Cada verano son muchas las noticias sobre incendios forestales que vemos, leemos o escuchamos en los medios de comunicación. La menor actividad en otros sectores —sobre todo el político— provoca que en las redacciones se les preste mayor atención. Se trata de un tipo de suceso que por su naturaleza y características posee un indudable atractivo periodístico.
Por eso mismo, cabe preguntarse si el tratamiento que los medios hacen de los incendios es el más adecuado. Y la respuesta es que no siempre es así. Los diarios digitales recurren a menudo al lenguaje sensacionalista. Es un lenguaje que apenas aporta información y que, por el contrario, contribuye a aumentar la tensión y el dramatismo. Hablamos de adjetivos y expresiones como “infierno”, “escena dantesca”, “apocalipsis” o “historias desgarradoras”. No añaden ningún detalle o dato objetivo de interés para el lector, pero estimulan el morbo y el drama.
Esa es una de las principales conclusiones del artículo que hemos publicado Marta Pérez Pereiro, de la Universidad de Santiago de Compostela (USC); María Ángeles Chaparro Domínguez y quien esto escribe, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
En el estudio hemos analizado la cobertura periodística de los incendios que se produjeron en Galicia y Portugal en octubre de 2017. Para ello hemos estudiado los textos que publicaron seis diarios digitales de referencia. Dos de ellos de Portugal (Público y Jornal de Noticias), dos en España (El País y El Mundo) y dos en Galicia (Faro de Vigo y La Voz de Galicia).
Para llevar a cabo el análisis partimos de dos documentos con recomendaciones específicas para cubrir estos sucesos, ambos elaborados por el Colexio de Xornalistas de Galicia. Por un lado, la Guía práctica para o tratamento informativo de emerxencias, catástrofes e persoas desaparecidas y por otro, el Decálogo de recomendacións para medios e xornalistas de sucesos de catástrofe.
Estos documentos establecen una serie de directrices básicas para la cobertura de los incendios. Se trata de pautas como la necesidad de informar de forma precisa o de verificar los testimonios de testigos presenciales y víctimas. También se recomienda contrastar las grabaciones de aficionados y testigos, contextualizar los hechos y profundizar en las causas. Igualmente se aconseja publicar imágenes que no degraden a las víctimas o no difundir datos privados irrelevantes sobre ellas. Las directrices también se refieren al lenguaje, que no ha de ser efectista, es decir, que no busque afectar al ánimo del lector, y a la identidad de los posibles causantes, sobre la que no se debe especular.
Es cierto que los periódicos analizados cumplen de forma mayoritaria varias de esas recomendaciones. Por ejemplo, la de informar cuidadosa y precisamente, o la de no asignar diferencias de gravedad o interés informativo a las distintas víctimas. También respetan la no publicación de imágenes que degraden a las víctimas o la no difusión de datos privados irrelevantes de esas víctimas. Asimismo, no suelen especular con la identidad de los posibles causantes de la tragedia.
Faltan opiniones de expertos
Sin embargo, hay otras directrices cuyo grado de aplicación podría mejorar. Así, además del lenguaje sensacionalista ya mencionado, los diarios no suelen recurrir a fuentes científicas que, sin duda, podrían servir para contextualizar mejor los hechos. Es decir, apenas existen opiniones de expertos. Estos puntos de vista podrían contribuir a ofrecer una información mucho más contrastada y una visión mucho más clarificadora para los lectores.
Resulta igualmente significativo que tres de los diarios analizados (Faro de Vigo, La Voz de Galicia y Jornal de Noticias) publicaron grabaciones de aficionados sin editar. En algunos casos carecen de una identificación precisa y en otros, mantienen la voz de su autor, con un tono dramático y, como es fácil deducir, poco profesional.
En relación al lenguaje sensacionalista, no es la primera vez que un estudio llega a esta conclusión. Ya sucedió lo mismo con los trabajos de [Smith (1995)](https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=pPIuWsrmCokC&oi=fnd&pg=PA65&dq=Smith,+C.+(1995).+Fire+issues+and+communication+by+the+media.+Proceedings+of+Symposium+on+fire+in+wilderness+and+park+management+(pp.+65-69+Missoula,+Estados+Unidos&ots=O7EIHLYMdz&sig=lqaWI67veEbAVUVRZOOB9sfCBCI) y Domínguez, González y Pineda (2014), referidos igualmente a la cobertura periodística de los incendios. Ambos hallaron que el tratamiento informativo de este tipo de sucesos podía mejorarse mucho en cuanto al lenguaje utilizado.
La forma en la que los medios de comunicación tratan los incendios tiene más consecuencias de las que nos podría parecer a primera vista. El hecho de aumentar el dramatismo y el morbo puede generar efectos muy negativos. En alguna ocasión ya se ha hablado de “efecto imitación” para explicar el origen de algún fuego. Solamente por ese motivo, los medios de comunicación deberían ser especialmente rigurosos a la hora de cubrir cualquier incendio.
En vista de los resultados del análisis que hemos llevado a cabo, hay varios aspectos que mejorar. En especial el lenguaje utilizado, que no atiende al objetivo prioritario de informar y busca el efectismo y el morbo. Un mayor rigor en la edición de materiales y en la selección de fuentes también sería muy recomendable.
Foto: Feans/Flickr
Autor: Jesús Díaz-Campo, profesor de Comunicación, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario