¿Cómo es posible que vivamos en un país malo para jubilarse si, de hecho, se nos dice que los pensionistas de nuestro país reciben algunas de las pensiones más altas con respecto al salario de todo el mundo? El quid de la cuestión está en la viabilidad de nuestro modelo.
El índice de pensiones globales del Mercer CFA Institute, o el MCGPI. Se trata de un estudio integral de los sistemas de pensiones globales que lleva una década analizando cada año más de 50 variables de las pensiones de 43 países de todo el mundo, abarcando así a dos tercio de la población mundial. Los compara y les da notas. El valor del índice general para cada sistema representa el promedio ponderado de tres subíndices: adecuación, sostenibilidad e integridad. La adecuación tiene que ver con cosas como el nivel de prestaciones, ahorros y apoyo gubernamental. Que den buena cobertura, vaya. La integridad va sobre su regulación, su gobernanza o su protección. Es decir, que estén bien administrados. La sostenibilidad tiene en cuenta cuestiones como la demografía del país, el crecimiento económico o la deuda nacional. Que el sistema sea sostenible.
Los del instituto nos dicen que, en 11 años que llevan haciendo su análisis, las posiciones en el ránking y las notas de los sistemas en cada una de estas tres categorías apenas ha variado.
Ganadores y perdedores. Islandia debuta este año y consigue colocarse en el primer puesto. Entrando ya en países con algo más de población, Países Bajos y Dinamarca consiguen segundo y tercer puesto. Luego vienen los sospechosos habituales: Noruega, Australia o Israel, por ejemplo. A la cola se encuentran muchos países asiáticos, como Corea del Sur, Filipinas o Japón, aunque también México o India. De los 43 países, España ocupa el puesto 24 con una nota global de C, peor incluso que la nota de C+ que obtienen Francia o Estados Unidos. Alemania se nos va a la nota B. Estamos sólo un poco por delante de Colombia o Brasil.
España, ¿qué pasó? Este es el desglose de nuestras notas: En adecuación, un 72 sobre 100. En sostenibilidad, un 28 sobre 100. En integridad, 78 sobre 100. Es decir, en dos categorías somos notables, pero en el otro fallamos estrepitosamente. A muchos países de nuestro entorno también les baja duramente la nota el apartado de sostenibilidad (Francia obtuvo un 41, Alemania un 45), pero nosotros, junto a los italianos, somos escandalosamente malos en este apartado. MCGPI nos dedica un pequeño texto: nuestro sistema tiene “algunas características buenas, pero también grandes riesgos o deficiencias que deben abordarse, sin lo cual su sostenibilidad a largo plazo puede quedar en el aire”.
En realidad, ya lo sabíamos. Largo se ha hablado de la inviabilidad de un sistema en el que las nuevas pensiones ya son un 16% más altas que el salario más frecuente y donde tenemos ya una ratio de dos empleados por pensionista. En otros análisis se demostró que sólo Portugal, Grecia o Italia están en un peor punto para garantizar la sostenibilidad del sistema.
Soluciones. Las nos ofrece Mercer son las que ya conocemos. Para mejorar nuestra nota habría que aumentar las pensiones mínimas y su tasa de cobertura, pero también alargar la vida laboral y hacer que los mayores de 55 se mantengan en el mercado laboral, desincentivando de alguna forma las prejubilaciones. También creen en el fomento a la contrataciones de planes de pensiones de empleo (colectivos).
En qué andamos. El plan del actual gobierno para la reforma de las pensiones se enmarca bastante en esta receta, aunque añade otras vías, como aumentar los ingresos a la Seguridad Social vía Presupuestos (impuestos) y sacar las no contributivas para que aparezcan en otras partidas sociales. Es probable que, pese a todo, haya que hacer más ajustes. El factor de sostenibilidad que promulga ahora el PP incluiría una reducción de entre el 5 y el 6% cada diez años, por lo que los que se jubilen dentro de más de dos décadas perderían con respecto a las jubilaciones actuales hasta un 30%.
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