La táctica militar de Corea del Norte que evita deserciones. El “truco” de Pyongyang para mantener la lealtad de su ejército

Corea del Norte tiene una de las fuerzas militares más grandes del mundo y un dogma: primero, el ejército

Estados Unidos confirmó que las tropas de Corea del Norte habían desembarcado en suelo ruso, pero faltaba algún tipo de confirmación por parte de los “afectados”. Putin, sin decir nada, parece deslizarlo. El presidente ruso ha comunicado que ni confirma ni desmiente, pero que la cooperación defensiva con Pyongyang es una decisión interna de Moscú. Una cosa sí parece clara entre tanto misterio: pocos soldados norcoreanos desertarán.

Una fuerza vasta, pero limitada. Contaba esta semana el New York Times que Corea del Norte despliega una de las fuerzas militares más grandes del mundo, con 1.3 millones de soldados activos y 7.6 millones de reservistas, es decir, aproximadamente el 30% de la población. Además, la política que llevan años desarrollando donde “primero es el ejército” destina una gran porción del presupuesto nacional a sus fuerzas armadas.

Sin embargo, décadas de sanciones y el fin del apoyo soviético han ido degradando su equipo convencional. Las cifras que se manejan hablan de 4.300 tanques, 8.800 piezas de artillería, 810 aviones de combate y 70 submarinos, eso sí, en su mayoría obsoletos y con acceso limitado a suministros esenciales de abastecimiento.

Limitaciones logísticas y modernización. Como decíamos, las capacidades de Pyongyang se enfrentan a desafíos críticos, con especial énfasis en la escasez de combustible, alimentos y piezas de repuesto, factores todos que dificultan sus operaciones. Ante dichas limitaciones, Kim Jong-un ha doblado la apuesta destinando un gran porcentaje del PIB a impulsar sus fuerzas militares a través de una modernización que incluye armas nucleares, 5.000 toneladas de armas químicas y alrededor de 6.800 ciber-unidades de élite.

Además, el ejército norcoreano está organizado bajo un sistema jerárquico rígido, con conscripciones de 8 a 10 años para hombres y 5 años para mujeres. Su “fuerza de operaciones especiales”, una de las cinco ramas del ejército, cuenta con 200.000 soldados capacitados para operaciones operativas, aunque, según apunta el Times, algunos (los menos) soldados enviados a Rusia podrían ser trabajadores forzados y no estar capacitados para combate directo.

Rol estratégico. Aquí viene un dato que da una pista sobre las pocas y escasas deserciones: la militarización extrema de Corea del Norte es vital para su mantra donde la rama es lo primero, tanto es así, que utiliza a sus fuerzas armadas como principal herramienta diplomática y económica.

Estas unidades también participan en actividades comerciales, desde la venta de armas hasta el robo cibernético, un entramado que provee fondos adicionales al régimen. De hecho, Kim Jong-un ha usado esta influencia para fortalecer su posición negociadora, especialmente en temas nucleares. Por eso también, cuando las tropas acuden a una contienda, todo está “afinado”.

Control férreo. Ante el despliegue de tropas norcoreanas en apoyo a Rusia en Ucrania, muchos medios hablan de la posibilidad de que los soldados intenten desertar, lo que el régimen de Kim Jong-un trata de evitar mediante estrictas medidas. Por eso los soldados de máxima lealtad son enviados y acompañados por oficiales del Partido, quienes los vigilan y reportan cada detalle de su comportamiento.

Contaban en Insider que, para disuadir cualquier intento de fuga, Corea del Norte emplea amenazas de represalias contra las familias de los soldados en caso de deserción. A menudo, estos soldados dejan a su gente en el país, una práctica que el régimen emplea para mantenerlos bajo control. La deserción, aparentemente, tendría consecuencias graves para estos familiares aplicando lo que denominan como “castigo generacional", quienes enfrentarían castigos severos, incluido el encarcelamiento en campos de trabajo.

Supervisión. Al enviar tropas a un país extranjero, el régimen toma fuertes medidas para garantizar la lealtad de sus soldados. Según los informes, estos soldados son supervisados continuamente por oficiales del Partido de los Trabajadores de Corea, quienes evalúan y reportan cada acción, desde el consumo de alcohol hasta intentos de adquirir bienes no disponibles en Corea del Norte. Estos controles están diseñados para minimizar los riesgos de deserción.

New York Times también destacaba que se aplica el caso contrario a quienes sirven sin problemas a la nación, cuando los soldados enviados regresan a Corea del Norte para sesiones de “reeducación” y recompensas que refuerzan su lealtad.

El futuro en Ucrania. Es la gran pregunta que se hace todo el mundo, ¿entrarán finalmente al combate las tropas norcoreanas? Hay analistas que piensan que, para Occidente, el despliegue de tropas norcoreanas en Ucrania puede abrir una oportunidad estratégica para exponer a estos soldados a influencias externas y debilitar el control ideológico de Pyongyang. El argumento: la presencia de soldados norcoreanos en Ucrania, expuestos a valores distintos a los del régimen, podría convertirse en un punto débil que países occidentales podrían aprovechar para incentivar deserciones y cuestionamientos internos en las filas norcoreanas.

Por supuesto, todo esto es retórica hasta que entren en combate.

Imagen | 李 季霖, Roman Harak

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