Pedro Sánchez prometía su cargo el día 2 de junio en el Palacio de la Zarzuela, tomando posesión delante únicamente de un ejemplar de la Constitución. Se trataba de un deslenlace que pocos esperaban hace menos de dos años, cuando Pedro fue defenestrado por los miembros de su propio partido. Se iniciaba en ese momento, su particular periplo del héroe.
El pasado 1 de junio tuvo lugar la votación en la que, con 180 votos a favor, 169 en contra y 1 abstención, dio la presidencia del gobierno a Pedro. Este hecho resulta insólito no ya solo porque se trate de la primera moción de cesura que prospera desde 1978, sino porque podemos decir casi a ciencia cierta que, igual que aquel sketch de los Monty Python, nobody expected Pedro Sánchez. Y es que, si una se para a pensar en el recorrido de Sánchez desde que lo eligieran (por primera vez) Secretario General del Partido Socialista en 2014 hasta su toma de posesión el sábado 2 de junio de 2018, resulta, tal y como decía Michaleen Flynn en El hombre tranquilo, "¡homérico!".
Lo cierto es que la de Pedro es una historia épica, aunque sea en el sentido relacionado con el género literario. La epopeya, cuyos orígenes pueden encontrarse en La epopeya de Gilgamesh y posteriormente en Homero, consiste en el relato de las acciones extraordinarias de un héroe que está ligado a los orígenes y destino de su propio pueblo. Más tarde, y coincidiendo con el contexto histórico convulso de la Europa de la Baja Edad Media, nacen los cantares de gesta, poemas orales que recogían las historias de esos héroes nacionales con el fin de amenizar al público.
De hecho, muchos son los puntos en común de la historia de Pedro con el cantar de gesta más importante de las letras castellanas: El cantar de mio Cid.
Monomito: la historia eterna de PDRO
Retrocedamos hasta 2014. Tras las elecciones europeas de ese mismo año, que arrojaron un resultado desastroso para el PSOE (apenas el 23,0% de los votos) Alfredo Pérez Rubalcaba anunciaba la convocatoria de un congreso extraordinario para que militantes y afiliados eligieran un nuevo secretario general. En esta contienda se enfrentarían tres caballeros miembros del partido, José Antonio Pérez Tapias, que posteriormente abandonaría las filas socialistas, Eduardo Madina, eterna joven promesa y un por aquel entonces casi desconocido Pedro Sánchez.
Pedro había conseguido su primer acta de diputado en 2009 tras la renuncia de Pedro Solbes. En 2011, sin embargo, se quedaría fuera del Congreso al obtener su partido solamente diez diputados por Madrid (él iba undécimo en las listas). Tendría que ser otra renuncia al escaño, esta vez la de Cristina Narbona en 2013, la que llevase a Pedro de nuevo al Congreso de los Diputados.
Ya fuera por su valía o por lo bien que quedaba en las fotos, Pedro inició una escalada imparable hasta hacerse con la Secretaría General del partido, para sorpresa de muchos y recordando a tantos otros a otra figura fulgurante del PSOE que apareció casi de la nada: Jose Luis Rodríguez Zapatero. Sería, por tanto, la misión de Sánchez recuperar la gloria perdida que trajo el anterior héroe, uno de los patrones clásicos de las historias monomíticas tal y como las definía Joseph Campbell. En este punto es cuando podríamos situar el comienzo del Cantar de Mio Pedro.
Hablábamos de similitudes entre la historia de Pedro Sánchez y la de don Rodrigo Díaz de Vivar tal y como se relata en el poema épico. Para el hispanista Colin Smith, uno de los estudiosos del Cid más importantes, destacan cuatro temas fundamentales que vertebran toda la obra: la ascensión del Cid al poder mediante su esfuerzo personal, el honor y la justicia, la imagen del buen soldado y la integridad humana y moral del héroe.
De estos, el más importante es sin duda la recuperación del honor perdido por parte del protagonista, motor principal de todo el argumento. Así, toda la estructura interna del Cantar de Mio Cid se define por la pérdida y restauración del honor del héroe, que nunca se da por vencido. La primera de estas deshonras se produce en el canto I, cuando nuestro protagonista es acusado injustamente por un poder superior de una falta que no ha cometido, lo que supone su total caída en desgracia.
En el caso de Pedro, este momento llegaría a finales de septiembre de 2016, cuando tras presentarse 17 dimisiones en bloque se forzaba la disolución de la ejecutiva federal. Días más tarde, el 1 de octubre, los socialistas se dieron cita en un Comité Federal para la historia. Sobre todo para la historia del bochorno y la vergüenza ajena. Desde aquella votación a mano alzada tras quedar descartada la famosa urna con la cortinilla hasta la señora que pasaba por ahí y se proclamó la única autoridad del PSOE pasando por las docenas de pizzas que mandó Forocoches.
Nos gusta que ganen "los buenos"
Aquella liza se saldó con la defenestración definitiva de Pedro y la formación de la gestora que asumiría el control del partido y que permitiría la investidura de Mariano Rajoy, tal y como pedían los contrarios a Sánchez.
Alcanzamos aquí uno de los momentos clave en el viaje del héroe. Ya sea el Cantar de Mio Cid, el Amadís de Gaula, El señor de los anillos o La guerra de las galaxias, llega un momento en la aventura en el que se alcanza un punto de clímax en el que la desolación es total. Las fuerzas del mal han triunfado y no hay esperanza para los corazones nobles. Es aquí cuando el héroe decide luchar por una causa perdida, enfrentándose así a su prueba más difícil. Aquí es cuando don Rodrigo, en compañía de los pocos amigos que continúan fieles a él, decide iniciar una campaña militar hacia el este luchando contra los infieles para recuperar el honor perdido y alentando así a sus huestes. Es, como quien dice, su momento William Walace:
No os tardéis / mandad ensillar; En San Pedro, a maitines / tañerá el buen abad; La misa nos dirá / esta será de Santa Trinidad; La misa dicha / pensemos en cabalgar; Que el plazo está cerca / mucho tenemos que andar.
O como lo diría Pedro Sánchez:
A partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España para escuchar a quienes no han sido escuchados [...] Vamos todos juntos a recuperar el PSOE.
El resto, como quien dice, es historia. Cabe destacar que el triunfo de los monomitos a lo largo de la historia se debe en parte a su finalidad didáctica y moralizante pero sobre todo a la tremenda satisfacción que provocan en el receptor algo tan sencillo como que ganen "los buenos". Puede que esta afirmación parece algo sesgada, pero hay algo que debemos tener claro. El poder del mito se basa en la fuerza de sus imágenes, aunque poco o nada tengan que ver con la realidad.
Pocos recuerdan la verdadera historia del Cid porque en realidad a nadie le importa. El triunfo de la figura de Pedro Sánchez consiste en encarnar a la perfección de cara a la galería todos los valores del bueno de la película. En oposición, los que "deshonraron" al héroe proyectan la imagen de traicioneros, sibilinos, de carácter mezquino y ladinos por naturaleza. Son los que no se enfrentan directamente al héroe sino que conspiran para propiciar su caída. Es decir, no tienen honor.
Ante esta dicotomía, la simpatía por Pedro Sánchez se dispara a pesar de que, en realidad, pocos están verdaderamente satisfechos con que ocupe la Presidencia más allá de porque que la ocupe él significa que no lo hace Mariano Rajoy.
El ciclo de caída y recuperación debe culminar con la ascensión del héroe, que consigue la máxima honra y termina su arco narrativo en una posición superior a la de inicio. El problema es cuando continúa la historia. Al igual que la épica castellana y el libro de caballerías atravesaron sus respectivas etapas de decadencia en las que el público perdía interés por las cada vez más rocambolescas historias del héroe (la propia saga Star Wars ha tenido que reciclarse), quién sabe si Pedro Sánchez, una vez sentado en el sillón de la Moncloa, no perderá el favor de los que ahora le apoyan. El público, al fin y al cabo, es veleidoso.