En las últimas semanas, la tos ferina está revolucionando las urgencias de todo el país. La última comunidad en sufrir un brote parece ser Asturias, pero Madrid, Andalucía, Cataluña, Canarias y muchas más ya han visto como los números de infectados crecían de repente.
La pregunta que se hace todo el mundo parece ser: ¿por qué aumenta el número de casos de tos ferina si seguimos inmunzando a los niños como siempre y el 90% de la población está vacunada?
¿Qué es la tos ferina? Pero empecemos por lo más básico. La tos ferina es "es una infección bacteriana aguda causada por Bordetella pertussis o por Bordetella parapertussis, patógenos exclusivamente humanos que pueden afectar a individuos de todas las edades". Se trata de una enfermedad altamente contagiosa que es especialmente peligrosa en bebes y niños de corta edad.
El boom de 2024. La Bordetella pertussis, como otros tantos patógenos, estuvo desaparecida de nuestras vidas durante buena parte de 2020, 2021 y 2022 gracias a las medidas de distanciamiento social de la pandemia. El año pasado volvió a nuestras vidas de forma más bien discreta y la sensación generalizada es que ahora está creciendo muy rápido.
Por suerte, no es necesario recurrir a sensaciones. La tos ferina es una enfermedad de declaración obligatoria. Es decir, en cuanto se diagnostica un caso, los sanitarios están obligados a dar parte de él. Gracias a ello, la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica cuenta con informes actualizados sobre la evolución de la enfermedad.
Durante la semana 6 de 2024, la última de la que tenemos datos, se declararon 642 casos. En la misma semana de 2023, se declararon 9 en todo el país. Y no es solo cosa de esta semana: a estas alturas del año pasado, se habían acumulado 47 infectados; hoy estamos en 2531.
¿De verdad tenemos una epidemia? No obstante, los números absolutos pueden darnos poca información. La tos ferina tiene brotes poco regulares. Mientras en 2015 detectamos casi 10.000 casos, en 2013 no llegamos a los 2.500.
Por eso, en este contexto, es interesante fijarnos en el índice epidémico. En condiciones normales, un índice epidémico del 1,25 nos dice que la incidencia es alta. Pues bien, el índice ahora mismo está en 71,33. Había mucha tos ferina en febrero en España y, en ese sentido, es normal que ahora siga habiendo mucha.
¿Qué está pasando? En principio, no parece que haya ninguna novedad en el frente. Como explicaba anteriormente, la variabilidad de los brotes de tos ferina ha sido muy alta. De hecho, desde hace casi 40 años, los investigadores han detectado un crecimiento de la enfermedad. En España sin ir más lejos, desde 2010, los casos por cada 100.000 habitantes se multiplicaron por 6. Ahora mismo, la tos ferina es la enfermedad inmunoprevenible más frecuente en los países desarrollados.
Esto se debe por una mejora en las técnicas de diagnóstico, a las medidas contra la infradeclaración y a la decadencia de la inmunidad natural o artificial (el recuerdo inmune de la enfermedad y de la vacuna se pierde con el tiempo). No es raro que la incidencia se derrumbara a partir 1996 cuando se introdujo la cuarta dosis y luego empezara a subir.
Poco a poco, las personas con inmunidad debilitada van creciendo en número y se convierten en el caldo de cultivo perfecto para la enfermedad. Desde hace años, de hecho, los pediatras piden una dosis de recuerdo de la vacuna a los 14 años, pero la administración no la ha implementado.
¿Deberíamos preocuparnos? Por el momento, lo cierto es que los números se mueven dentro de la normalidad. Una normalidad problemática porque no debemos olvidar que la tos ferina es un enorme problema de salud pública.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2008 hubo alrededor de 16 millones de casos y 195.000 muertes por tos ferina en el mundo. Eso sí, más del 95% correspondió a países en desarrollo. Esto nos da claves para entender que los brotes de la enfermedad son, también, un indicador de los problemas de equidad, accesibilidad y permeabilidad del sistema de salud.
Imagen | Anjanettew
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