La ciencia conoce la relación entre caminar y los síntomas de depresión, pero la relación causal es compleja
Existen numerosos estudios que han abordado en las últimas décadas la relación entre salud mental y actividad física. Podemos estrechar un poco la relación y centrarnos en la relación entre caminar y la depresión y sus síntomas, pero seguiremos encontrando un problema: una abundancia de experimentos y análisis que tratan el tema, algunos con resultados contradictorios entre sí.
Asentando la ciencia. Para hacer frente a este entuerto, un equipo de expertos ha realizado un metaanálisis alrededor de este tema, un estudio cuantitativo realizado a partir de estudios previos. Observaron así que, tomada la literatura científica en su conjunto, estos análisis indicaban una relación negativa entre lo que caminamos y la aparición de síntomas asociados a la depresión.
El estudio fue liderado por investigadores de la Universidad de Castilla la Mancha.
Este “estudio de estudios”, partió de una revisión sistemática de la literatura científica con el fin de hallar los análisis relevantes publicados hasta la fecha (mayo de 2024 en este caso). A partir de esta búsqueda, hallaron 33 investigaciones observacionales que sumaban entre todas 96.173 participantes repartidos en 13 países diferentes.
Estimando una relación. A partir de los resultados obtenidos en las investigaciones previas, el equipo responsable de este nuevo estudio obtuvo nuevas estimaciones sobre la relación entre los pasos dados y la aparición de síntomas depresivos. Por una parte, se observó que las personas que caminan al menos 10.000 pasos al día mostraban menos síntomas depresivos que las personas que caminaban 5.000 o menos.
Por otra, calcularon que un incremento de 1.000 pasos al día equivalía a una reducción en el 9% de padecer estos síntomas. Los detalles sobre la metodología y los resultados de este mataanálisis fueron publicados en un artículo en la revista JAMA Network Open.
Cautela en la interpretación. La interpretación de los resultados exige cierto grado de cautela. El motivo es que este tipo de estudios cuantitativos son buenos a la hora de detectar correlaciones entre variables, pero su capacidad para establecer relaciones de causa-efecto es limitada ya que suelen ser estudios transversales, por lo que depende en buena medida del tipo de estudios que se incluyan.
Establecer una relación de causa efecto en este caso es especialmente difícil ya que la relación inversa es cierta: tener depresión nos hará menos propensos a caminar, por lo que ese hecho ya condiciona la existencia de una correlación entre las variables
“Este estudio no puede decirnos si [caminar] previene la depresión. Solo muestra que que la gente que está menos deprimida anda más, pero desde luego eso puede ser solo porque están más alegres y activos . De hecho, la inactividad es contabilizada como un síntoma de la depresión (…). Bien puede ser que el ejercicio alivie la depresión, pero me temo que este estudio no provee pruebas de que sea el caso”, indica David Curtis, del Instituto de Gnenética de la University College London, quien no estuvo involucrado en el estudio.
Un buen consejo. Brendon Stubbs, del National Institute for Health and Care Research, comparte una opinión similar. “Si bien se muestra una asociación clara entre un recuento más alto de pasos y menos síntomas depresivos, no podemos asegurar queó andar reduzca la depresión, ya que la mayor parte de los estudios solo observan un punto en el tiempo”.
Sin embargo esta posibilidad tampoco puede ser descartada. “Los resultados se alinean con las pruebas existentes de que la actividad física beneficia a la salud mental”, añade Stubbs. Es por eso que mantener una vida activa siga siendo algo recomendable si queremos reducir nuestra probabilidad de sufrir este tipo de problemas o, si lo sufrimos de aliviar su impacto.
Imagen | Cristina Gottardi
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