En la madrugada del 20 de junio de 1981 Jose Félix Rodríguez Montero y su amigo Juan Turú Vallés se tumban descansando la cabeza sobre los raíles de la línea de tren Barcelona-Zaragoza a la altura de Tarrassa. Ambos han venido caminando desde el cercano apeadero de Torrechica. José Félix tiene 47 años y Juan 21.
Se conocen, personalmente, desde hace una semana pero han mantenido una intensa amistad por correspondencia. Se conocen gracias a la sección de contactos de Algo, una revista de divulgación científica que, como muchas de la época, todavía daba espacio a los fenómenos OVNI.
Ambos son muy conocidos en el reducido círculo de asociaciones y aficionados a los platillos volantes pero por razones diferentes: Turú, pese a ser muy joven, tiene cierto prestigio como "investigador serio". Ha recorrido todos los lugares cercanos a Barcelona donde se rumorea que ha habido actividad extraterrestre desde Tivissa a Matadepera y ha fundado IONI (Investigación de Objetos No Identificados), su propia asociación.
José Félix, sin embargo, no tiene buena prensa porque se considera a sí mismo como un "contactado". Dice recibir mensajes de unos extraterrestres a los que conoce como "El Mando Galáctico".
Además de esto dice ser vidente. Junto a su mujer, Antonia Aroca, dirige sesiones de espiritismo con amigos y vecinos. En el barrio lo conocen como "El venusino". Ninguna actividad paranormal le es ajena: dice mantener contacto con UMMO y ha visitado en alguna ocasión El Palmar de Troya (Sevilla) para ver de primera mano las apariciones marianas que darían lugar a la fundación de La Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz por parte de Clemente Domínguez y Manuel Alonso.
En la mañana del día 20 unos operarios de Renfe recorren las vías para limpiarlas y hacen el macabro descubrimiento: en primera instancia un solo cadáver decapitado por el paso del tren. Es el de José Félix. En el bolsillo de su chaqueta, o sobre el pecho (hay división de opiniones), encuentran una nota con este texto:
Los extraterrestres nos llaman; pertenecemos al infinito. WTKS 88.
WTKS 88 era el nombre que había adoptado como entidad extraterrestre.
A tres metros del cadáver de José Félix hallan el cuerpo de Juan. Este está completamente destrozado. Según la investigación policial ambos habrían inhalado cloroformo pero, en última instancia, Juan habría despertado e intentado escapar pero la reacción fue demasiado tardía y el tren le golpeó lanzándolo hacia una cuneta cercana. Además de las notas de suicidio se les encontraron unos dibujos a lápiz y unas tarjetas de visita donde rezaba: "Rasdi & Amiex. Rastreadores del infinito. Amigos de intelegencias extraterrestres".
Naciones Unidas: nos acercamos al final
Dos días después del hecho el periodista Màrius Lleget recibe dos cartas de los suicidas. Una es para él y justifica la decisión de ambos de liberarse de su existencia terrenal para viajar a otro planeta. Otra es para informar a la ONU del suceso y para advertir al planeta de que se dirigía a una hecatombe. Poco tiempo después dos conocidos de Juan y José Félix, residentes en Zaragoza, recibirían también cartas póstumas en las que decían estar ya viviendo en el "Mando Galáctico" y que esperaban que se unieran pronto.
Pocas certezas más existen sobre el caso. La policía cerró el asunto con toda rapidez, algo habitual en la época ante cualquier noticia que pudiera crear "alarma social", y ufólogos y aficionados a lo oculto cerraron filas bien por miedo a que su actividad, considerada ilegal, fuera investigda o que, de algún modo, alguien pudiera relacionarlos con el asunto ya que, en primera instancia, existieron rumores sobre que los suicidas no actuaron solos.
La prensa de la época, especialmente La Vanguardia, advirtieron del peligro que suponía el fenómeno OVNI y de la posibilidad de que fuera el causante de la aparición de enfermedades mentales.
La única certeza es que Lleget abandonó la divulgación de casos OVNI y se vuelve a centrar en la información sobre ciencia completamente horrorizado por el suceso. En los años posteriores muchos han sido los rumores y las investigaciones paralelas llevada a cabo por periodistas de sucesos y especialistas en temas paranormales y nombres como el del famoso Sebastian D´Arbó y otros han sido relacionados con el asunto.
El caso de los suicidas de Terrassa es casi único en el panorama español de lo oculto. Se suele hablar de otro acaecido en Lleida en 1978: dos jóvenes, Juan José Gómez Vargas y Francisco Saureu Prim, también ufólogos aficionados se suicidarían tirándose al paso del tren. Aparentemente.
Los cuerpos aparecieron abrazados y limpios en medio de una zona que había sido azotada por la lluvia, en pleno lodazal. Las causas, el móvil etc. siguen siendo un misterio. La policía siempre ha sospechado que, en realidad, fueron asesinados y alguien quiso hacer pasar el crimen por un suicidio.
¿Heaven's Gate a la española?
La sombra de José Félix Rodríguez siempre ha planeado sobre el caso de forma algo siniestra. Nadie de su entorno duda, ni siquiera 46 años después del suceso, que fue el inductor que llevaría a Juan Turú a unirse a él. Familiares y conocidos lo definen como una persona de gran carisma, buen verbo, muy culto y con un enorme poder de sugestión. Fue ex seminarista y, en el momento de su muerte, estaba convertido al protestantismo de forma clandestina.
Curiosamente al menos dos personas relacionadas directamente con el caso, Mariùs Lleget y Martín José Labay (uno de los residentes en Zaragoza que recibieron una carta póstuma de José Félix) intentaron suicidarse años después por causas no aclaradas pero que los investigadores de lo oculto, nombres como el del periodista Manuel Carballal, insisten en que están conectados.
El paralelismo con el caso de Heaven's Gate es escalofriante.
El culto fundado por Marshall Applewhite y su esposa Bonnie Nettles entremezclaba los mensajes de superación personal y de buenas vibraciones de la cultura hippy, después absorbidos por la New Age, y el contacto extraterrestre. Dentro del mundo de las sectas destructivas el caso de este culto es especialmente curioso pues es una de los pocas sectas directamente unidas con la tecnología y contaba entre sus miembros con gente relacionada con la programación.
Según Applewhite la llegada del cometa Halle-Bopp, en 1997, traería consigo una nave extraterrestre oculta tras su cola. Como José Félix, y otros líderes de este tipo de cultos, el norteamericano creía en que para unirse a los extraterrestres había que pasar primero por una ceremonia de purificación y después disponer un suicidio ritual.
José Félix pasó el día antes de tumbarse en las vías del tren en ayunas (Juan, no) y los seguidores masculinos de Applewhite se castraron. Al igual que en el caso español dejaron mensajes, estos en vídeo, justificando su decisión. La línea argumental que atraviesa todos ellos, incluso el de su líder, es un aborrecimiento general de la vida en nuestro planeta y la necesidad de escapar de una hecatombe próxima.
Antes de ingerir la mezcla mortal de zumo de manzana, vodka y fenorbital los seguidores de Applewhite se vistieron con chandal y zapatillas Nike a modo de uniforme donde, como en el caso español, introdujeron alguna identificación personal y una mínima cantidad de dinero en efectivo.
Tres personas fueron las encargadas de ayudar en el último trance a los demás y, después, de cubrir los cadáveres con unos sudarios en forma de rombos. Antes de suicidarse uno de ellos avisó a la policía para que encontrara los cadáveres. En el Rancho Santa Fé, sede de Heaven's Gate, se encontraron 39 cadáveres. Las imágenes de los cuerpos dispuestos bajo los sudarios, vestidos como si fueran al gimnasio han quedado en el subconsciente de todo el planeta.
La resaca paranormal de las dictaduras
Oscar Aibar llevó al cine esta historia bajo el titulo de Platillos volantes (2003), una emocionante narración que resume, con muchísimo rigor, las motivaciones de José Félix y Juan o de cualquiera que viviera en el franquismo para agarrarse a la idea de ser rescatado por los extraterrestres para escapar de la gris realidad de una dictadura.
En un caso más reciente, el de la URSS, tenemos el caso del OVNI de Vorónehz. La ciudad situada al sureste de Moscú recibió, aparentemente, la visita de una nave tripulada por extraterrestres gigantes el 27 de septiembre de 1989 que fue avistada por cuatro niños. Los temas OVNIS, como todo lo relacionado con el ocultismo, estuvieron proscritos en el país durante décadas. Con la apertura de la época final de la URSS, saltó a todos los medios internacionales a través de la agencia Tass, única voz autorizada del gobierno soviético, provocando un revuelo magnífico.
Los marcianos hacían su aparición en los tiempos de la perestroika para quedarse, claro. Los medios soviéticos, y después, ex soviéticos se llenaron de videntes, futurólogos, contactados, exorcistas etc. Allan Chumak, al más puro estilo de Uri Geller, aparecía en la televisión soviética para curar a la gente con una sencilla técnica. Tenían que poner frente al televisor una jarra llena de agua que recibiría sus ondas sanadoras y que se convertiría en un medicamento excepcional para curar cualquier dolencia.
No es de extrañar que el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, que se presentó a los comicios presidenciales del 91, contratara para su staff a Anatoly Mikhailovich Kashpirovsky.
Este personaje, que practicó la psiquiatría convencional durante 25 años, se convirtió en mentalista, hipnotizador y curandero psíquico y alcanzó gran popularidad tras las apariciones televisivas que hizo tras el caso de Vorónehz. Fue bautizado como El Nuevo Rasputín. En los mítines de Zhirinovski permanecía detrás de él lanzando señales psíquicas a través de las ondas de televisión. No fue un método muy efectivo: el candidato solto tuvo un 8% de los votos.
Le fue mejor en el año 1993 cuando fue elegido diputado de la Duma durante una legislatura. En la actualidad es uno de los mentalistas con más éxito de Rusia y de toda la Europa del Este.