En algún momento de este año, probablemente entre marzo y abril, una estación china fuera de control reingresará en la atmósfera terrestre de la forma más inoportuna que podíamos imaginar. La Tiangong-1, una enorme masa de chatarra de 8600 kilos, volverá a la Tierra y una buena parte de ella puede sobrevivir al entrada.
Eso ha levantado muchísima preocupación, sin embargo la realidad siempre es menos emocionante que las ficciones que nos montamos en los medios.
It's raining basura espacial
El 22 de enero de 1997, Lottie Williams estaba paseando por un parque de Tulsa (Oklahoma) cuando vio un pequeño destello de luz muy parecido a un meteorito. Justo después, un trozo de metal de unos 15 centímetros le golpeó en el hombro.
Williams fue la primera persona en ser golpeada por un trozo de chatarra espacial. También la última. En 60 años de lanzar cohetes al espacio, los daños producidos por reingresos casi se pueden contar con los dedos de la mano. El objeto más grande que ha realizado un reingreso no controlado, una vieja estación americana de los años 70 llamada Skylab, solo dañaron algunas propiedades de un par de remotas ciudades australianas.
La verdad es que satélites, naves y objetos de todo tipo entran en la atmósfera constantemente. En los años 90, se estimaba que 5,400 toneladas de desechos habían sobrevivido a su reingreso en la atmósfera y la norma general es que sean de un tamaño tan pequeño que se vuelvan imperceptibles.
La estación espacial más pequeña de la historia
La Tiangong-1 no tiene nada que ver con eso, claro. Lanzada en 2011, fue la primera estación tripulada china. Se calcula que entre el 10 y el 40% de la nave llegará al suelo. Es decir, que un par de toneladas sobrevivirán a la entrada en la Tierra.
Afortunadamente, el proyecto Tiangong es una etapa intermedia dentro del programa espacial chino, por eso no es un objeto demasiado grande. 8600 kilos parecen muchos, pero se trata de la estación más pequeña de la Historia de la humanidad. La primera estación espacial, la Salyut 1, superaba las 20 toneladas.
De todas formas, el tamaño es lo suficientemente grande como para que su reingreso formara parte de un plan. Normalmente, el plan consistiría en controlar la trayectoria de la estación usando los propulsores de la propia nave. Lamentablemente, no será posible.
Perdidos en el espacio (cercano)
En 2016, la Agencia Espacial China anunció que había perdido el contacto y el control de la estación. La Tiangong-1 se quedó a la deriva y, desde entonces, su órbita se ha ido degradando progresivamente. En pocos meses, hará su entrada triunfal en la atmósfera. Y por “triunfal” me refiero a “absolutamente fuera de control”: es decir, no tenemos ni idea de dónde va caer.
Bueno, en realidad, sabemos que caerá entre el paralelo 43 norte y el 43 sur. El lado negativo es que, teóricamente, puede caer encima de una buena parte de los hispanohablantes del mundo; el lado positivo es que hay 1 entre 10.000 posibilidades de que la Tiangong-1 golpee a alguna persona o edificación. No solo es que casi todo material se convertirá en polvo y partículas muy pequeñas, sino que buena parte territorio entre esos dos paralelos o está deshabitado o forma parte del mar.
Medio mundo está mirando a la Tiangong-1, pero hasta unas pocas horas antes del impacto no sabremos donde caerá. Con un poco de suerte, esto nos ayudará a entender mejor cómo reingresan las estructuras descontroladas en la atmósfera. Nos es mucho, pero más que suficiente para el futuro. Nos espera un 2018 muy entretenido mirando al cielo.