Aunque el fundador de Amazon Jeff Bezos sea la persona más rica del mundo, aún quedan tiendas que sobreviven al gigante de la venta electrónica y los centros comerciales vendiendo únicamente un tipo de producto. Para conocerlas, Magnet ha visitado algunas de las más pintorescas y peculiares.
Antes de hablar de estos establecimientos encantadores, quisiera pedir perdón por limitarme a Madrid y ahondar más en el centralismo informativo que tanto odio y critico pero 1) vivo en Madrid 2) tiene sentido que tiendas que solo venden muelles o hamacas sobrevivan en ciudades de varios millones de habitantes y no en una capital de provincias o un pueblo.
Tras esta necesaria aclaración y disculpas, vámonos de tienda.
Lanas Sixto
Frente a la neogótica Iglesia de la Santa Cruz de Madrid y las largas colas que hay cada miércoles para adorar a san Judas se encuentra un establecimiento familiar dedicado a vender lana. La cuarta generación de los Sixto continúa la tradición tras fundar la tienda en 1927. "Antes vendíamos al peso y ahora viene todo en ovillo. Antes era lana pura, luego acrílicos y ahora cada vez más la gente quiere lana pura otra vez", cuenta Sixto, como es conocido el hombre que regenta junto a su mujer y su hija el negocio de lanas de la calle Atocha de Madrid.
"Competimos con buenos precios y mucho colorido, mucha calidad y mucho esfuerzo", explica Sixto, quien aclara que pese al estereotipo de una clientela formada por mujeres mayores que hacen ganchillo y punto, cada vez más adultos jóvenes compran en la tienda.
Aunque siempre se ha ubicado en el número 9 de la calle Atocha, Lanas Sixto fue originariamente una mercería. El histórico cartel de la tienda induce a engaños: ya no vende lanas al peso pero no puede quitar ese falso reclamo porque está protegido al ser patrimonio. Sixto explica que venden lana merina nacional ("la mejor del mundo") pero también tienen a la venta agujas para hacer ganchillo. Elementos ya en desuso como una balanza en la que se pesaba la lana antes de venderla al cliente y una máquina registradora conservada y utilizada durante décadas recuerda la larga historia del lugar.
El colorido de los ovillos de lana hacen de esta tienda un lugar evocador, donde presente y pasado colisionan. Al tradicional cliente de Madrid y alrededores, ahora se suma los turistas, aunque Sixto reconoce que el negocio va "regularcillo". El cierre de una guarnicionería (lugar donde se arreglaba artículos de cuero, maletas...) en el número 7 de la calle y la conversión del local de enfrente, un almacén de textiles fundado en 1883, en una tienda vintage es un recordatorio del futuro que podría correr Lanas Sixto.
La Tienda de las Hamacas
La gentrificación de Lavapiés casi se lleva por delante este joven pero mítico negocio. Tras abrir en 1999 en un local de calle de Miguel Servet número 6, la que posiblemente fuese la tienda más pequeña de Madrid, ha tenido que trasladarse al cercano Mercado de San Fernando y compartir el puesto número 40 bis con el Mercado Social de Madrid.
Carlos Sánchez empezó tejiendo las hamacas que luego vendía. "Mi madre es mexicana y tengo un telar de dos metros. No es difícil y es muy entretenido, solo que tardo en hacerlo dos semanas y no sale a cuenta". Desde su Tienda de las Hamacas, Sánchez vendía hamacas tejidas por mujeres mayas de México aunque también de otros países de América Latina... hasta que el dueño de la tienda, de menos de 4 metros cuadrados, decidió duplicar el precio del alquiler. El local es tan pequeño que Sánchez tenía que salir a la calle para poder estirar y enseñar las hamacas a sus clientes. “¿Qué van a poner ahora, un urinario?”, pregunta sarcástico el hamaquero.
El marketing de sus productos, tejidos con algodón con extremos de nailon por su mayor resistencia, se hace de boca a boca. Tras unos comienzos difíciles, la difusión desde sus primeros clientes a sus conocidos le llevó a poder vender más. En sus casi 20 años de existencia ha logrado que una hamaca suya apareciese una película de Pedro Almodóvar ("no recuerdo cuál") a cambio de que la tienda saliese mencionada en los créditos.
Por el carácter estacional de la hamaca, Sánchez señala que la temporada alta es de abril a octubre y en diciembre por las navidades. Muchas de sus ventas son para regalar. "Es mejor si vendiera pan porque todos los días compran pero hamacas compran una y duran mucho”.
Para Sánchez, Amazon no es competencia de sus hamacas "porque no es una cosa genérica y a la gente le gusta ver antes de comprar. Todos los años se venden hamacas de 15 euros pero cuando se rompe vienen a por una buena", explica el vendedor, orgulloso de la calidad de los productos que vende. Además, él también tiene una web desde la que vende sus hamacas, que aguantan hasta 150 a 400 kilos, según el modelo.
Guantes Luque
A escasos metros de la Puerta del Sol, en la calle Espoz y Mina número 3, se encuentra una tienda que solo vende guantes hechos de forma artesanal y también a medida. Fue fundada en 1886, ahora es regentada por la cuarta generación. "Siempre hemos trabajado con guantes: de lana, seda, piel, todo tipo de tela... y todo tipo de clientes, al por mayor y al por menor", explica el actual propietario, que prefiere el anonimato.
Pese a su ubicación, Guantes Luque es casi como un fantasma. Ni su propietario actual quiere ser nombrado ni la guantería tiene página web, correo electrónico o venta online. "Todo es antiguo menos yo", aclara el vendedor introvertido. El local está lleno de guantes y poco ha cambiado desde su inauguración, con poca decoración más allá de una máquina registradora de las de antes y viejas máquinas de coser en el escaparate.
Para Guantes Luque, sus productos son diferentes de los que ofrece Amazon. “No tiene nada que ver. Las cosas modernas no tienen competencia con esto. Son guantes hechos a mano, artesanales". Y es que Guantes Luque, nos dice su propietario, "tiene pasado y futuro”.
Muelles Ros
Entre el Museo Reina Sofía y la Casa Encendida se halla Muelles Ros, una casa vendedora y fabricante de muelles y solo muelles. Jorgina Boixadera, tercera generación del negocio, heredera del fundador Luis Boixadera Ros, es la propietaria actual. Ella vive en Barcelona, donde se encuentra la fábrica de Muelles Ros.
¿Cuántos tipos de muelles hay en el mundo? Difícil responder a esa pregunta pero en Muelles Ros hay más de 6.300 referencias, nos cuenta Carlos Rodríguez, dependiente de la tienda situada en la Ronda de Atocha número 16. Rodríguez atiende desde particulares a técnicos de ascensores, empresas varias, teatros, cines...
La importancia es mayor de la que podemos imaginar. Un muelle Ros fue necesario para plantar el césped del Santiago Bernabeú. "Se rompió el un muelle de un tracto de los que pone el césped. Eran en verano y se abrió la fábrica solo para eso". Los muelles más pequeños tienen diámetros inferiores al milímetro para uso de relojerías y laboratorios. El más grande, réplica del que se encuentra junto a la puerta de la tienda, tiene 33 centímetros de diámetro, 7 centímetros de ancho de alambre y medio metro de alto. ¿Su uso final? En las tuneladoras que participaron en el soterramiento de la M-30. "Se rompió una suspensión y la fabricamos".
Como para los anteriores, Amazon no es rival para Muelles Ros "porque es una cosa muy específica. Si no está en stockaje lo fabricamos con un plano o una muestra. Además, vendemos tanto al por mayor como al por menor".
Librería Desnivel
En el Barrio de las Letras podemos encontrar, oh, sorpresa, una librería. Pero no es una cualquiera. Librería Desnivel está especializada en libros de montaña y de viajes aunque también vende algunos artículos de escalada y recientemente ha incorporado una pequeña sección de best sellers "por la gran cantidad de guiris que entran", explica un dependiente.
Con unos 10.000 libros en el catálogo, Desnivel es un referente para los aficionados a la escalada. Fue fundada en 1998 por Daniel Rodríguez Navarro, editor de las revistas Desnivel, Escalar, Outdoor y Grandes Espacios y de Ediciones Desnivel. A su inauguración acudió el montañero y periodista italiano Walter Bonatti, participante en la primera expedición que coronó el K2, en un local cercano al actual. Además de los grandes alpinistas españoles, la élite del montañismo mundial ha pasado por la Librería Desnivel: Reinhold Messner (primero en escalar los 14 ochomiles sin oxígeno), Maurice Herzog (miembro del primer grupo que ascendió un ochomil)....
Este templo de la escalada situado en la Plaza Matute número 6 fue decorado por José Luis López Saura, que pintó el mural sobre la historia del alpinismo que recorre la librería. Los miércoles son días dedicados a presentaciones de libros, conferencias y charlas sobre escalada y viajes.
El cliente medio es una persona que hace escalada o viaje "aunque tampoco hace falta un gran conocimiento", aclara uno de los dependientes. Por su ubicación, los turistas nacionales e internacionales suelen entrar en Desnivel pese a no tener apenas libros en inglés u otros idiomas. En total, ocho personas trabajan en este comercio que todo amante de la escalada debe visitar.
Los Fernández
La venta de alfombras y tapices desde 1901 caracteriza a Los Fernández, ubicada en el Paseo del General Martínez Campos número 29. En este caso, ya no es la familia fundadora quien lleva el negocio sino que fue comprada hace unos 40 años a la familia de los hermanos Fernández. Ahora está dirigida por Delfín Muñoz Fernández, segunda generación de la nueva etapa de Los Fernández.
En Martínez Campos se reubicó la empresa hace unos 50 años, que además cuenta con una nave en Usera donde se limpian y restauran alfombras y tapices; además de cortinas, sofás y edredones. Los clientes habituales superan los 40 años de edad aunque también trabajan con hoteles y otras empresas.
Amazon, una vez más, no es competencia. “De hecho si Amazon nos quiere comprar alfombras se las vendemos”, matiza un empleado que prefiere no dar su nombre. "Muchas son hechas a manos aunque algunas también son a máquina, de lana merina la gran mayoría. La reparación es importante dentro del negocio, además es un trabajo laborioso que no se conoce: tienes que ver cómo se busca la lana, cómo se mezcla los colores… es un trabajo de artesanía", explica.
Capas Seseña
En la calle de la Cruz de Madrid número se encuentra Capas Seseña. Esta sastrería convencional fundada en 1901 por Santos Seseña en un local a escasos metros de la tienda actual se dedicó en exclusiva en la década de los años 60 a las capas. Tras el impulso que dio a la capa la segunda generación de Tomás Seseña, uno de los fundadores de la Asociación de Amigos de la Capa, José Enrique, tercera generación de sastres, decidió dejar de producir más prendas para dedicarse solo a las capas.
En esa época las sastrerías estaban de capa caída (perdón por el chiste fácil) tras la llegada del prêt-à-porter y el nieto de Santos Seseña hizo de su capa un sayo (ya paro). José Enrique también un pionero allá en 1998 cuando decidió crear una página web cuando internet todavía era campo. Y no una web de catálogo solo, una web de venta "donde podían encargar pero no pagar", cuenta Carmen Fábrega, sastre de la firma de capas.
Ya en manos de Marcos Seseña, cuarta generación, la firma vende unos 700 tipos de capa de producción propia y exclusiva con producto nacional, donde las capas son cosidas a mano en el taller que se ubica en el mismo local. Entre los clientes de estas exclusivas capas hay un 70% de extranjeros "tanto en tienda como en web", un porcentaje que crece, explica Fábrega. "Todo es artesanal, se corta capas una a una, a máquina y tijera y se confeccionan en un porcentaje muy importante a mano", añade.
La lista que ofrece Capas Seseña de famosos que han comprado allí es larga: Michael Jackson, Hillary Clinton, Federico Fellini, Pío Baroja, Nicolas Cage, Pierce Brosnan, Alfonso XII, Juan Carlos I... Ramón García y Jaime de Marichalar, los dos hombres que más han hecho por popularizar la capa en España en tiempos recientes, también son clientes de Capas Seseña. "Y todos han pagado sus capas", aclara la sastre Carmen Fábrega.
Hasta Pablo Ruiz Picasso, desde el exilio, vistió capas como regalo de su amigo el torero Luis Miguel Dominguín. El pintor está enterrado con una capa Seseña. A hombros de Camilo José Cela en 1989 la capa Seseña ha estado en las ceremonias de entrega de los Premios Nobel.
Para Capas Seseña, Amazon no es rival hasta el punto en que, dicen, Jeff Bezos en persona se ha comprado varias aunque "en la época de la crisis bajamos muchísimo, a la mitad. Cuando tienes necesidades económicas no gastas 900 euros en una capa”, admite Fábrega.