Millones de personas se desplazan anualmente con objeto de contribuir, colaborar, ayudar en países poco desarrollados. El fenómeno del voluntariado es uno de los sectores más boyantes dentro de una de las industrias más crecientes del planeta, el turismo. Con él surgen numerosos problemas morales y éticos, pero también prácticos. Un ejemplo es el de Renee Bach, misionera estadounidense que pasó una década en Uganda alimentando a niños malnutridos. 105 muertes después, se enfrenta a los tribunales por negligencia y fraude.
Los hechos. Lo relata NPR en un estupendo reportaje. Bach viajó a Uganda por primera vez en 2007, enrolada en un programa de voluntariado. Su destino fue Jinja, epicentro de una de las regiones más depauperadas del país. Impactada por las pobres condiciones de vida, decidió instalarse indefinidamente un año después, creando una caridad destinada a los niños malnutridos. Diariamente alimentaría a centenares de ellos. Su éxito fue tal que centros médicos de la zona solicitaron sus servicios para nutrir a infantes recién salidos del hospital.
Hasta ahí, bien.
El desarrollo. Sucede que durante el paso de los años Bach, sin formación universitaria ni conocimientos médicos, transformaría su proyecto en una organización destinada a los cuidados paliativos. "Serving His Children", el nombre de la caridad, recibiría a niños en precarias condiciones de salud, con neumonías severas, tuberculosis, infecciones y cuadros médicos graves. Bach contrataría a un grupo de enfermeras y técnicas sanitarias locales, pero a menudo intervendría en persona a los niños, pese a no tener formación médica. Contaría todo en su blog personal.
La denuncia. Transfusiones de sangre, terapias intravenosas y chequeos médicos variados formaban parte de sus acciones diarias. La caridad no contaba con licencia médica, y a menudo realizaba intervenciones severas sin garantías. Su tasa de mortalidad era muy alta: de los 940 niños malnutridos que llegaron a sus instalaciones, 105 perdieron la vida. Una tasa de mortandad por encima del 11%, cifras que, incluso bajo los limitados sistemas sanitarios de África Oriental, dispararon las alarmas.
Diez años después del inicio de su aventura, dos madres que perdieron a sus hijos en SHC, ayudadas por la ONG local Women Probono, han denunciado a Bach, ya de regreso a Estados Unidos. Ahora tiene una causa pendiente con la justicia ugandesa, al saltarse la ley y ofrecer servicios médicos sin estar preparada para ello.
La tendencia. El caso de Bach es un extremo, pero ilustra los conflictos del voluntariado. Como explica en primera persona otra voluntaria que trabajó en Jinja al tiempo que SHC, el impulso de ayuda proviene de cierto "complejo de salvador blanco". Occidentales que llegan a África con objeto de ayudar, y que impactados por la pobreza, e imbuidos de cierta superioridad, deciden ayudar obviando la legislación, a los técnicos y a los procedimientos locales. La historia se ha cubierto en EEUU desde una óptica crítica; pero hay medios, como Fox, y plataformas, como el National Centre for Life & Liberty, que sostienen esta óptica.
Otros casos. La industria del voluntariado se promociona como una forma ética y honesta de "viajar" y conocer mundo. Uganda es un destino muy popular entre los estadounidenses, con decenas de proyectos y empresas involucradas. Otros voluntarios, como J. B. MacKinnon, en Malawi, han escrito sobre la cultura de la explotación de la pobreza entre los proyectos y sus participantes (una forma de ganar prestigio social); y sobre las potenciales consecuencias negativas de la acción del voluntariado.
Hay más casos flagrantes. En Camboya, por ejemplo, la proliferación de proyectos de voluntariado ha duplicado el número de niños huérfanos (más de 10.000) pese a que el 70% de ellos tienen un progenitor vivo. Los padres entregan a sus hijos a las caridades en busca de una educación "occidental", y las organizaciones voluntarias, al tiempo, buscan más niños para recibir más fondos y donaciones. Es un círculo vicioso que, como se explica en este reportaje de The Guardian, rompe familias.
Industria. No hay cifras globales precisas sobre el número de voluntarios en el mundo. En 2008, un estudio los cifraba en 1,8 millones (seguramente sean más). El destino predilecto es África (en torno al 20% de ellos), y la mayoría son jóvenes universitarios o trabajadores de año sabático. El 45% de las organizaciones desplegadas sobre el terreno son religiosas (Bach llegó a Uganda financiada por iglesias evangélicas de Virginia, y su centro funcionaba como misión cristiana). Un estudio de la Universidad de Washington ilustró el principal motivo para enrolarse: desarrollar su carrera profesional.
Las propias empresas han comenzado a ofrecer programas de voluntariado a sus empleados, en una tendencia conocida como "Corporate Volunteering". La punta del iceberg del turismo de voluntariado y sus problemas asociados.
Imagen: No White Saviors
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