Si le preguntas a un habitante de los trópicos selváticos puede que te confirme la frase que reza: "Es mucho mejor el calor seco que el bochorno de la humedad". Cuando la humedad en el ambiente es mucha, el calor se hace agobiante, y hasta parece que cuesta respirar, como sucede en un baño turco. Esta idea tiene su explicación, y es tan importante que hasta se tiene en cuenta en los entornos de trabajo, donde un desequilibrio puede llevarnos a ser mucho menos productivos. ¿Cuál es la razón?
El termostato del cuerpo
Empecemos por lo más básico: ¿por qué nos molesta el calor? La respuesta es obvia, ya que un exceso de calor puede resultar peligroso para nuestra salud. Por ello, el cuerpo tiene un "termostato" especialmente preparado para mantener el cuerpo en el rango de temperatura óptimo, en torno a los 36,7 ºC. Como sabréis, los animales homeotermos, como nosotros, estamos preparados para adaptarnos a la temperatura. Da igual que haga mucho calor o mucho frío porque el cuerpo trata de permanecer estable.
Cuando no lo consigue, y el cuerpo comienza a perder o ganar calor, se disparan las señales que nos hacen sentirnos incómodos, en primer lugar, o enfermos, si la cosa continúa hasta los extremos. Dicho "termostato" corporal es el hipotálamo, en nuestro cerebro. Esta región del encéfalo se encarga de regular la temperatura corporal, para lo cual usa diferentes medidas, aunque las principales son la vasodilatación y la sudoración, especialmente esta última.
Antes de profundizar un poco más sobre eso, hay que decir que el sistema de regulación de temperatura es muy preciso, y está controlado por el sistema nervioso con una eficiencia increíble. Existen varias hipótesis sobre su funcionamiento, ya que es muy complejo entender la actividad completa de dicho sistema. Las dos más aceptadas coinciden en que el cuerpo utiliza muchos "sensores" corporales para calcular la temperatura general del cuerpo y, si es necesario, enviar las señales necesarias para regularla. El procesador encargado, como decíamos, es el hipotálamo.
Cuando hace calor, lo primero que ocurre es que los vasos sanguíneos se dilatan. Casi de inmediato, comenzamos a sudar para ayudar a transmitir el calor al medio, perdiendo parte del calor corporal y, con ello, bajar la temperatura. Existe un rango de temperaturas conocido como zona termoneutral, o zona de confort térmico, en el cual el gasto metabólico se mantiene al mínimo, ya que nuestro cuerpo no necesita intercambiar calor para equilibrar la temperatura. Pero volvamos al calor húmedo.
La culpa la tiene el sudor
Ya hemos dicho que el sudor es uno de los principales sistemas para perder calor y mantener una temperatura adecuada en el cuerpo. Pero también es el culpable de que nos sintamos más acalorados cuando hace un ambiente muy húmedo. Esto se debe a que en el momento en el que la humedad relativa es muy alta, "el sudor ya no funciona".
Antes de seguir, debemos entender por qué el sudor nos ayuda a perder temperatura. El agua es una sustancia maravillosa, muy interesante y con propiedades físicas únicas. Sin entrar en profundidad, es importante saber que para que el agua se evapore necesita absorber calor. A este calor se le denomina calor de evaporación, y es bastante alto para una sustancia como el agua.
Resumiéndolo muchísimo, al evaporarse el sudor, que es mayormente agua, absorbe el calor de nuestro cuerpo, a través de la piel, y lo "transfiere" al ambiente, como parte del vapor de agua. A este proceso se le conoce como enfriamiento por evaporación. Para que esto ocurra, sin embargo, el agua debe poder evaporarse. Aquí es donde nos encontramos el problema. Cuando el ambiente es seco, es decir, la humedad relativa es baja, el agua se evapora rápidamente, promoviendo el proceso de enfriamiento por evaporación.
Sin embargo, cuando la humedad relativa es muy alta, el ambiente no admite más vapor de agua (es decir, está saturado) y, por tanto, el sudor no se evapora. Es entonces cuando se acumula sobre nuestra piel, porque seguimos sudando por orden del hipotálamo a pesar de que el sudor no cumpla su función. En vez de eso, la capa de humedad hace más difícil, aún, el intercambio de calor y la bajada de temperatura corporal. Y como el cuerpo no puede bajar la temperatura fácilmente, además de la molesta sensación de estar húmedos por el sudor, nos sentimos mucho más incómodos.
Temperatura de confort
Hace un tiempo os explicamos qué diferencia existe entre la temperatura y la sensación térmica. En esta cuestión, la humedad juega un papel fundamental, como veíamos, y ahora podemos explicar un poco mejor por qué: porque la humedad influye directamente en la capacidad de regular nuestra temperatura.
El tema es tan importante que la humedad y la temperatura son dos variables que se tienen muy en cuenta, por ley, en los entornos de trabajo. Así, como os explicábamos, uno de los pioneros en describir esto del confort térmico fue Povl Ooof Ole Fanger.
Del desarrollo de los métodos de Fanger se obtiene el modelo de Opinión Media Estimada, conocido en español como Voto Medio Estimado, que se emplea para la evaluación del bienestar "térmico" en locales de trabajo cerrados. La norma técnica UNE-EN ISO 7730 recoge dicho modelo para acotar un rango de temperatura en el cual la gran mayoría de sujetos se sentirá cómodo en un espacio de trabajo.
Además de lo anterior, tal y como explica la Agencia Estatal de Meteorología, en el fenómeno conocido como isla de calor urbana, la humedad y la evaporación del agua juegan un papel muy importante en el equilibrio térmico de la ciudad. En este ambiente, lleno de baldosas, pavimento y asfalto impermeables, la penetración del agua hacia el subsuelo es casi imposible, de manera que esta permanece en la superficie, contribuyendo al aumento de humedad relativa y, en consecuencia, a la sensación de bochorno y calor.
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