Todavía no hemos conseguido detener la primera oleada de la pandemia de COVID-19 y algunos expertos ya están intentando predecir cuándo llegará, si es que llega, una segunda. Según los cálculos epidemiológicos obtenidos por la Universidad de Harvard, esto podría ocurrir el próximo otoño.
Robert Redfield, director del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, coincide con esta opinión y advertía recientemente sobre el peligro de que esta segunda oleada de COVID-19 coincida con la etapa en la que comienzan los picos de gripe a finales de año, lo que provocaría una situación más grave, capaz de colapsar los servicios sanitarios. ¿Qué sabemos al respecto?
Verano tranquilo, repunte de otoño
Expertos como el virólogo Michael Skinner, del Imperial College de Londres, prevén que este verano, la expansión del virus esté controlada de manera temporal. Sostiene la misma opinión el Dr. Marc Lipsitch, del Departamento de Inmunología y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Harvard, quien apuntaba que en verano el número de contagios crecerá de una manera más lenta.
Aunque algunos estudios, todavía en fase preprint, jugaban con la idea de que el calor mitigaría su expansión, los datos de zonas cálidas, como Hong Kong y Australia, parecen desmentir este hecho y los epidemiólogos temen que este verano el crecimiento continuará, algo atenuado, gracias al control que ya se ha dispuesto en los últimos meses.
Sin embargo, expertos de la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Zaragoza afirman que la expansión del virus puede retomar su avance en el momento en el que se relajan las medidas de distanciamiento social. Esto se debe a la falta de inmunización de grupo y la inexistencia de una vacuna, que todavía está en desarrollo. Tras haber comenzado los primeros pasos de la desescalada en Alemania, la viróloga Melanie Brinkmann, del Centro Helmholtz para el Estudio de Enfermedades Infecciosas de este país, advertía recientemente de la misma posibilidad si no se controlan las interacciones sociales.
Según los cálculos llevados a cabo por el CDC, esto podría ocurrir en otoño. Amesh Adalja, experto en epidemias del Centro de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins, aseguraba para la prensa que la COVID-19 podría volverse crónica, como la gripe, y volver cada año coincidiendo con la vuelta al colegio y el retorno de las vacaciones estivales. Esto incrementa, de forma masiva, las probabilidades de contagio. Es más, según apuntaba, el primero de sus retornos sería este mismo otoño, reafirmando la opinión de Redfield. Este experto también opina que la segunda epidemia coincidirá con la gripe estacional, lo que podría marcar una etapa bastante difícil, según señalaba.
Los modelos epidemiológicos, como el de Harvard, que es el más extenso hasta la fecha, prevén que esta segunda oleada de otoño será más controlada, más paulatina pero similar en números. En el mejor de los casos, según el escenario de una contención más estricta, la segunda oleada será alargada en el tiempo, pero seguiremos sufriéndola debido a la falta de inmunidad de grupo, tal y como comentaban los expertos de la Carlos III.
"Una oleada peor que la primera"
Para Redfield, esta segunda ola de coronavirus podría ser aún peor que la primera. El problema se encontraría en la capacidad del sistema sanitario. Este ya se ha visto muy presionado durante la primera oleada pandémica y el director del CDC advierte que el sistema de Estados Unidos no está preparado para asumir, además de la emergencia por COVID-19, la carga estacional por la gripe. Algo similar podría ocurrir en España.
Para hacernos una idea, en 2018 ingresaron casi 52.000 personas en por gripe, contabilizando casi 800.000 casos y 15.000 defunciones. En comparación, el SARS-CoV-2 lleva desde que comenzó a finales de marzo más de 220.000 casos confirmados y 22.157 defunciones. Aunque las cifras no sean tan altas, esto muestra un problema importante.
Según los datos de Europa Press, en España hay poco más de 160.000 plazas en en los hospitales. Además, los casos de COVID no son equiparables a los casos normales porque necesitan aislamiento total y personal especializado con medidas de control biológico. Solo contamos con algo más de 4.400 de este tipo de puestos. Esta es una de las razones principales aducidas para "reducir la curva".
Con esta expresión los expertos se refieren a mitigar el crecimiento de número de casos por tiempo. Aunque al final de un periodo contemos el mismo número neto de casos, una progresión más lenta, con una curva más pequeña, permite al sistema sanitario atender adecuadamente a todo el mundo sin colapsar. Esto mismo es lo que se ha tratado de hacer con las medidas de distanciamiento social y confinamiento.
Sin embargo, en el caso de tener que soportar dos epidemias masivas, gripe y coronavirus, que el sistema no tenga capacidad suficiente para controlar la situación podría resultar catastrófico. A nuestro favor tenemos la experiencia hasta el momento. En nuestra contra, existe la casi total seguridad de que en otoño tendremos que pelear a dos manos, contra la gripe y contra la COVID-19.
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