Hace unos días navegando por Internet me sorprendió que mi timeline de Twitter se hubiera llenado literalmente de gente hablando de un oso drogado. Sí, uno hasta los topes de cocaína que en realidad era el protagonista de la nueva película que está por estrenarse, Cocaine Bear. No sé si me llamó más la atención el nombre del film o el póster promocional que lo acompañaba: una ilustración de un oso cuya silueta está inteligentemente hecha con un polvo blanco que imita a la cocaína.
El tráiler directamente confirmó todo lo que me esperaba. Pero lo que más me sorprendió al tratar de averiguar en qué estarían pensando los guionistas del film para llevar a la gran pantalla semejante historia fue enterarme de que la película está basada en hechos reales. Es la historia de un oso que fue encontrado totalmente drogado por ingerir una cantidad desproporcionada de cocaína sin darse cuenta.
Eso sí, la juerga sangrienta que sigue al atracón de cocaína del oso, como se muestra en el tráiler, es ficticia, pero la historia es muy real. Veamos qué pasó en realidad.
La película de Universal Pictures, protagonizada por Keri Russell y el difunto Ray Liotta está inspirada en eventos reales que tuvieron lugar en un bosque en el estado de Georgia, al sur de EEUU, en 1985. Ese año, la Oficina de Investigación de Georgia anunció en diciembre que un oso negro de 80 kilos había sido encontrado en las montañas del condado de Fannin "muerto por una sobredosis de cocaína después de encontrar un lote de la droga". Eso fue lo que relataba un artículo de apenas tres líneas de United Press International en The New York Times.
Aquí una fotografía de dicho artículo:
Pasa saber cómo acabó semejante alijo de droga en el bosque hay que conocer a Andrew Carter Thornton II, paracaidista, oficial de policía y abogado antes de dedicarse al contrabando de drogas, que transportaba cargas de cocaína a los EEUU desde Colombia en su Cessna 404. Una práctica que terminó el 11 de septiembre de 1985, cuando la policía descubrió el cadáver de Thornton en un camino a las afueras de Knoxville, Tennessee.
Iba fuertemente armado, vestía un chaleco antibalas, llevaba miles de dólares en efectivo y unos 35 kilos de cocaína, valorados en unos 14 millones de dólares, en una bolsa de lona atada a la cintura. Aparentemente, murió cuando su paracaídas no se abrió al saltar de su avión, que las autoridades descubrieron más tarde no muy lejos. Sin embargo, Thornton no fue la única víctima aquel día. Un cazador descubrió un oso negro muerto en la misma zona y desafortunadamente junto a la bolsa de lona que contenía toda la cocaína.
Cuando las autoridades descubrieron el cuerpo del oso el 20 de diciembre, las 40 bolsas de cocaína estaban abiertas y vacías. El médico forense jefe del Laboratorio Criminalístico del Estado de Georgia explicó entonces que que el estómago del oso estaba "literalmente lleno hasta el borde con cocaína", aunque estimó que el oso había absorbido solo de 3 a 4 gramos de la sustancia en su torrente sanguíneo en el momento de su muerte.
Pero la historia no quedó ahí. El médico forense jefe de la GSCL pensó que era una pena olvidarse del oso, y le pidió a un amigo que lo diseccionara. Le regalaron el oso al Área Recreativa Nacional del Río Chattahoochee. Sin embargo, cuando fue trasladado para protegerlo en caso de incendios forestales, desapareció. Más tarde aparecería en una casa de empeños, donde la compró el cantante de country Waylon Jennings. Los restos ahora se encuentran en el Fun Mall.
Para más inri, ha sido apodado "Pablo Escobear".
Lo siguiente que sabemos del animal es que llegará a las pantallas este mes en forma de película. Y que el público podrá disfrutar en un thriller de qué hubiera pasado si el oso hubiera sembrado el caos antes de morir de semejante sobredosis. ¿Se habría vuelto loco atacando a todos como lo hace en el film? No tiene mucha lógica, según los expertos.
"Si realmente se encontró con el estómago lleno de cocaína y con las concentraciones reportadas detectadas, entonces probablemente habría muerto muy rápidamente”, explicaba Ryan Marino, toxicólogo médico de la Universidad de Cleveland en este artículo de Vice. "No sé si a los osos les gusta el sabor o incluso los efectos de la cocaína, así que no tengo una buena respuesta de por qué comería tanto", añadía.
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