El fin de la tercera ola se puede intuir en las tendencias que calcula el Ministerio de Sanidad y la campaña de vacunación no solo está batiendo récord de ritmo, sino que ya acumula casi cinco millones de dosis. Además, los datos que nos llegan de los países con mayores tasas de vacunación son esperanzadoras y, aunque las noticias sobre variantes pueden llegar a ser preocupantes, el final de la pandemia empieza a hacerse un hueco en el futuro cercano.
Pero ¿cómo de cercano? Parece una pregunta simple, pero a poco que reflexionamos sobre ella nos damos cuenta de que no sabemos qué tiene que ocurrir para que demos la pandemia por finalizada. Es decir, ¿qué objetivos epidemiológicos, inmunitarios o sociosanitarios tenemos que alcanzar para poder decir que "este infierno se ha acabado"?
Aquí (no) acaba todo
El principal problema cuando nos enfrentamos a esto, a cómo saber que la pandemia se ha acabado, es que hay muchos finales de la pandemia. Entre la erradicación total del virus y el mero relajamiento de la obligatoriedad de las mascarillas o recuperar los horarios comerciales habituales hay todo un espectro de posibilidades que hay que tener en cuenta. Y más que posibilidades, objetivos.
Sobre todo, porque a raíz de los inesperados buenos resultados de las vacunas (que, recordemos, dieron eficacias de en torno al 95% si que nadie se lo esperara) se levantaron grandes expectativas en torno a nuestra capacidad para contener el virus de manera efectiva. Algo similar a lo que habíamos conseguido con enfermedades como el sarampión. Pues bien, en los últimos meses, esas expectativas han saltado por los aires.
El ejemplo más conocido, si queremos tomar la temperatura al consenso internacional sobre el tema, es el de la encuesta que la revista 'Nature' realizó a más de 119 expertos que trabajan con el SARS-CoV-2. Los resultados van completamente en esta línea: casi el 90% de ellos piensa que el SARS-CoV-2 se volverá endémico; es decir, que continuará circulando por el mundo durante los próximos años. De hecho, el 52% de esos expertos ven improbable o muy improbable que seamos capaces de eliminar el virus de algunas regiones.
Pero hay más. En las últimas semanas hemos sufrido todo un carrusel de noticias en torno a las nuevas variantes del coronavirus (especialmente, la sudafricana y la brasileña) y son precisamente estas noticias las que han llevado a numerosos expertos a reconocer que la vía de la erradicación si alguna vez fue posible, ya no lo es.
Moderando nuestras expectativas
Teniendo claro que, a día de hoy, parece poco probable que vayamos a ser capaces de frenar la trasmisión del virus. Solo queda buscar un objetivo más asumible. Un umbral epidemiológico que, con sus limitaciones, nos sirva de objetivo. Y, ante la falta de planificación a largo plazo de las administraciones españolas, no nos queda mucho más que usar los umbrales que se están manejando en otros países.
En Estados Unidos algunos expertos sitúan el "punto de inflexión" en una cifra redonda: cuando los nuevos casos bajen de los 5.000 diarios y fallezcan menos de 100 personas al día. Si trasladamos estas cifras a España, hablaríamos de menos de 716 casos nuevos y unos 15 fallecidos. Actualmente, según los datos del Ministerio de Sanidad (que sabemos a ciencia cierta que van con retraso en la notificación), la media de los últimos siete días es de 4.200 casos nuevos y unos 61 fallecidos. Aunque como digo los datos reales serán más altos, si tomáramos estos como referencia, estaríamos aún muy lejos de conseguirlo.
Es arriesgado hablar de umbrales, no tiene sentido ocultarlo. Fundamentalmente, porque a medida que vamos conociendo más sobre el virus, sobre cómo se transmite y sobre cómo cambia su comportamiento dependiendo de la sociedad en la que se mueve, estos umbrales deben cambiar. Sin embargo, empezar a hablar sobre objetivos es también una necesidad. Sobre todo, si queremos aprender de lo que hacemos.
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