Tanto YouTube como Facebook acaban de tirar abajo uno de los miles de canales de desinformación de coronavirus: David Icke, antiguo portero del Hereford United y después comentarista de la BBC, llevaba tiempo convertido en opinador conspiracionista, defendiendo ideas como que estamos gobernados por reptilianos en la sombra. En su cuenta A Facebook aglutinaba más de 770.000 seguidores mientras que en la B hablaba para 70.000; también atraía a cientos de miles en su canal de YouTube, donde ahora no puede difundir sus ideas.
¿Y qué tipo de cosas estaba diciendo David Icke? Entrevistó a un hombre que aseveraba que detrás del coronavirus estaban grupos de adinerados judíos. Subió un vídeo que “demostraba” que el contagio por Covid por darse la mano era imposible. En Twitter defendió que el virus estaba funcionando como cortina de humo para que el gobierno alemán legalizase las violaciones para los grupos islámicos. Ayer mismo también ha difundido el vídeo de una supuesta enfermera que asegura que en los hospitales se está matando a los pacientes supuestamente infectados por el virus.
Las torres 5G: éstas ya eran desde hace un par de años el nuevo “chemtrail” del universo contracorriente, con decenas de invenciones culpando a estas líneas de comunicación de distintos problemas sanitarios. El Covid ha hecho que ahora se propague la teoría de que las ondas del 5G menguan nuestro sistema inmunológico y también incluso que el patógeno se vale de esas ondas para acelerar su propagación. Como muchas otras plataformas, YouTube está trabajando por erradicar la desinformación del virus.
Los pederastas y el “estado profundo”: si tienes WhatsApp lo sabes, hay más teorías de la conspiración por el virus que sabores de helado inventados por el ser humano. Una de las más particulares, autóctona de Estados Unidos, es la que defienden los aficionados a QAnon por la que el virus ha sido un ardid del Gobierno para encubrir una campaña de persecución de la élite propia de las cloacas del Estado “conocidos” por llevar a cabo prácticas ritualísticas y sádicas de pederastia. En el ajo están desde el famoso Jeffrey Epsein hasta Obama pasando por Tom Hanks.
El arma biológica: la mentira más extendida y compartida por figuras de alto nivel, como el expresidente de Irán o Donald Trump, entre otros. Aunque esta idea se manifiesta en multitud de formas, una de ellas es el manuscrito realizado por científicos indios que sugería que el genoma del virus mostraba una serie de códigos que hacía pensar que había sido diseñado en un laboratorio. Dio igual que estos científicos se retractaran después, o que la propia Inteligencia de Estados Unidos ya haya hecho una investigación independiente que deniegue esta posibilidad y apoye el origen animal del virus. Desde multitud de focos, y especialmente la derecha norteamericana, se cree que el coronavirus es un regalo de Pekín para hundir la economía mundial.
La teoría de Batwoman: así se conoce a la viróloga Shi Zhengli, del Instituto de Virología de Wuhan, por su vida entera dedicada al estudio de los virus provenientes de murciélagos. Ya en los primeros días las propias redes sociales chinas acusaron a esta mujer y a su laboratorio de ser los que fabricaron el agente, según el diario South China Morning Post, y se la empezó a poner el sobrenombre de “madre del demonio”. La científica tuvo que realizar en febrero un vídeo en WeChat intentando detener la persecución que estaba sufriendo.
Todo proviene de las vacunas: otro de los grandes clásicos no podía faltar, y a este se han sumado algunos influencers, como Lauren Jauregui, donde compartió en su Instagram un vídeo en el que se sugiere que el Covid-19 ha sido una consecuencia de la vacuna contra la gripe junto con las siguientes palabras de cosecha propia: “esto es lo que he estado diciendo. Despojo de libertad. Veremos qué pasa cuando despertemos de la mierda”. Al cabo de las horas la cantante rectificó y pidió disculpas.
Es un virus extraterrestre: o eso afirmó el profesor Chandra Wickramasinghe, del Centro de Astrobiología de Buckingham, cuando anunció que la fuente más probable del SARS-CoV-2 no podía ser otro que la enorme bola de fuego que había caído en el norte de China en octubre del año pasado.
Y Bill Gates: ¿por qué motivo, si no es porque formaba parte del plan, daría el fundador de Microsoft una charla Ted en la que anunciaba años atrás que la próxima gran catástrofe mundial sería una pandemia? ¿Y a santo de qué está poniendo tantos recursos para encontrar la vacuna? Está claro, todo esto es una añagaza para hacerse más rico y camuflar en ese supuesto remedio un chip con el que podrá monitorear nuestros movimientos.. Una teoría que ha circulado tanto en la esfera Infowars como entre algunos perfiles mediáticos como la cantante Keri Hilson, con 4,2 millones de seguidores en Twitter.
Por qué se está persiguiendo con especial ensañamiento estas teorías de la conspiración en redes sociales y no las demás: porque la proliferación de información discordante en estos momentos puede suponer una amenaza para el resto de personas si estos individuos relajan sus medidas preventivas expandiendo el virus. Se ha demostrado que algunos de los que piensan que el riesgo de este agente se ha exagerado por parte de los medios tienden a descuidar el distanciamiento social y a incurrir menos en prácticas como llevar mascarillas, lavarse las manos o evitar desplazamientos innecesarios.
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