La irrupción de nuevas variantes del coronavirus y los efectos de la tercera ola están poniendo contra las cuerdas a muchos países de nuestro entorno y les está obligando a tomar medidas más estrictas. Austria hizo obligatorio el uso de mascarillas FFP2 en supermercados y transporte público en 26 de diciembre junto a otro paquete de medidas como ampliar la distancia de seguridad o reforzar el teletrabajo en todo el país.
Pero ha sido con Alemania y su prohibición de las mascarillas higiénicas (mascarillas caseras, de tela o no profesionales) en espacios públicos, primero; y con las recomendaciones de Francia en el mismo sentido para ayudar a frenar la expansión de las variantes británica y suafricana, más tarde, que las dudas e incertidumbres en torno a las mascarillas ha vuelto al debate público.
Sobre todo, porque ayer mismo Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, aseguraba que las previsiones que manejan apuntan a que, pese a que en la actualdiad la "cepa británica" representa solo un 5% de las infecciones del país, "a medidos de marzo" podría ser dominante en España con entre un 40 ó 50% de los casos. ¿Debemos de abandonar las mascarillas higiénicas?
¿Qué sabemos de las nuevas cepas?
Cuando justo antes de Navidad, el primer ministro de Reino Unido anunció que habían identificado una nueva "variante" del coronavirus SARS-CoV-2 mucho más contagiosa de lo esperado, Europa se puso patas arriba. Casi al mismo tiempo una variante (también, en apariencia, más contagiosa de la variante estándar), fue identificada en Sudáfrica. Pocas semanas después, Japón encontraba una nueva variante proveniente de Brasil.
No era una sorpresa y, de hecho, los expertos venían avisando desde hace meses que las nuevas variantes no iban a dejar de aparecer y que los sistemas de vigilancia epidemiológica debían estar preparados. Fundamentalmente, porque ya habíamos visto los efectos de la aparición de una nueva mutación en el brote que sorprendió al norte de Italia a finales de febrero de 2020.
Es cierto que durante semanas el funcionamiento exacto de las nuevas variantes ha sido una gran incógnita y, pese a las medidas iniciales de los países europeos, nadie estaba seguro de si el crecimiento de la nueva cepa se debía a que, efectivamente, era más contagiosa o era un espejismo furto del arranque de la tercera ola en Reino Unido. Estos días, pese a no tener aún datos precisos, la hipótesis de que la "cepa británica" va a convertirse en la principal variante de toda Europa ha ganado peso. Y eso tiene consecuencias.
La consecuencia principal es que, si la variante de verdad tiene mayor transmisibilidad, las estrategias que usábamos hasta ahora van a funcionar peor: van a reportar peores cifras de contagios, hospitalizados y fallecidos. Es decir, que para mantener los mismos resultados hay que hacer más estrictas y eficaces las medidas en vigor.
¿Qué papel tienen las mascarillas en esto?
Durante estos meses de pandemia hemos hablado mucho sobre mascarillas y, en general, podemos decir que hay tres tipos de mascarillas de uso generalizado:
- las higiénicas: el término que usamos para referirnos a todas esas mascarillas de tela, caseras o no, que no tienen homologación sanitaria y que, básicamente, cubren la nariz y la boca con materiales no aptos para uso profesional. Su efectividad depende del material que usen y de lo bien que se ajusten, pero en general no es muy alta.
- las quirúrgicas: es decir las mascarillas de tela o papel (liso o plisado) que se usaban tradicionalmente en el ámbito hospitalario, bloquean al menos 95% de las partículas de más de 3 micrómetros. Es cierto que, al no ser herméticas, funcionan mejor para no contagiar que para no ser contagiado; pero, en todo caso, su seguridad es mucho más alta que las de las higiénicas.
- las FFP2 (o sus equivalentes N95, KN95, etc...): Este tipo de mascarillas suman un mejor filtrado (en torno al 95% de las partículas mayores de 0,6 micrómetros) con una forma y unos ajustes que aíslan las vías respiratorias mucho mejor que las anteriores. Existen mascarillas mejores (FFP3), pero por ahora se reservan para hospitales y personal sanitario.
Lo que están haciendo los países europeos con la prohibición de las mascarillas higiénicas en supermercados, medios de transporte y otros espacios públicos es elevar el nivel de eficacia de las mascarillas. En la última rueda de prensa, Fernando Simón descartó que en España fuera necesario aplicar este tipo de medidas por el momento (salvo quizás en "casos concretos"). Pero lo cierto es que, si las previsiones que el mismo Ministerio maneja van cumpliéndose, la recomendación de FFP2 probablemente terminará por extenderse a nuestro país.
Aunque es cierto que las mascarillas son solo una pieza más en las estrategias de control de la pandemia, no hay que olvidar que, según los datos epidemiológicos del Ministerio de Sanidad, desconocemos el origen de en torno a un 60% de los casos que se diagnostica en el país. Así, con este velo de ignorancia y sin hacer lecturas apresuradas de las modas pandémicas, tomar precauciones extra a nivel individual parece de nuevo la opción más prudente.
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