La mayor revisión científica sobre el impacto de los organismos modificados genéticamente (OMG) acaba de ser publicada en Estados Unidos. Las conclusiones son claras: no sólo son indistinguibles de otros organismos no modificados sino que no existe ninguna prueba de que tengan un impacto negativo en la salud o el medio ambiente.
Con este informe, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, el principal organismo asesor en temas científicos, se ha propuesto despejar todas las dudas que sobre uno de los temas más polémicos del siglo: hasta que punto es ético, sano y ecológico modificar genéticamente la vida.
Más de 30 años de investigaciones científicas se han usado para elaborar el estudio más ambicioso hasta la fecha. En el estudio se rechazan y desacreditan todos los mitos que rodean a los OMG. Aunque no es un trabajo de parte o triunfalista: reconoce que una de sus principales bazas (la resistencia a ciertos herbicidas) está causando “un problema agrícola de primer orden” creando las condiciones ideales para que otras plantas e insectos desarrollen esa misma inmunidad.
No ha sido fácil, aunque llevamos mucho tiempo hablando de ellos, lo cierto es que muy pocas variantes han llegado al mercado. Esto ha requerido un enorme trabajo liderado por Fred Gould, entomólogo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
¿Qué es un transgénico? Un definición cada vez más problemática
Una de las ideas fuerza del informe es la recomendación de que las regulaciones de nuevos tipos de cultivo se hagan en base a cómo es el producto y no a cómo ha sido desarrollado. Como bien explica el informe, si realizar la distinción entre transgénico y no transgénico ya era compleja hace unos años, con la llegada de técnicas como CRISPR ya se ha vuelto casi imposible. De hecho, una variante agrícola desarrollada vía CRISPR no sería considerada como transgénico en muchos países.
Por todo ello, el informe desaconseja marcar los OMG como tales en el etiquetado. O, mejor dicho, reconoce que no hay argumentos de salud pública que apoyen esa idea. No obstante, reconoce que pueden existir otros motivos de índoles legal, económica o social que aconsejen este etiquetado específico.
¿Tienen efectos sobre la salud?
Tras revisar y analizar todos los estudios disponibles sobre el impacto de los OMG en la salud, el comité no ha encontrado pruebas de que los transgénicos dañen la salud de alguna manera. La Academia asegura que, a la luz de los estudios disponibles, no hay ninguna diferencia para la salud entre el consumo de un producto transgénico y un vegetal que no lo es.
Por contra, la Academia sostiene que los OMG resistentes a plagas ya han supuesto un beneficio para la salud al reducir las intoxicaciones con pesticidas. Y es más, destacan las posibilidades de los transgénicos para mejorar la salud global. El caso del arroz dorado, una variante que a pesar de poder evitar millones de casos de ceguera por sus altos niveles de beta carotenos se encuentra parado, es paradigmático.
¿Y al medio ambiente?
Tampoco ha encontrado la Academia ningún indicio que señale a que el uso de OMG reduzca la biodiversidad en los campos donde se plantan. No obstante, el trabajo reconoce que los transgénicos acaban invadiendo campos donde no se usan y, aunque esto no ha provocado ningún impacto en el medio ambiente, esto supone una dificultad añadida para “determinar cambios a largo plazo" por lo que las conclusiones aún no puede son definitivas.
Los transgénicos también tienen problemas
Su efecto en la agricultura es el único campo donde la Academia ve problemas. Las prácticas agrícolas que están incentivando las grandes empresas del sector están permitiendo el desarrollo de resistencias a los herbicidas y pesticidas en algunas plantas e insectos. El problema es muy similar a las resistencias a los antibióticos y está motivado más por un mal uso de los OMG que por un problema de los organismos en sí.
Las conclusiones también son claras. En la agricultura, los transgénicos han permitido aumentar los beneficios económicos pero no hay ningún indicio de que en términos agregados se haya aumentado la producción de ningún producto. En realidad, es una idea que llevan repitiendo desde hace mucho los defensores de la cultura libre: el principal problema de los transgénicos es la privatización del conocimiento vía las patentes y los monopolios de facto que pueden generar.
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