Un fenómeno meteorológico singular ha permitido que la energía eólica despunte a lo largo de la última década. Las rachas de viento se han vuelto más fuertes e intensas. Lo ilustra un reciente estudio publicado en Nature Climate Change y elaborado por un amplio grupo de investigadores. Partiendo de diversos parámetros estadísticos, el trabajo ofrece una cifra llamativa: el viento global sopla hoy con un 7% más de velocidad que hace diez años. Un potosí para los aerogeneradores.
¿Por qué? Lo llamativo es lo contraintuitivo de la tendencia. Durante las tres décadas previas a la elaboración del estudio el planeta había observado cierta ralentización de las rachas de viento. Entre los setenta y los noventa sus soplos aminoraron, se hicieron más tibios. La comunidad científica había entrevisto en elementos ajenos a la naturaleza, como la intensa urbanización experimentada por el mundo, las causas principales.
Tesis errónea. Era una premisa aventurada, cuanto menos. Los últimos diez años han registrado un aumento de la velocidad del viento consistente a lo largo de América y el continente Euroasiático. La explicación reside en los océanos. Los cambios en las temperaturas de las aguas y en la intensidad de las corrientes oceánicas, fenómenos gestados en el largo plazo, han reavivado los aires globales. Hoy son un 7% más rápidos de media que hace diez años.
Más luz. Como es evidente, esto ha tenido un impacto positivo en la industria eléctrica, muy en especial en las renovables. El estudio atribuye el 50% del crecimiento de la eólica en Estados Unidos al inusitado vigor de los nuevos vientos. Similares lecturas se pueden extraer del resto del mundo. La mezcla de mayor inversión y vientos más fuertes podría aumentar hasta en un 37% el volumen energético producido por los aerogeneradores para 2024. Una muy buena noticia.
¿Por qué? Porque sabemos que la humanidad necesita desintoxicarse de los combustibles fósiles, y también que los estados aún no están haciendo lo suficiente para reducir sus emisiones de CO2. El informe más reciente de la Organización Internacional de la Energía estima que dentro de cuarenta años el 70% de la electricidad del planeta se seguirá generando con fuentes no renovables. Más viento, al igual que más sol, equivale a inversiones más rentables en renovables.
Necesarias si se quiere revertir la tendencia.
Tendencia. Este año EEUU alcanzaba un hito en materia eólica: sus turbinas ya producían más de 100GW y abastecían a 32 millones de hogares. Siguen siendo cifras modestas en comparación a los campeones del viento. En Alemania producen ya en torno al 20% del mix energético nacional, aunque lleva algunos años estancadas fruto de las regulaciones locales y del rechazo de parte de sus vecinos. Pese a ello, las cifras agregadas de China (437GW en 2028) o Europa apuntan a un crecimiento futuro.
Y a tenor del comportamiento de la naturaleza, espoleado por más vientos.
Imagen: Insung Yoon