Lo contábamos hace unos meses. Hay lugares en el mundo donde el número de turistas que llega parece estar muy por encima de las posibilidades de gestión locales. Uno de ellos, quizás de los más obvios por su propia geografía, sea Venecia. Fueron de los primeros en poner coto a los cruceros e incluso han añadido un peaje exclusivo “de entrada”. Ahora han ido un paso más allá.
Ni música ni grupos grandes. La noticia la daba Reuters. La pequeña y famosísima ciudad italiana limitará el tamaño de los grupos de turistas y prohibirá el uso de altavoces por parte de los guías turísticos “para mantener la santidad de Venecia”. Sí, a partir de ahora, como vayas en grupos de 26 o más personas, puedes tener problemas.
Por la paz de veneciano. Las dos medidas entrarán en vigor el 1 de agosto. Según las autoridades, se han aprobado con el objetivo de "proteger la paz de los residentes" y hacer que los caminos de Venecia sean más amigables para los peatones. De esta forma, a partir de entonces, se aplicarán al centro de la ciudad principal de Venecia, así como a las islas de Murano, Burano y Torcello, y podrían resultar en multas de entre 25 y hasta 500 euros si se incumplen.
Medidas tras el impuesto al turista. En realidad, la prohibición de los altavoces y ese control de multitudes de un máximo de 25 personas debía entrar en vigor en junio, apenas unas semanas después de que Venecia se convirtiera en la primera ciudad en cobrar una tarifa de entrada a los visitantes, el denominado "impuesto turístico". ¿El objetivo? Controlar a quienes hacen excursiones de un día a la ciudad durante la temporada alta de viajes.
Eso sí, como contamos, al menos de momento, la medida está muy acotada: se restringe a una zona concreta, solo se aplica ciertos días y horas y además incluye un listado amplio de excepciones. Aunque todavía es pronto, las estimaciones sugieren que el gobierno local ya ha recaudado 2,6 millones de dólares por la tasa a más de 485.000 turistas.
La UNESCO contra el turismo. Lo cierto es que la masificación de turistas es un tema que preocupa y mucho. De hecho, la propia UNESCO añadió a Venecia en la lista de destinos en peligro de extinción, ¿Qué? Sí, en la lista se destacaba el daño ambiental causado por los barcos a motor y los cruceros que se acercan a la ciudad junto al impacto del turismo en los edificios históricos, a medida que se transforman para uso comercial, como riesgos clave que enfrenta la ciudad.
Datos. Para situarnos en perspectiva, nos asomamos a las cifras del año pasado. En Venecia en 2023 llegaron alrededor de 20 millones de personas de visita. Te puede parecer mucho o poco, pero la cifra es 400 veces la población de la ciudad (de poco menos de 50.000). Parafraseando a muchos medios locales de un tiempo a esta parte, el enclave se “está ahogando” de turistas.
No solo eso. A medida que más gente abandona la ciudad dándola por imposible para vivir, esta dependencia del turismo para impulsar la economía es todavía mayor. No es de extrañar, por tanto, que Venecia sea un ejemplo o símbolo perfecto de esta tendencia donde la masificación turística acaba degradando la calidad de vida de la gente local y sus servicios.
Otros lugares como Venecia. La situación de la ciudad italiana no es única, por supuesto. Durante los últimos tiempos hemos estado contando cómo la “bola” del turismo se ha hecho más y más grande en muchos enclaves. Por ejemplo, el problema de los cruceros en Grecia o Barcelona, toques de queda en Seúl, menús para turistas en Japón o, en los casos más radicales, incluso el acoso al turista en esta escalada que parecer estar convirtiéndose en un movimiento anti-turismo.
Imagen | U.S. Army Southern
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