Los datos sugieren que el mundo se está haciendo cada vez más ruidoso y los expertos están preocupados: esto es lo que sabemos

Este verano, el Ayuntamiento de Bilbao puso en marcha una iniciativa curiosa: instaló ocho sonómetros en la calle Ledesma para controlar el ruido de esta zona de terrazas, bares y tabernas. Ya lo había hecho en otras ocasiones, pero aquí había una novedad, los dispositivos podían usar un foco luminoso para avisar a los parlanchines que debían bajar el tono.

No sé cual habrá sido el efecto de la iniciativa, pero lo que es cierto es que en los últimos años cada vez somos más conscientes de los problemas que nos puede ocasionar el ruido. En mayo, sin ir más lejos, el New Yorker decía que la contaminación acústica podía ser la próxima crisis de salud pública. Todo bajo el supuesto de que el mundo se está haciendo más ruidoso, pero ¿Es cierto?

El mundo y el ruido

Me parece muy divertido que, como contaba Bianca Bosker, la primera queja por ruido de la historia aparece en el Poema de Gilgamesh y tiene 4.000 años de antigüedad. En ella, uno de los dioses, harto de no poder dormir por las noches por el barullo que generan los hombres y mujeres, decide exterminar a la humanidad. Parece justo.

También se dice que las primeras restricciones al ruido se tomaron en la antigüedad clásica, concretamente en la ciudad de Síbari en Calabria. Los sibaritas, de allí viene el calificativo, prohibieron toda actividad ruidosa cerca del núcleo de la ciudad. No sabemos si es verdad, pero la leyenda da cuenta de la importancia que siempre ha tenido la contaminación ambiental en el imaginario colectivo.

No exagero. Durante siglos centenares de comunidades cristianas, budistas e judías, miles de morabitos musulmanes y santones hindues han huido de la vida secular para encontrar el silencio en montes, desiertos o junglas. El ruido es, pues, importante. Sin embargo, no sabemos medirlo muy bien.

¿Está creciendo?

World Hearing Index

Sabemos medirlo, no me malinterpretéis. Sabemos, por ejemplo, que frente a la creencia popular, España no es el segundo país más ruidoso del mundo. También sabemos que, según el último Observatorio DKV Salud y Medio Ambiente, el 46,5% cree que vive en una localidad muy o bastante ensordecedora. Hablamos del 74% de los ciudadanos si nos fijamos en Madrid.

Lo que quiero decir es que no tenemos grandes series de datos sobre el ruido en el mundo. En Estados Unidos, que fue pionero gracias a la legislación de Nixon, la última vez que la Agencia de Protección Ambiental midió el sonido del país fue en 1981, cuando Reagan recortó los fondos federales dedicados a la lucha contra la contaminación acústica. Por ello no se puede saber cómo ha evolucionado.

Por otro lado, la División de Sonidos Naturales y Cielos Nocturnos del Servicio de Parques Nacionales de EEUU hace estudios recurrentes sobre la acústica del tiempo libre en el país. Sus estimaciones dicen que la contaminación acústica se duplica (incluso se triplica) cada 30 años. Es un crecimiento considerable, pero no representativo.

No obstante, hay señales que nos permiten intuir que por ahí van los tiros. Como señala Bosker, hay mediciones indirectas que son reveladoras. En 1912, las sirenas de bomberos tenían que sonar a entre 88-96 decibelios (medidos a tres metros de distancia). En 1974, ya habían subido a 114 y en los últimos años están en los 123.

Un consenso que empieza a tomar cuerpo

Amanda Lins

Los datos son norteamericanos y, por eso mismo, hemos de tomarlos con cautela. Es cierto que, en 1972, el Congreso de Medio Ambiente organizado por Naciones Unidas reconoció el ruido como agente contaminante y que en muchos países del mundo las legislaciones se han ido haciendo cada vez más estrictas. Sin embargo, los indicios señalan que el ruido puede estar creciendo.

Según un estudio de The World Hearing Index de 2017, Barcelona es la séptima ciudad del mundo con mayor nivel de contaminación acústica. Madrid es la decimosexta. Eso es preocupante, claro. En febrero de este año, Bruitparif, una ong que se dedica a monitorizar los niveles de ruido ambiental en París, publicó un informe en el que señalaba que los habitantes de las zonas más ruidosas de la capital francesa "pierde más de tres años de vida saludable".

Los datos y estimaciones, de nuevo, hay que tomarlos con cautela. No tenemos metodologías aceptadas, ni grandes estudios en marcha. Toda nuestra información cuelga de pequeños estudios dispersos y análisis gubernamentales parciales. Y sin embargo, el consenso entre los especialistas es que hay que empezar tomarse todo esto en serio. Y lo haremos. Porque, como decía, William H. Stewart en 1978, "llamar al ruido una molestia es como llamar al humo un inconveniente".

Actualización: En una versión anterior, indicábamos que "España era el segundo país más ruidoso del mundo". Se ha corregido porque como nos ha indicado César Asensio del Grupo de investigación en instrumentación y acústica aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid esa información, repetida durante años, es más bien un mito urbano.

Imagen | Zoltan Fekeshazi

Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com

VER 36 Comentarios

Portada de Xataka