La Unión Europea financió en 2011 un cómic sobre cómo respondería a una pandemia. Y da gloria verlo

Imagina sólo por un momento cómo hubiese sido la crisis del coronavirus sin la UE. No, en serio, sin esa respuesta coordinada en el ámbito de… O sin ese papel vital que ha desempeñado en…

Vale, nos has pillado. Resulta que estos meses hemos descubierto que, a la hora de luchar contra un evento pandémico, Europa estaba desnuda. Las competencias sanitarias están completamente en manos de sus Estados, y si uno reacciona mal podría perjudicar a todos los demás. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), al igual que la IMS, infravaloró el potencial explosivo que tenía este virus en sus primeras semanas. Por no tener no teníamos ni planes de prevención, ni estrategias de adquisición de stock conjuntos, ni nada de nada.

Hay una ficción donde nada de esto ha sucedido así. La última fantasía descubierta por los internautas en estas semanas es Infected, un cómic subvencionado (86.000 euros) por la Comisión Europea en 2011 que pretendía dos cosas. Por un lado, llegar a los indolentes adolescentes con una historia llena de épica y pasión a través de la cuál ilustrarles en cómo funciona una pandemia a nivel sanitario y político. Por el otro, hacerles entender la verdad: que la eurocracia y sus instituciones son la única solución que tendría el mundo ante una crisis de este tipo.

Te lo puedes descargar gratis (sólo en inglés) aquí mismo.

Poochie de garbeo por el Parlamento Europeo

¿Y qué tal sale la historia de la epidemia en Infected? Muy, muy bien. La UE está llena de gente de lo más competente que no nos iba a fallar ni por un minuto. La trama en sí tiene muchas similitudes con Contagion, la otra ficción premonitoria de 2111 sobre una propagación de un virus desconocido que han visto ahora miles de personas en todo el mundo, aunque en este tebeo escrito por Jean-David Morvan e ilustrado por Huang Jia Wei hay menos realismo y más escenas peliculeras, con romances entre los personajes y, glups, viajeros interdimensionales. Es un poco paradójico, sí, que la obra estadounidense con objetivos comerciales haya estado más apegada a la veracidad que el cómic sufragado por una institución política.

El día lo salvan Samuel de la Mancha, el "delegado especial en gripes, pandemias y seguridad alimentaria", Charlotte Lemagne, la "agente de coordinación especial en amenazas emergentes de la Unión Europea" y Jack Frost, que por algún motivo no es el elfo de la mitología nórdica sino un representante de Estados Unidos. Ellos son los "tres especiales", nuestros héroes. Aunque hacer no hacen mucho, ya que míster de la Mancha es el que se infecta torpemente del virus, quien trae las soluciones es un viajero en el tiempo asiático y la que hace todo el trabajo duro una secretaria.

Pero la UE no da puntada sin hilo. El hombre que llegó de 2111 nos cuenta que el futuro es catastrófico. Un malvado agente chino se roba una muestra del virus y pacta con una poderosa mafia monopolizar la cadena de fabricación de las vacunas, lo que lleva inevitablemente a un descrédito de las instituciones políticas por parte de la población y a ceder toda su autonomía a ser controlados por estos agentes ilegítimos.

Cuando la CE advertía de los peligros de una sanidad descentralizada

El relato posterior es catastrofista, pero al menos tiene un punto de credibilidad. Las medidas sanitarias tomadas durante el período de pandemia se cronifican y la población mantiene un distanciamiento social por muchas décadas que lleva a la crisis poblacional y a que la depresión sea la enfermedad más extendida del planeta. Los hombres ya no vuelven a relacionarse de ninguna manera con los animales, ni para comerlos (obviamente el virus de este cuento proviene también de la zoonosis). 

Lo más triste, cuentan, es que la gente ha aceptado esto y no se le ocurre otra forma de vida, sobre todo política.

Al final todo sale bien y nuestros comisionados y delegados hacen una gestión que consigue paralizar la extensión del virus… ¡en apenas dos semanas! De los previstos 1.000 millones de muertos de la línea temporal A a los apenas millones de la B. Vítores, champán, el plan de darse una comilona en algún bar de Bruselas (en serio) y la promesa de crear una aproximación "one health", un único mando sanitario tanto para el Viejo Continente como para Estados Unidos, las das únicas entidades verdaderamente preparadas para salvar el mundo en una catástrofe así, de aquí a muy poquito tiempo.

Tiene algo de irónico que en esta promoción descarada de las propias instituciones europeas, en una simulación en la que todo sale bien, ya apunten a que el éxito sólo podría pasar por la cesión de competencias sanitarias y la planificación de una estrategia común. Hace nueve años lo teníamos clarísimo. La providencia, para nuestra desgracia, no ha sido demasiado benévola con nuestro proceder.

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