Vuelos con destino a ninguna parte: la idea de Singapur Airlines para reactivar el turismo

Durante un breve periodo de tiempo los cielos se vaciaron. El cierre de fronteras y los confinamientos declarados por la mayoría de países paralizaron los vuelos nacionales e internacionales. Desde entonces el sector se ha recuperado sólo parcialmente: a día de hoy, el volumen de vuelos registrados en todo el mundo a lo largo del año es un 47% inferior al del año pasado a la misma altura. Estamos viajando menos. Lo que está repercutiendo en el futuro de las aerolíneas.

Supervivencia. Lo vimos a cuenta de los diversos proyectos de rescate y/o nacionalización anunciados por los gobiernos europeos. Sin viajeros, sin vuelos que fletar, las aerolíneas entran en crisis. Por lo que necesitan ideas alternativas. Singapur Airlines ha tenido una sorprendente: vuelos de ida y vuelta con destino a ninguna parte. Un viaje de hasta tres horas a miles de kilómetros de altitud sin que el destino sea importante. Porque no lo es. Se aterriza y se despega en el mismo aeropuerto.

Movimiento. Al parecer, la aerolínea cuenta con el apoyo del Consejo de Turismo nacional. Sus planes para reactivar el turismo interno son ambiciosos. En agosto, el gobierno anunció $320 millones de euros en bonos y cupones para "reactivar" el consumo y los desplazamientos. Los billetes a ninguna parte estarían parcialmente subvencionados. No es una práctica atípica desde que la epidemia paralizara la economía. Italia o Reino Unido, entre otros, han planteado ayudas de escala muy similar.

Por qué. El motivo es doble. Por un lado, tanto Singapur Airlines como el aeropuerto de Changi, el único que posee la pequeña nación, se han visto particularmente afectados por la paralización de los vuelos internacionales. Singapur obliga a una cuarentena de dos semanas para todos los viajeros que aterricen en el país, además de a una pulsera que monitoriza en todo momento sus movimientos. A nivel interno, las autoridades han desincentivado los viajes a otros países.

Todo ello se traduce en una pérdida de ingresos. Ingresos a suplir con vuelos que no llevan a ninguna parte, porque no hay a dónde ir. Por otro, la aerolínea necesita sumar horas de vuelo a sus tripulaciones para mantener en vigor sus certificados y sus slots aeroportuarios. Es una práctica que han seguido otras aerolíneas.

Mover hierro. En marzo, cuando millones de personas afrontaban un confinamiento incierto, Europa asistió a un espectáculo inédito: todas las aerolíneas estaban moviendo sus aviones vacíos. Sin gente. Quemando combustible para nada. El problema residía en la legislación comunitaria, que obligaba a todos los operadores a fletar el 80% de sus franjas horarias sin no querían perderlas a manos de la competencia. Ante esa tesitura, era preferible tirar combustible a tener los aviones en tierra.

Experimentos. Singapur Airlines ha hecho de la necesidad virtud, ofreciendo ¿placenteros? viajes por las alturas por el mero hecho de contemplar las vistas. La idea no es del todo original. En agosto, EVA Air (Taiwán) ofreció otro viaje a ninguna parte a bordo de una avión temático de Hello Kitty. Y en Australia, Antarctica Flights lleva años operando vuelos turísticos para contemplar la Antártida desde las alturas (a través de Qantas, la aerolínea nacional). Sin aterrizaje. Sólo observar.

Imagen: Martin Widenka/Unsplash

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