Ningún tratamiento o vacuna está libre de riesgos. Así pues, la pregunta clave es si produce más beneficios que perjuicios. En lo relativo a la vacuna de AstraZeneca, tanto la revisión de la MHRA, como la de la EMA, se reafirma en que los beneficios continúan superando con creces los riesgos.
Sin embargo, los riesgos no son los mismos para todos los grupos de edad, así que el cálculo coste-beneficio varía (aunque en todos los casos siempre esté inclinado favorablemente hacia los beneficios).
Más factores de los que podemos calcular
El riesgo de morir a causa de un episodio de trombosis después de la vacunación es extraordinariamente pequeño, aproximadamente uno de cada millón. Muchas actividades cotidianas, y también la prescripción de muchos medicamentos, comportan mayores riesgos que la vacuna de AstraZeneca.
Por el contrario, la COVID-19 mata a una de cada ocho personas infectadas mayores de 75 años, y una de cada 1.000 infectadas a los 40 años entre las que desarrollan síntomas.
Sin embargo, los menores de 30 años tienen mucha menos probabilidad de morir de COVID, y es precisamente en las personas más jóvenes donde el riesgo de sufrir un trombo tras la vacunación aumenta (probablemente porque, al ser consecuencia de una hiperreacción del sistema inmune, ésta es mas rara en personas mayores cuyo sistema inmune está ya en declive).
Esta situación ha hecho que muchos se pregunten si realmente el cálculo coste-beneficio está tan claro entre la población más joven.
Lo cierto es que no sabemos lo suficiente como para poder introducir los datos en una calculadora y obtener una respuesta simple y exacta a una pregunta del estilo: si tengo 23 años, ¿cuál es el riesgo de morir si me inoculan AstraZeneca? A esta pregunta hay que introducir muchas variables proxy del tipo:
- Cuán probable es que una persona esté expuesta al virus (por ejemplo, cuán prevalente es el virus, localmente, en ese momento; cuál es su exposición ocupacional; etc.)
- Cuán probable es que uno sufra complicaciones médicas como resultado de contraer el virus, lo que viene determinado principalmente por factores como la edad, pero también por las condiciones de salud subyacentes.
Los beneficios potenciales también se acumulan cada día que la persona se vacuna (y se expone al virus), así que no hay una respuestá estática en el tiempo.
Para simplificar, pues, en la revisión de la EMA se ha optado por examinar el número estimado de hospitalizaciones en UCI evitadas por la vacuna (por franja de edad). También se ha escogido ilustrar tres posibles niveles de exposición al virus, vinculándolos a los beneficios acumulados durante 16 semanas.
Concretamente, para estimar el beneficio potencial, se han tenido en cuenta tasas de incidencia basadas en la Encuesta de infección Covid-19, ONS, del 1 de abril de 2021. La proporción de hospitalizaciones en una cohorte se ha calculado utilizando las estimaciones de las tasas de hospitalización por COVID-19 asociadas con cohortes de edad de 10 años. Se empleó también una eficacia de vacuna fija del 80% para todos los grupos de edad para la reducción de la UCI.
Para calcular el daño potencial, se tha tenido en cuenta el número de casos de reacciones de trombos proporcionados por MHRA hasta el 31 de marzo en franjas de edad de cinco años.
Así pues, estas gráficas muestran el riesgo aproximado para personas de diferentes edades, durante 16 semanas, a tres exposiciones diferentes al virus (que dependería de la prevalencia local del virus y cuánto estuvo expuesto un individuo a otras personas que podrían estar contagiadas). Naturalmente, las personas con afecciones de salud subyacentes, que verán incrementado el riesgo de un mal pronóstico si se infectan de COVID-19, deberían tener un mayor beneficio de la vacuna.
Es muy importante tener en cuenta que los beneficios mostrados son aproximados, tomados a un nivel constante de exposición al virus durante 16 semanas. También hay que recordar que una persona vacunada seguirá acumulando este beneficio durante la vida útil de la protección de la vacuna. El riesgo de la vacunación tiene lugar solo en el momento de la vacunación. Esto significa que, con el tiempo, los beneficios aumentarán pero los riesgos no lo harán.
También es importante tener en cuenta que los beneficios expuestos son solo para la admisión en la UCI debido a COVID-19. Por cada persona que se muestra como salvada de la admisión a la UCI, hay muchas más que podrían salvarse de sufrir hospitalización y de los efectos prolongados de haber pasado por la COVID-19. Tampoco se está mostrando el enorme beneficio de no transmitir el virus a otras personas, aumentando los riesgos en general.
Todos estos factores hacen que cualquier decisión que se deba tomar sobre la vacuna AstraZeneca sea muy compleja: la relación riesgo-beneficio varía entre diferentes personas y a medida que cambia la prevalencia del virus, y además hemos de simplificar muchas variables porque no sabemos, aún, cómo estimarlas con precisión.
Con todo, y en términos generales y con los datos de los que disponemos actualmente, podemos quedarnos tranquilos: la EMA ha establecido que los beneficios de vacunar con Astrazaneca superan con mucho los riesgos por grupos de edad.
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