En los peores momentos de la epidemia de COVID visité algunos hospitales y hablé con muchos médicos. Uno de ellos me explicó que, según estaban comprobando, si un paciente tenía gripe podían descartar que tuviera coronavirus. Era algo interesante; sobre todo, porque el médico no supo explicarme bien el motivo. Lo dejé anotado en mi libreta de notas, para estudiarlo con más detenimiento y, aunque no hay datos claros aún sobre esto, capté de inmediato la importancia de los vericuetos del sistema inmune.
Hoy he recordado aquella conversación al enterarme de que un equipo de investigadores de la Universidad de Yale acaba de publicar sus descubrimientos sobre cómo el rinovirus, la causa más frecuente de los resfriados comunes, puede ser una liado inesperado contra el virus de la gripe.
Extraños aliados
El estudio es muy interesante. No solo han reunido y analizado más de 13.000 casos durante los últimos tres años; sino que han cultivado tejidos respiratorios humanos en el laboratorio para probar que lo que decían los datos epidemiológicos se correspondía con lo que ocurría a nivel inmunológico.
¿Qué decían los datos epidemiológicos? Que "muy pocas personas tenían ambos virus al mismo tiempo”, explicaba Ellen Foxman, profesora asistente de medicina e inmunobiología de Yale y autora principal del estudio. Casi ninguna, de hecho. Es más, se dieron cuenta de que incluso cuando coincidían los picos de circulación comunitaria de ambos virus (cuando los dos competían de tú a tú) si encontraban el rinovirus en una persona, era prácticamente imposible encontrar el virus de la gripe.
Con estos resultados, el equipo decidió llevar la cuestión a un nivel más experimental y se metieron en el laboratorio: cultivaron tejidos respiratorios a partir de células madre y comprobaron que el virus de la gripe era incapaz de infectar los tejidos que habían estado expuestos al rinovirus. “Las defensas antivirales ya estaban activadas antes de que llegara el virus de la gripe”, decía Foxman, y eso le ponía las cosas muy cuesta arriba. Este efecto dura, al menos, cinco días después de haber superado el resfriado.
Curiosamente, estos datos podrían explicar por qué la gripe de 2009 no causó los efectos que se esperaban en Europa (al coincidir con el pico del resfriado común). Sin embargo, los mismos investigadores reconocen que no se sabe si ocurrirá un proceso similar con el coronavirus. "Es imposible predecir cómo interactuarán dos virus sin hacer la investigación", escribían los investigadores; y es que, a veces, las infecciones pueden tener impactos positivos, pero otras como pasa con el dengue y el Zika, una infección previa puede empeorar el pronóstico.
Imagen | Camilo Jiménez
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