El último enfrentamiento entre India y China ha sido con porras y puños americanos. Están obligados legalmente

El viernes 9 de diciembre, mientras el resto del mundo estaba a sus cosas, dos potencias nucleares se enfrentaron en el Himalaya. Más de 200 soldados chinos cruzaron la frontera con la India en el distrito de Tawang (Arunachal Pradesh) armados con porras llenas de púas, puños de mono y pistolas táser.

Allí les esperaban unos 50 soldados indios que lograron contenerlos (primero con piedras y luego a puñetazos y patadas) hasta que llegaron refuerzos y las tropas chinas se retiraron más allá de la frontera. Parece el argumento de un sketch de humor absurdo, pero no. Tiene su explicación.

Un conflicto muy serio que parece un vodevil. Como escribía Shashank Joshi, editor de defensa de The Economist, "este sería el enfrentamiento chino-indio más grande desde Galwan en 2020". Esto no es anecdótico. China y La India llevan medio siglo luchando por el mismo trozo de tierra y en los últimos años toda la frontera se ha vuelto un polvorín.

Pero hay algo que está conteniendo la escalada. Sorprendentemente, además. Porque la pregunta clave de toda esta historia es por qué los soldados chinos llevaban palos y puños de mono y por qué los soldados indios los recibieron a pedradas. Para entenderlo tenemos que irnos a 1996.

¿1996? Ese año, China y La India firmaron un tratado para no usar armas en las fronteras del Himalaya debido al riesgo de congelación de armas. “Ninguna de las partes abrirá fuego [...] o cazará con armas y explosivos a menos de dos kilómetros del LAC”. Es decir, de la Línea de Control Real: la frontera efectiva entre China, India y Pakistán.

La idea que había detrás del tratado es que las condiciones climáticas de aquella zona del mundo llevaban al límite al armamento convencional y eso exponía a ambas partes a accidentes que pudieran provocar una guerra entre los, recordemos, dos países más poblados de la Tierra. Accidentes u otras cosas, claro.

Lo que nos separa de la gran guerra asiática. Porque a medida que se han ido caldeando los ánimos, las noticias de rifirrafes en la frontera son habituales. Se estima que el Ejército Chino ronda los dos millones de personas y el de La India está en torno al millón y medio: a todas luces, es muy difícil controlar fenómenos como el que nos ocupa. ¿Qué es una escaramuza así en el contexto general de seguridad de la región? Poca cosa.

Y, en ese sentido, el tratado de prohibición de armas es una excelente noticia porque, en fin, está funcionando. En primer lugar, porque hace muy poco vimos como un misil perdido impactaba en Polonia y ponía a la OTAN en una situación muy delicada. Y, en segundo lugar, porque nos regala una de las imágenes más lisérgicas de este diciembre: un montón de soldados golpeándose con cachibaches en una de las zonas más calientes del planeta.

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