¿Qué pasa cuando un grupo de personas pasa varias semanas sin contacto con el Sol, relojes ni cualquier herramienta de medición del tiempo? Que, a medida que pasan los días, pierden la noción del tiempo sin indicio alguno que les ayude. Recientemente un grupo de 15 franceses realizó el experimento durante 40 días, pensaron que apenas había pasado un mes.
Según relata The Guardian, el experimento Deep Times acabó a las 10:30 am hora local del sábado 24 de abril. De la cueva de Lombrives en Ussat les Bains, Francia, salieron 15 personas sonrientes y con gafas de sol. Habían pasado 40 días sin ver la luz del Sol y finalmente el experimento había acabado.
El experimento, según relata la propia web del mismo, busca entender cómo los seres humanos se adaptan y trabajan juntos para recrear la sincronización fuera de los indicadores habituales (Sol, relojes, calendarios...). Ha sido llevado a cabo por el Instituto de Adaptación Humana e incluyó unos 50 protocolos de investigación para extraer todo tipo de información sobre él.
Sin Sol que nos guie
La razón por la que el experimento se ha llevado a cabo en una cueva es para evitar cualquier contacto con la luz solar y otros indicadores del tiempo. El equipo dependió totalmente de luz artificial y si bien tenían instrumentos tecnológicos, no había reloj alguno que les ayudase a guiarse ni tampoco conexión con el exterior.
Cuando salieron y se les preguntó cuánto tiempo había pasado, la mayoría de ellos aseguraron que alrededor de 30 días. Uno llegó a decir incluso 23 días. Los diez días extra que el equipo de pruebas había perdido se debió simplemente a que sus cuerpos perdieron la noción del tiempo, probando que los ciclos internos no son tan buenos como pensábamos si no tienen algún tipo de guía como puede ser la salida y puesta del Sol. Ya había alguna que otra prueba sobre esto.
Sin ningún reloj o guía, los participantes del experimento tuvieron que confiar en las señales propias de sus cuerpos para determinar cuándo dormir, comer o qué hacer. El equipo pensó que habían pasado 30 días teniendo en cuenta los ciclos de sueño que realizaron. Lo interesante aquí es cómo consiguieron a pesar de todo tener más o menos una sincronización del sueño entre todos (aunque fuese diferente al tiempo real).
Si nos basáramos en las estimaciones de los participantes, cada día duraría unas 32 horas. Los primeros días del experimento probablemente fueron mucho más precisos y cercanos a las 24 horas, pero a medida que pasaba el tiempo estos días se fueron extendiendo y seguramente se habrían extendido más.
Experimentos como este nos pueden ayudar a entender mejor cómo nuestro cuerpo funciona y cómo responde al entorno en el que se encuentra. ¿Una aplicación real en el futuro cercano? La vida en otros lugares del Sistema Solar como la Luna o Marte, donde los días no duran 24 horas como aquí.
Vía | The Guardian
Más información | Deep Time
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