Las empresas de todo el mundo se las prometían muy felices a la vuelta del verano. Con gran parte de la población occidental vacunada y las incidencia acumulada bajo mínimos, era hora de poner punto y final al Gran Experimento del Teletrabajo. Su adopción había sido forzada en primer lugar, y grandes corporaciones como Amazon o Google, tan referentes para todo, habían decidido cortarlo tras un año de epidemia. Septiembre marcaría un punto de retorno a la oficina.
Hasta que llegó Delta.
La tendencia. La relata en este reportaje The Wall Street Journal: grandes empresas como Wells Fargo, Centene, Dell o Lyft han puesto en cuarentena su regreso a la oficina o lo han postergado indefinidamente con la vista puesta en 2022. Amazon es el caso más paradigmático: tras renegar del trabajo en remoto y anunciar una ambiciosa vuelta a la oficina se ha visto obligado a suspenderla ante el repunte de casos en Estados Unidos. Septiembre ya no es un horizonte razonable. Nos vamos a enero.
¿Por qué? El caso estadounidense es particular. Como hemos visto en artículos anteriores, su ritmo de vacunación se ha ralentizado durante los últimos dos meses. Hay grandes bolsas de población que no desean inmunizarse. Sólo el 50% de la población está completamente vacunada, un porcentaje estancado y que avanza entre grandes obstáculos. Esto, al igual que en España, ha provocado un radical repunte de los contagios durante las últimas semanas. La "quinta ola" supera ya a la segunda y ofrece un ángulo muy similar al de la del pasado invierno.
Los fallecidos también han aumentado, aunque mucho menos.
Los riesgos. En Europa el riesgo es menor. España, por ejemplo, ha vacunado ya al 70% de su población y ha inmunizado completamente al 60%. En Estados Unidos el cálculo, Delta mediante, es mucho más delicado. "Creo que podemos decir que todos estamos sintiendo una mezcla de precipitación, ansiedad, frustración y confusión. Pero llegaremos. Seguid cuidándoos", explicó a sus empleados el presidente de CEO al tiempo que prorrogaba otro mes el regreso a la oficina. La epidemia, una vez más, ha enviado al garete todas las previsiones.
No hay normalidad. Septiembre debía ser un "retorno a la normalidad". Uno que ahora mismo no es más que una utopía. Como hemos visto en otras ocasiones, el coronavirus ha modificado nuestro concepto de "normalidad": millones de trabajadores en todo el mundo han dejado sus empleos voluntariamente, ya sea mediante la dimisión o la prejubilación, y otros tantos millones se lo están pensando. Como narra este artículo de Fortune, muchas compañías se han aferrado a viejos dogmas (la oficina, las jornadas 8/5) en contra de las preferencias de sus empleados.
Esta otra pieza de Bloomberg arroja algo de luz al respecto. No sólo se trata de la oficina, la mera idea de "trabajar cinco días a la semana" está en entredicho aunque las empresas se resistan a debatirlo. En palabras de Nick Bloom, profesor de Economía en Stanford:
Delta es probablemente el último clavo en el ataúd del regreso a la oficina cinco días a la semana. Fue una opción durante la fase inicial de la pandemia, en el verano de 2020, pero se ha vuelto progresivamente improbable cuando llegó hasta 2021 y todos nos acostumbramos a trabajar desde casa.
La batalla. Lo que sugieren estos y otros artículos es que aquellas empresas que deseen retomar la vida allá donde la dejamos en febrero de 2020 resultarán menos atractivas para los trabajadores cualificados, aquellos que pueden teletrabajar y que ya no ven con buenos ojos una asistencia fija y ordenada a la oficina. Sí, aunque esto implique recortes salariales, como parece inevitable si elegimos el remoto. Lo que nos espera los próximos meses (años) no es un retroceso, sino una larga batalla por el futuro de las relaciones laborales entre empleados y empleadores.
De momento, Delta ha favorecido a los segundos.
Imagen: Campaign Creators/Unsplash
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