Un festival de música genera alrededor de 35 kilos de CO2 por persona. Cualquiera que haya ido a uno sabe cómo terminan los recintos cuando se acerca el último día: montañas y montañas de basura y de plástico. Plástico, porque los vasos que se dan con las bebidas son de este material. Uno que, aunque no sea el más eco-friendly del mundo, permite cierta tranquilidad para los asistentes que el vidrio no da. Y más cuando se forman multitudes de miles de personas apelotonadas.
Así que la solución más rápida de los festivales fue introducir vasos retornables para reciclar y que la huella medioambiental fuera menor. De hecho, el pasado 1 de julio entró en vigor una nueva ley recogida en el Real Decreto 1055/2022 de envases y residuos que obliga a los festivales a devolver el dinero pagado por los vasos reutilizables. Es decir, si te cuesta 2 euros, puedes usarlo durante todo el día del festival y devolverlo al final del día para recuperar esos 2 euros.
El problema de los vasos de plástico retornables es que nadie los devuelve. Ni por los 2 euros. La gente ha empezado a guardar los vasos de cada festival a modo de recuerdo, una prueba de que han estado allí viendo a sus artistas favoritos. Un souvenir de lo menos ético, dada la huella ambiental que se genera. Y que ha dado vida a un fenómeno de coleccionismo en el que la gente llena sus estanterías con estos obsequios.
Se venden incluso en Wallapop. Y el origen está en los festivales más populares de España. En el Primavera Sound han impreso en sus vasos reutilizables todos los carteles de la historia del festival. Como cada edición tiene su vaso especial, se incentiva a los asistentes a hacerse con la colección entera. Y eso no es muy útil desde el punto de vista medioambiental, que es para lo que están.
"Estos vasos siguen siendo de plástico. Si los asistentes al festival los guardan en casa, almacenan plástico. La ventaja de este sistema es que se utilizan año tras año", explicaba Laurent Castaignède, ingeniero consultor clima-aire-energía y fundador de la oficina de diseño BCO2, en este artículo de Ouest-France.
Una estrategia contra el coleccionismo
Para solucionarlo, un festival que se celebra en Francia ha tenido una idea: optar por hacer todos los vasos de todas las ediciones iguales. Desde 2014, la organización de Vieilles Charrues usa la misma imagen todos los años. "Si cambiáramos las imágenes cada año, podríamos tener un efecto coleccionista. La gente los mantendría y tendríamos más ingresos. Pero eso significa que deberíamos hacer más vasos, que también cuesta dinero. Hay que hacerse la pregunta: ¿Somos proveedores de plástico? No es lo que queremos", explica Quentin Sibéril, director del proyecto de desarrollo sostenible del festival.
Ese es precisamente el objetivo de implantar los vasos reutilizables: poder usarlos no sólo durante los días que se celebra el festival, sino en otras ediciones y no tener que reponerlos constante mente. De esta forma, se ahorra la compra y la producción de plástico de la próxima edición. Ahí es donde entra en juego la higiene, que también hay que tener en cuenta. Como con todo, hay envases que se desechan porque son demasiado viejas.
Por eso la idea de Vieilles Charrues va más allá: tomaron la decisión de comenzar con un stock parcialmente alquilado que no se quedan en el almacén al terminar el festival, sino que se ofrecen a otros eventos y a otros festivales. Incluso han creado su propia lavandería para que puedan reutilizarse sin problemas. Servicios que usan cada semana y que también sirven para comunidades, asociaciones que dispongan de stock propio y necesiten lavarlos.
Un negocio para los festivales
SIn embargo, hay quienes rechazan este modelo de reciclaje de raíz. En el libro Macrofestivales: el agujero negro de la música, el periodista musical Nando Cruz dedica varias páginas a lo que el denomina el "ecotimo" del vaso: "Los envases reciclables son un elemento más para ingresar. Se utiliza el reclamo real de producir menos plástico, pero lo cierto es que no se vuelven a utilizar, solo se les da un uso y medio en todo su recorrido", explicaba Cruz en este artículo de Consumidor Global.
Y es que, según un estudio de 2020 realizado por Zero Waste llamado Reusable vs Single-Use Packaging, para que un vaso reciclable sea eficiente debe usarse al menos diez veces. Básicamente porque un vaso de este tipo requiere diez veces más plástico, energía y recursos para su fabricación.
Según Cruz, los promotores han sabido ver en estos envases un negocio rentable a costa del medioambiente: "Pagar en las barras uno, dos y hasta tres euros por un recipiente que al empresario le cuesta unos 20 céntimos". Algo que era aún más sangrante antes de la ley mencionada que entró en vigor hace un año y que obliga a devolver el dinero abonado por el vaso.
Sea como sea, aplicar una solución a este problema es urgente. Más cuando la sustentabilidad de los festivales lleva décadas en entredicho y se sabe el CO2 que generan estos eventos. Como cantaba Michael Jackson: What about nature's worth? It's our planet's womb.
Imagen: Primavera Sound
En Xataka | España tiene un problema con sus residuos plásticos. Cada vez menos países quieren quedarse con ellos
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