¿Puede Apple Watch ayudar a mejorar la salud no ya de un usuario aislado, sino de todo un país? Entre las novedades que Tim Cook presentó ayer en la Keynote, el anuncio de que "Singapur será el primer país que ofrecerá ventajas a la gente que use Apple Watch para mantenerse en forma" puede parecer una (otra) excentricidad asiática, pero abre una serie de cuestiones muy interesantes sobre el papel de la salud digital en el mundo actual.
El acuerdo, el primero de este tipo al que llega Apple con un país entero, se orientará básicamente a fortalecer los hábitos saludables de los participantes y pondrá todo el potencial de monitorización y gamificación del ecosistema de Apple Heath en ello. Singapur, por su parte, pondrá 380 dólares singapurenses (235 euros al cambio) en total. ¿Funcionará? No es la primera vez que Singapur pone en marcha algo parecido y, aunque lamentablemente no tenemos datos aún del resto de programas, sabemos que tiene el potencial de funcionar. Toca ver si tienen la tecnología para conseguirlo.
¿Cómo funciona el programa?
Los singapurenses que quieran acogerse al programa (de dos años de duración) necesitarán tener un Apple Watch y una aplicación, LumiHealth, que aún no está disponible en la App Store. A través de la app, los usuarios que realicen actividades como natación, meditación caminar, dormir mejor o participen que participen en programas de salud pública como las campañas de vacunación podrán obtener ciertos incentivos financieros.
Myoung Cha, el responsable que coordina el programa por parte de Apple Health, explicaba en la CNBC que el objetivo era construir algo que los ciudadanos realmente usaran. Por ello, la idea es que diversos médicos y expertos en fitness diseñen tareas basándose en factores sociodemográficos (edad, generación o peso) de tal forma que los desafíos que presenta el sistema se adapten a la realidad de cada usuario.
¿Qué busca Singapur?
El objetivo más evidente es ahorrar dinero. Singapur ofrece atención médica universal a sus 5,6 millones de ciudadanos a través de un sistema mixto en el que el gobierno se hace cargo de algunos gastos de la atención sanitaria (en principio, los más importantes), mientras que los pacientes tienen que pagar primas, copagos y seguros.
La estrategia de Singapur, según han explicado, estaría en probar si este tipo de programas puede ayudarles a reducir la factura sanitaria en el futuro y así mejorar la estabilidad del sistema de salud del país. De hecho, esta no es la primera vez que Singapur pone en marcha un programa de este tipo como medida para ahorrar gastos sanitarios. El año pasado, en 2019, llegó a un acuerdo con Fitbit para hacer algo similar. Lamentablemente, la irrupción del COVID unos pocos meses después del inicio del acuerdo ha impedido que tengamos datos fiables sobre su eficacia.
¿Qué busca Apple?
Apple lleva años inmersa en una especie de 'giro saludable' por el que han tratado de incluir en su ecosistema numerosas aplicaciones de salud. Los resultados hasta ahora parecen positivos, aunque algunas de sus funcionalidad han recibido mucha contestación desde la profesión médica. Con este programa, además de una suerte de ayuda económica para quienes compren el Apple Watch con estos fines y un programa de fidelidad financiado por el mismo estado, Apple se garantiza una enorme cantidad de datos que poder usar en el futuro.
Y también un precedente. Es cierto que en EEUU, Apple ya está trabajando con aseguradoras privadas como Aetna en programas similares, pero aún no había conseguido un acuerdo de país. En muchos sentidos, la gran ballena blanca de Apple Health y de cualquier actor en salud digital es conseguir integrarse de forma directa con los sistemas de salud nacionales. El éxito del programa en Singapur puede ayudarle y mucho en este sentido.
Pero, ¿funcionará?
Es difícil decirlo hasta que veamos el sistema en acción. Por lo que sabemos, los dispositivos de este tipo pueden tener éxito en mejorar la salud de los ciudadanos siempre y cuando se centren en comportamientos de salud y estén bien personalizados. En este sentido, la experiencia de Singapur puede ser un enorme experimento para estudiar hasta qué punto intervenciones sanitarias como estas pueden escalar sin dificultades. Puede parecer sencillo, pero no lo es en absoluto.
Se trata, de hecho, del gran desafío de la medicina digitalizada en los próximos años. Sabemos que ya es muy difícil ofrecer la mejor medicina disponible sin tener un sistema de IA ayudando, pero el siguiente paso será el crucial: hasta qué punto los nuevos dispositivos electrónicos permitirán revolucionar la atención sanitaria. La respuesta, afortunadamente, la tendremos en breve.
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