Arabia Saudí alberga durante los próximos días el Campeonato Mundial de Ajedrez Rápido, un evento que reúne a las mentes más granadas de tan excelente deporte. La decisión, como es lógico, no ha estado exenta de polémica, hasta el punto de que muchos de los ajedrecistas más reputados del planeta han decidido boicotear el torneo.
Una de ellas es Anna Muzychuk, joven prodigio ucraniano de 27 años que el año pasado se proclamó campeona del mundo en dos modalidades diferentes de ajedrez rápido. En una publicación colgada en su Facebook personal, Muzychuk ha explicado que prefiere perder el cuantioso premio económico planteado en el campeonato a tener que jugar con velo o pasear por las calles de Riad acompañada por un hombre. El texto lleva ya más de 6.000 compartidos.
Su viralidad se explica por la tortuosa situación de las mujeres en Arabia Saudí, motivo permanente de escándalo internacional. Sólo hasta muy recientemente la mujer ha accedido al derecho a ¡conducir! por las carreteras del país, su representación política es inexistente y su situación legal y jurídica es muy desigual a la del hombre. El entramado institucional del país discrimina de forma activa y consciente a las mujeres saudíes, meros iconos familiares para el hombre.
Para Muzychuk, todo esto hace imposible su participación en el torneo de Riad, bautizado pomposamente en honor al actual rey Salman. Esta es su carta:
Dentro de unos días voy a perder mis dos títulos de campeona del mundo, uno a uno. Solo porque he decidido no ir a Arabia Saudí. Por no jugar con las reglas de otros, por no llevar abaya, por no ser acompañada cuando voy al exterior, y, en suma, por no sentirme una criatura secundaria. Exactamente hace un año ganaba estos dos títulos y me convertía en la persona más feliz del mundo del ajedrez, pero en esta ocasión me siento muy mal. Estoy dispuesta a mantenerme firme en mis principios y pasar del evento, donde en cinco días podía ganar más de lo que gano en doce eventos combinados. Todo esto cabrea, pero lo peor es que a nadie le importa en realidad. Es un sentimiento muy amargo, pero no lo suficiente como para cambiar mis opiniones y mis principios. Lo mismo le sucede a mi hermana Mariya. Estoy muy feliz de que compartamos este punto de vista. Y sí, para aquellos a los que le importa, ¡volveremos!
El anuncio de Muzychuk llega después de otras muchas polémicas relativas al torneo celebrado en Arabia Saudí. Las principales, políticas. Las autoridades saudíes han impedido la entrada de ajedrecistas iraníes, qataríes o israelíes por las diversas disputas políticas que mantiene abiertas con los tres países. El veto a Israel ha sido especialmente sonado, y ha contribuido a enrarecer aún más el muy enrarecido ambiente entre ambas potencias. En esencia, han sido exclusiones políticas.
Para la Federación Mundial de Ajedrez no parce ser una cuestión problemática. Ya el año pasado celebró el mismo torneo en Irán, país que obliga a todas las mujeres que aparecen en la vía pública a llevar velo. De forma paradójica, Muzychuk sí aceptó en su momento la sede iraní, y recogió sus trofeos portando la controvertida prenda. La selección de otro país que denigra el estatus de la mujer ha debido ser suficiente para la campeona, que se ha plantado.
Otras grandes figuras (grandes maestros con puntuaciones ELO superiores a los 2.600 puntos) han elevado críticas a la selección de Arabia Saudí como sede, o directamente han secundado el boicot de Muzychuk. Es el caso de Hikaru Nakamura, número tres de Estados Unidos, para quien la organización de un torneo de estas características en un país que "viola los derechos humanos más básicos" es horrible, e incompatible con su presencia. A Nakamura se ha unido el presidente de la federación europea, Silvio Danailov, que ha propuesto Corea del Norte como próxima parada de la FIDE.
Al igual que Muzychuk, Ana Matnadze tampoco acudirá a Arabia Saudí ante la penosa situación de las mujeres del país. La campeona española, nacida en Georgia, anunció su boicot hace mes y medio, amparada también en la incapacidad de las autoridades saudíes de garantizar la seguridad de los jugadores israelíes, qataríes o libaneses.
Cuando el campeonato se llevó a Irán, la polémica fue similar, con campeonas de la talla de Nazi Paikidze-Barnes (la número uno estadounidense) negándose a viajar a Teherán. Aquella polémica se une ahora a la saudí, revelando las prioridades económicas de la FIDE y las complejas y explosivas conexiones políticas del ajedrez. Pese a que un amplio número de grandes figuras, incluida la de Magnus Carlsen, el mejor jugador del mundo, acudirán a Riad, sobre el campeonato sobrevuela ya la sombra del boicot.
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