante los últimos años.
Problema global. La conexión "Juego de Tronos" y "selfie", aunque discutible, es atractiva porque ataca a nuestra frivolidad como turistas. No valoramos los monumentos que visitamos; tan sólo presumimos de ello. Lo cierto es que encaja en una tendencia global. Hace unos días, Países Bajos anunciaba el fin de las promociones de sus campos de tulipanes y de su patrimonio UNESCO. ¿El motivo? Las hordas de turistas los estaban deteriorando de forma irremediable.
En Islandia ha sucedido algo parecido con varios santuarios naturales. Una instagrammeable calle de París se ha cerrado a los visitantes. Y Venecia directamente ha desistido de toda lucha y ha asumido su condición de parque temático.
Significativo. ¿Están las selfies provocando el derrumbamiento de un muro de casi 2.000 años? Es improbable. Las principales causas de erosión en el Muro de Adriano son el crecimiento de la vegetación y las precipitaciones. Lo que no significa que el turismo no esté jugando un rol crucial en su deterioro. Selfies al margen, es una de sus tres causas de empeoramiento. Una que sirve como ejemplo de un problema mundial. El turismo, a veces, es una cruz.
Imagen: Reading Tom/Flickr