El Black Friday o Viernes Negro es, probablemente, la primera "fiesta consumista" que ha llegado a nuestro país sin tener ningún nexo con la festividad original. El Día de los Enamorados, la temporada navideña, etcétera, pueden tener orígenes más o menos diluidos, pero sabemos de dónde vienen.
Pero, ¿el Viernes Negro? No sólo está ligado a una fiesta netamente estadounidense (Acción de Gracias), sino que la leyenda dicta que viene por el cambio en las cuentas de los comercios (de números rojos a números negros). Pero el origen real del nombre apunta más bien a un código de la policía de Filadelfia y a un partido de fútbol americano entre soldados y marineros.
De Acción de Gracias al Viernes Negro
El último jueves de noviembre, las familias de EE.UU. se reúnen en una cena prenavideña para celebrar Thanksgiving, el día de Acción de Gracias. Una festividad que se remonta a un banquete de 1621 en Plymouth, entre peregrinos y nativos, celebrando la primera cosecha de los primeros. Hasta aquí el origen de una festividad habitual en casi todas las sociedades agrícolas -en España el equivalente sería cualquier festival de la vendimia, por ejemplo-.
Pero que en Estados Unidos terminó imponiéndose como una de las fechas más señaladas para reunir a toda la familia en una cena. Para hacernos una idea, se espera que unos 42 millones de ciudadanos se desplacen por carretera para reunirse con sus seres queridos, y unos 25 millones de pasajeros por vía aérea entre el 21 de noviembre y el 2 de diciembre (contando vuelos de enlace, ida y vuelta).
Un tránsito que no culmina en la tradicional cena con el pavo, sino al día siguiente: cuando las familias acuden en masa a comprar los regalos de Navidad aprovechando que están juntas. Ése es el Black Friday. Aunque durante décadas, sólo se llamó así en una ciudad.
Black Friday: el atasco del siglo, el partido del siglo
Varias fuentes, desde una nota de relaciones públicas de 1961 hasta un veterano periodista sitúan el origen en el Departamento de Tráfico de la Policía de Filadelfia: los dos días siguientes a Acción de Gracias sumían Filadelfia en atascos de aúpa, no sólo por las compras. Los colegios cerraban y se celebraba un partido de fútbol americano entre el Ejército y la Armada que atraía todavía más visitantes de los suburbios, que aprovechaban para hacer compras navideñas. La congestión era de tal calibre que ningún policía podía tomarse el día libre. El partido llevaba celebrándose desde los años 30, y su popularidad se disparó con la presencia del presidente Kennedy en 1961.
Black Friday y Black Saturday se convirtieron, en el argot policial, en el nombre de los dos días más temibles para cualquier agente. Los periodistas Nathan Kleger y Joseph Barrett llevaron la expresión a la portada del vespertino Philadelphia Bulletin en 1960, haciendo énfasis en los atascos. El titular "Black Friday" cabreó a los comerciantes del centro de la ciudad, que exigieron al comisario una solución que no espantase a los clientes.
Al año siguiente, la policía emitió una nota de prensa calificando a la fecha como "Big Friday" (Gran Viernes), un esfuerzo de relaciones públicas que el Bulletin ignoró: siguió titulando Black Friday hasta que las televisiones empezaron a adueñarse del término. Big Friday había fracasado, y el resto de la nación se apropió del término policial. Tras la aparición del Black Friday en una crónica del New York Times en 1975, el resto de grandes ciudades empezaron a usar el nombre para la campaña.
¿Y lo de los números rojos?
Un invento posterior. Sobre todo en Filadelfia, lo de Black Friday seguía escociendo. Se veía como un término negativo, con un origen chungo y una denominación con un historial aún peor: tumultos, protestas, ejecuciones, inundaciones... Así que la neurocientífica Bonnie Taylor-Blake se puso a investigar esa historia de "se llama Viernes Negro porque dejamos de estar en números rojos" y descubrió que hasta un artículo de 1981 en el que se entrevistaba a relaciones públicas y responsables de centros comerciales, la historia no existía.
De Filadelfia también saltó al resto de grandes ciudades y, a mediados de los 80, Black Friday ya era sinónimo de dos cosas: compras locas y un origen tan fabricado por los responsables de marketing como muchos de los "superdescuentos" de ese día. Y a España parece haber llegado para quedarse, de la mano de los grandes vendedores online que ya lo traían desde casa. Más los intentos de los comerciantes locales de sumarse a una fiesta cuyo origen está en una serie de atascos monumentales.
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JoeinQueens
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