Unidos Podemos, la coalición electoral formada por Podemos e Izquierda Unida pero capitaneada por el primer partido, está segundo en un buen puñado de encuestas. De consumarse lo previsto por los sondeos, sería la primera vez desde los días dorados de UCD que un partido al margen del PP (y sus anteriores encarnaciones) o del PSOE se cuela entre los dos más votados de España. El histórico hecho, sumado a la vertiginosa velocidad con la que la formación morada ha logrado su crecimiento, plantea preguntas lógicas sobre su éxito. La más relevante, quizá, y una de las más discutidas entre politólogos y sociólogos, es el perfil de sus votantes. ¿Quién está votando a Podemos?
La respuesta es mucho menos sencilla de lo que pueda parecer. Por un lado, una intuición arquetípica sobre el comportamiento electoral en base al eje izquierda-derecha invitaría a pensar en una amalgama de trabajadores no cualificados, parados y perjudicados por la crisis. Es decir, clases bajas. Sin embargo, Podemos también tiene un claro componente joven y universitario, y su discurso político se ha orientado antes al populismo y a una retórica transversal arriba-abajo que ha tratado de superar los ejes ideológicos clásicos. De ahí que haya disparidad de opiniones y de gráficos: mientras unos argumentan que son las rentas bajas quienes les votan, otros opinan que son las más altas.
Lo cierto es que pese a los clichés, los partidos son más diversos de lo que pueda parecer. De ahí que se plantee una dicotomía interesante: ¿son las rentas más altas votantes de los partidos nuevos como Podemos o Ciudadanos o prefieren a un partido conservador y tradicional más afín, desde un punto de vista clásico, a las clases privilegiadas como el Partido Popular? Para descubrirlo, hemos hablado con Pepe Fernández-Albertos, politólogo y autor del libro Los votantes de Podemos: del partido de los indignados al partido de los excluidos, y con Pau Mari-Klose, sociólogo en la Universidad de Zaragoza.
Podemos y sus apoyos, depende de lo que mires
Conviene tener en cuenta que identificar al perfil de votante de cada partido político es relativamente sencillo. Como explican ambos, las encuestas ofrecen información suficiente para dibujar un modelo estándar de los apoyos de cada formación. Es cierto que existen algunos problemas (Albertos señala la reticencia del votante del PP a responder encuestas o a identificarse como tal en el contexto actual), pero son problemas muy menores suplidos por indicadores diversos "y un amplio abanico de variables de comportamiento político que permiten dibujar un perfil bastante aproximado", según Klose.
Siendo así, ¿hay algún tipo de obstáculo extra a la hora de identificar al votante de Podemos? "No necesariamente", responde Albertos. "Los electorados de los partidos actuales son 'coaliciones' muy heterogéneas de votantes, y los de Podemos también. Hay determinadas variables (por ejemplo, la edad, la ideología) que sirven mejor para definir al electorado de Podemos que el de otros partidos. En otras variables, es cierto que Podemos puede ser más transversal". Klose tampoco lo ve claro, pero sí apunta a cierto carácter homogéneo de sus apoyos que facilitaría saber quién está detrás de la formación morada:
Tienen un perfil bastante diferenciado. Son más jóvenes, suelen tener estudios altos o están estudiando y tienden a vivir en las grandes ciudades. Como muchos se han sacado estudios superiores o están estudiando, tienden a estar concentrados en hogares de clase media/media alta, aunque a algunos de ellos les vaya momentáneamente mal (jóvenes que están o han estado parados). Hay indicios, pero no lo sabemos bien, de que se nutra de segmentos significativos de clases medias que viven (y quizás procedan) de entornos socioeconómicos más desfavorecidos, y constituyan en muchos casos, las primeras generaciones que han estudiado y tienen empleos profitécnicos.
Y es aquí donde se dirime gran parte de la discusión. Para Klose, el votante de Podemos no proviene de un estrato social singularmente más desfavorecido que otros. Al contrario, y esto casa con el gráfico de Kiko Llaneras incluido al inicio del artículo, cuenta con una posición socioeconómica de relativo bienestar pese a que, hoy por hoy, sea víctima de la creciente precarización laboral que afecta a las generaciones más jóvenes. De ahí que el CIS, al incluir a muchos de ellos dentro de la unidad familiar de la que provienen (no están independizados) y a sus estudios, los englobe dentro de las clases medias-altas.
¿Pero es correcto realizar esa identificación? ¿Un joven con los estudios universitarios terminados que vive con sus padres pero tiene un trabajo a media jornada es clase media-alta? "No tenemos una definición clara, compartida, sobre lo que es clase alta o clase baja", opina Albertos. "El CIS ofrece, de manera poco controvertida en términos sociológicos, una clasificación de clases basada en la ocupación. Como las ocupaciones más típicas de los jóvenes, asociadas a títulos universitarios, tienden a ser clasificadas como de clases medias-altas o altas, pues aparecen muchos votantes de Podemos de clase alta".
Y añade:
Por contra, hay un sesgo generacional muy fuerte en dirección contraria en otras clases sociales del CIS, como "obreros de baja cualificación". Uno rasca en los datos, y ve a profesores de secundaria, enfermeros con contratos temporales, o diplomados de magisterio en paro entre esos votantes de "clase media/alta o alta" que votan a Podemos. Dicho esto, por supuesto que Podemos también atrae a votantes más acomodados, pero creo que es extremadamente problemático decir que es de ahí donde residen la mayor parte de sus apoyos.
Es decir, el carácter más alto o bajo de los apoyos de Podemos depende también de la interpretación de los datos que ofrece el CIS. Los estudios y la clase de los padres tienden a ser un buen identificador de las posibilidades futuras de una persona, pero hoy, en el contexto económico derivado de la crisis, ese carácter futuro torna en soñado. Por un lado, tenemos a un puñado de universitarios que provienen de clases medias-altas engrosando las filas y acudiendo a las urnas con la papeleta de Podemos en la mano, pero, por otro, tenemos a trabajadores precarios y parados permanentes aún al abrigo de la unidad familiar.
El punto intermedio y las clases medias
Lo anterior contribuye a explicar por qué en el gráfico insertado al principio de este artículo los votantes de Podemos crecen conforme crece su renta, pero también por qué puede ser peligroso asociar el fenómeno a "clases altas" dando su apoyo a una formación que, tras su alianza electoral con Izquierda Unida, está más escorada hacia la izquierda que nunca. Como en cualquier pregunta binaria que se plantee en política, es posible que la respuesta se halle, como siempre, en el punto intermedio. Y ese punto intermedio, si hablamos de perfiles demográficos, nos dirige irremediablemente a las clases medias.
Sin embargo, estas tienen sus propias particularidades que las hacen igualmente complejas. Lo vimos en su momento en este artículo sobre quiénes son clase media y por qué todo el mundo tiende a autoenglobarse en tal categoría. La clase media se ha convertido en un cajón de sastre donde todo el mundo parece tener cabida, aunque, observando las encuestas del INE, no sea así. Tampoco es la clase media aquella que más ha sufrido los efectos de la recesión, y es aquí donde entra en juego el papel Podemos (sumado a Izquierda Unida) y su teórica catalización en las urnas de descontentos y perdedores de la crisis.
"Hay una presunción de que la crisis ha tenido grandes efectos sociales (cierto) y de que los principales golpeados por la crisis abanderaron las movilizaciones por el cambio político que están en el germen de Podemos (falso)", opina Klose. Y añade: "Los grandes golpeados por la crisis son las clases más desfavorecidas, y éstas no están detrás del 15-M, ni de las Mareas, ni de Podemos. La mayoría están desmovilizadas, como lo han estado tradicionalmente, o mantienen inercias en su apoyo político, fundamentalmente al PSOE". Y de ahí el apoyo al PSOE de las rentas bajas. Podemos, según Klose, sería un partido de clase media, pero no de los auténticos perdedores de la crisis, de las clases bajas.
Pese a su pérdida progresiva de votos, el PSOE aún resiste como el bastión de los trabajadores de cuello azul. Coincide Albertos en este sentido: "Hay un fuerte componente generacional en eso que las encuestas clasifican como clase obrera, y en parte eso explica lo bien que el PSOE resiste en ese segmento de votantes, que son, por cuestiones también generacionales, de preferencias políticas, de prioridades, de socialización política, más difíciles de atraer para Podemos". El desfavorecido de Podemos, su perdedor de la crisis, es más eventual que estructural, más joven y menos enraizado en la economía tradicional.
Con todo, parece complejo sugerir que el votante de Podemos tiende a aglutinar mejores apoyos entre las rentas más altas que el Partido Popular, partiendo de una base simple: es difícil comparar los electorados de ambos partidos. Como explica Klose, el votante del PP es muy heterogéneo (aunque cada vez menos), y tendía a aglutinar tanto a trabajadores de clase baja de valores conservadores y tradicionales como a sectores agrícolas del mundo rural como a grupos de marcado carácter privilegiado. Podemos tiene una cintura más estrecha.
Y dentro de esa estrechez, de progresivo ensanchamiento para agrado de Errejón, encuentra pocos amigos entre los barrios urbanos de las grandes capitales donde se aglutina la clase alta: "En su sentido clásico, altas se reserva a un grupo muy pequeño de plutócratas, que son propietarios de los medios de producción o concentran la riqueza. Podemos no creo que coseche buenos resultados allí. Los resultados en los barrios y urbanizaciones exclusivas donde estos grupos se segregan (La Moraleja o Pedralbes) son bastante malos", explica el sociólogo.
"Tanto si uno ve los datos por mesas, como los datos de encuestas, creo que es poco controvertido decir que en media las condiciones económicas de unos y otros son diferentes: mejores para el electorado popular, peor para el de Podemos", añade Albertos. Pese a su transversalidad, argumenta, el PP sí tenía "un sesgo (pequeño) hacia los sectores más acomodados, que era lógico que se magnificase en la competición política", como ha tendido a hacer Pedro Sánchez durante las dos últimas campañas electorales. La retórica ideológica y económica del PP no se dirigía exclusivamente a los más adinerados, y su defensa de la estabilidad le permite crear grandes mayorías transversales.
Podemos, su presente y su futuro
El crecimiento transversal de Podemos en las encuestas, aunque aún tímido, adelanta las futuras posibilidades de la formación de Iglesias, y su capacidad de aglutinar en el futuro apoyos mayoritarios en distintos segmentos sociales (como las clases obreras y las rentas más bajas) que aún se le escapan. En esencia, y respondiendo a la pregunta que plantea el titular de este artículo, es complicado aseverar que son "las clases altas" y más privilegiadas, como se ha hecho en base a las encuestas, aquellas más entusiastas en su apoyo al partido morado.
El votante medio de Podemos, aquel sobre el que ha logrado su repentino, muy rápido y muy espectacular crecimiento electoral, proviene de clases medias con estudios universitarios cuya estabilidad laboral y económica se ha tambaleado con la crisis, pero también de jóvenes que enlazan un trabajo temporal y precario con otro y que ansían un urgente cambio político. Un perfil que se ha escorado a la izquierda, posiblemente, tras su coalición con Izquierda Unida, pero que también, como explica Albertos, le ha permitido salir de su anterior e insostenible indefinición ideológica. ¿Podrá desde ahí ensanchar su base futura?
Es la ambición de Errejón e Iglesias, y un estatus, el de transversalidad, hace tiempo alcanzado por el PP. Pese al sesgo hacia las clases acomodadas y las élites dirigentes, el electorado popular es muy heterogéneo y transversal, capaz de aglutinar grandes apoyos en todos los segmentos sociales, también entre las clases obreras. Hoy, al final, es más sencillo tratar de identificar al votante de ambos por edad que por clase social. El de Podemos, joven, y el del PP, pensionista. Como hemos visto, el carácter socioeconómico de ambos es más complejo de entrever (pero también una tarea mucho más apasionante).
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