La clave del innovador desarrollo que se está llevando a cabo en Valencia es una material cerámico
En clave meteorológica, vivimos más que nunca tiempos impredecibles. Veranos convertidos en inviernos y viceversa, inundaciones cuando, supuestamente, no toca, o épocas de sequía dónde antes el agua no era un problema. Además, hay que añadir problemas derivados a las imprevistas precipitaciones. En pleno siglo XXI, parece que todavía no hemos dado con una solución clave a las lluvias torrenciales que se dan en muchos pueblos y ciudades. Eso podría estar a punto de cambiar.
DRAIKER. Aunque todavía en fase de pruebas, lo que tienen entre manos la unidad de innovación del Instituto Valenciano de Competitividad e Innovación (Ivace+i) financiando al Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) promete. Su nombre: DRAIKER. En esencia, estamos ante un nuevo tipo de pavimento urbano permeable con la capacidad de drenar hasta 10.000 litros de agua por metro cuadrado (la hora) durante épocas de lluvias torrenciales.
La clave: cerámica. El material que hace toda la “magia” es un adoquín que se ha construido con cerámica sostenible. Tal y como cuentan en el proyecto, una vez que se ensambla y se realiza la instalación en seco, el sistema es capaz de paliar los efectos negativos de los altos índices pluviométricos (siempre hablando en términos de lluvias fuertes o torrenciales), y permite drenas el agua hacia la tierra, nutriendo así los acuíferos.
Según han explicado, “lo que se pretende es extender el uso de este tipo de pavimento, transfiriendo y difundiendo los resultados entre el conjunto de las empresas fabricantes de baldosas cerámicas, con la intención de propiciar su fabricación y utilización en espacios urbanos”.
Construcción del material. Los investigadores partieron de un pequeño módulo cerámico a partir del cual fueron diseñando las características que luego pasaron a validarse en laboratorio. La segunda fase consistió en la producción a escala semiindustrial de un conjunto de estos módulos cerámicos.
La idea final: instalar esta primera partida experimental en las instalaciones de la Universitat Jaume I de Castellón (UJI), donde durante un mes están realizando ensayos del pavimento para validar su comportamiento tanto técnico como hidráulico.
Éxito en los tests. Para poner en contexto los excelentes resultados del invento hasta ahora, acudimos a las regulaciones de los ayuntamientos. Por ejemplo, en Madrid o Barcelona, las guías exigen permeabilidades iniciales superiores a los 2.000 litros por hora y metro cuadrado, mientras que en otros como el de valencia o Castelló de la Plana, se pide que los valores exigidos de permeabilidad inicial sean superiores a los 4.500 litros la hora por metros cuadrado.
Bien, en las primeras pruebas y ensayos del proyecto DRAIKER, los investigadores se han encontrado con valores donde la permeabilidad superficial del pavimento estaba muy por encima de lo que requieren actualmente las guías de diseño que establecen permeabilidades mínimas iniciales en los ayuntamientos. El próximo 16 de julio será el día en que se muestren todos los resultados obtenidos en los tests.
Otras soluciones. La búsqueda de ideas que puedan paliar los desastres que traen las lluvias extremas y sus inundaciones no es nueva. Al margen de que podamos enfrentarnos con más o menos frecuencia a tormentas de gran impacto, los expertos alertan ya de que desde finales del siglo XIX el nivel del mar ha aumentado 20 centímetros y a finales del XXI podría subir aún más de un metro.
Por supuesto, hay soluciones de todos los tipos y con mayor o menor “inventiva”. Desde el uso de ostras hasta diques de ocho kilómetros, cualquier cosa es válida para armarnos ante un clima tan incierto como peligroso.
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