Un 300% más que en 2018: el sarampión no deja de crecer y ninguna región del mundo se libra de la epidemia

112.163. Ese es el número de casos de sarampión que ha registrado al OMS durante el primer trimestre del año. Durante el año pasado, en los mismos tres meses del año, solo se habían contabilizado 28.124 enfermos. Es decir, el sarampión, una enfermedad que hace un puñado de años estaba en franca remisión, ha crecido un 300%.

Insisto, un 300%. Los países que sufren enormes picos de sarampión se cuentan por decenas (170 este año frente a los 163 del anterior) y no hay región del mundo que no sufra un aumento sostenido de la enfermedad. Llegados a este punto, estoy totalmente convencido de que la historia de la vuelta del sarampión pasará a los libros de historia como una de las cosas más incomprensibles de la sanidad global de nuestros días.

El evitable retorno del sarampión

Crece en todas las regiones, aunque no en todas por igual. África se lleva la palma y es la región más afectada, con un incremento del 700% en los tres primeros meses del año. Europa aparece en segunda posición (con crecimientos del 300%) seguidas del Mediterráneo oriental (100%), América (60%) y la región del sudeste de Asia y el Pacífico occidental (40%).

Si hacemos un poco de zoom, según los datos de la OMS países como República Democrática del Congo, Etiopía, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Madagascar, Birmania, Filipinas, Sudán, Tailandia y Ucrania encabezan las estadísticas del problema. Aunque, claro, hablamos de una epidemia muy seria que va más allá de los ránquines y está provocando "numerosas muertes, principalmente entre los niños de menor edad".

Uno de cada diez. Sobre todo, porque como reconoce la propia OMS, estiman que estos datos sólo recogen un diez por ciento de los casos reales que hay en el mundo. Es decir, la epidemia es mucho más grande, profunda y seria.

El retorno. No debemos olvidar que hasta hace un puñado de años, 2016, las cifras de sarampión habían ido bajando año a año. Fue entonces cuando la erosión de los sistemas de salud debido a la crisis internacional, las guerras civiles, la desigualdad y los movimientos antivacunas invirtieron la tendencia.

Es decir, y no me cansaré de insistir en esto, el crecimiento de todas estas enfermedades infecciosas que habíamos conseguido casi erradicar no es algo natural, sino algo profundamente enraizado en las zonas de sombra (social, política y económica) que dejan los Gobiernos de medio mundo; no importa si están industrializados o no. Es decir, es un problema que tiene solución.

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