No sé si somos conscientes del todo, pero hubo semanas de 2020 en las que más de 2.900 millones de personas pasaban los días encerradas en sus casas. Más de un 40% de la población mundial. Fue, verdaderamente, un parón sin precedentes en la vida cotidiana de la humanidad. Ahora, los científicos sociales tratan de averiguar qué impacto tuvo, cómo nos cambió la vida aquellos días.
Sobre todo, cuando hablamos de las conductas menos obvias, las menos expuestas, las más obvias. El mejor ejemplo quizás sea el del equipo de Amy Nivette y el crimen. El equipo de la Universidad de Utrech ha analizado el número de delitos diarios que se produjeron en 27 ciudades de 23 países distintos durante los confinamientos. Barcelona fue una de ellas. Estudiaron cosas como los asaltos, los hurtos, los allanamientos, los robos (en general y de vehículos) y los homicidios. Sus conclusiones son curiosas: el crimen se redujo un 37%.
Un gigantesco "experimento natural" llamado COVID-19
Es cierto que esa reducción variaba entre delitos (mientras los homicidios solo cayeron un 14%, los robos y los hurtos lo hicieron un 46 y un 47% respectivamente) y ciudades (a mayores restricciones, mayor caída del crimen); pero eso es casi más interesante. Al fin y al cabo, con este tipo de investigaciones estamos reutilizando la primavera de 2020 como si un gigantesco "experimento natural" se tratase.
El caso de los homicidios, explican los autores, nos habla de que, en muchas sociedades, este tipo de crímenes tiene un carácter eminentemente doméstico y, por ello, no debieron verse afectados por las restricciones. También nos habla de hasta qué punto las restricciones de movilidad afectaron al crimen organizado. Es decir, nos da la oportunidad de estudiar el comportamiento humano de una forma que nunca habíamos podido hacer.
Y, como digo, no solo en lo relacionado con el crimen. Al contrario, el análisis de 2.900 millones de personas con realidades culturales, socioeconómicas, sanitarias y políticas tan distintas abre la puerta a entender cómo los seres humanos modificamos nuestros comportamientos ante diferentes restricciones y políticas. No puedo decir que sea una buena noticia, pero (como con las vacunas de ARNm) reconforta sacar cosas positivas de toda esta tragedia.
Imagen | David von Diemar
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