Cuando cuente hasta tres, ¿Qué sabemos y qué no sabemos sobre la hipnosis?

"Yo no creo en la hipnosis". Seguramente esta es una de las frases más comunes en cuanto comenzamos a hablar de hipnotismo. Incluso cuando lo que está encima de la mesa son pruebas neurológicas de su existencia.

Pese a que hay evidencia de que la hipnosis reduce el dolor y la fatiga, disminuye la ansiedad y es un tratamiento exitoso contra las fobias, la imagen que tenemos de ella está a medio camino entre los charlatanes y la magia ritual. Así que nos hemos preguntado, ¿Qué sabemos y qué no sabemos sobre la hipnosis?

¿Qué es la hipnosis?

Suelo poner siempre el mismo ejemplo. ¿No os pasado nunca que comenzáis a hablar con alguien que está dormido y podéis mantener una conversación con él? Es más, en ese momento, si le decís que sois su madre, su mejor amigo o Cristiano Ronaldo lo más probable es que se lo crea.

Cuando dormimos seguimos conectados con nuestro entorno y seguimos respondiendo (en mayor o menor medida) a los estímulos que recibimos. Por eso, si pasa una ambulancia por la calle, podemos integrarla en nuestros sueños o si alguien nos grita, nos despertamos. Simplificando mucho, la hipnosis, como técnica, permite situar a las personas en un estado entre el sueño y la vigilia, un estado en el que nuestra susceptibilidad está alta pero nuestra capacidad comunicativa aún está - relativamente - funcional.

Si nos ponemos un poco más técnicos, el consenso generalizado dice que la hipnosis es "un estado alterado de conciencia percibido subjetivamente en el que se potencian ciertas características preexistentes del sujeto, que puede ser inducido mediante la sugestión y en el que el sujeto se muestra perceptivo a las sugerencias del hipnotizador".

En general, la inducción se realiza manipulando adecuadamente variables psicológicas (motivación, actitudes, concentración, imaginación, etc.), fisiológicas (relajación, activación, respiración, cansancio fisiológico, etc.), sociales (rol del hipnotizado y el hipnotizador) y contextuales (iluminación, o nivel de ruido). No es una técnica demasiado complicada, pero requiere algo de práctica.

¿Algo de historia?

Las prácticas basadas en la sugestión han sido utilizadas desde tiempos inmemoriales por chamanes y brujos. Hay descripciones de la hipnosis en textos hindúes, asirios, chinos y de muchas otras civilizaciones. Según Martínez y Asís, en Egipto, los sacerdotes de Isis utilizaban un 'Sueño Sagrado' para paliar algunas dolencias y, en Grecia, usaban algo llamado 'Sueño del cuerpo' para aliviar el dolor.

Pero si queremos buscar el nacimiento de la hipnosis moderna, debemos fijarnos en Mesmer y su teoría del magnetismo animal. Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo en si podemos considerar al médico vienés como el primer hipnostista moderno por lo rudimentario de sus métodos, está claro que fue en ese momento cuando la hipnosis se ganó la atención de los médicos.

Grandes investigadores como Charcot, Pavlov, Wundt o Hull trataron de desentrañar los mecanismos del fenómeno. Aquí se separan dos líneas: Surgen los métodos modernos de inducción al trance (el Abate Faría desarrolló el método de inducción por fijación ocular, Bernheim desarrolla métodos netamente verbales y James Braid acuñó el término 'hipnosis' con su significado actual) y de ahí también nace el psicoanálisis. Muchos estudiosos coinciden en que Freud, discípulo de Mesmer, tuvo que desarrollar sus propias teorías ante su incapacidad para hipnotizar a los pacientes.

Ya en el siglo XX, durante los años cincuenta, se crea la 'Society of Clinical and Experimental Hypnosis' y se comienzan a desarrollar los primeros estudios rigurosos. En el 57, Stanford crea el primer laboratorio dedicado al estudio de los fenómenos hipnóticos. Y dos años después, el Mass General crea otro para estudiar sus efectos analgésicos y anestésicos.

A día de hoy, una vez pasada la fiebre pseudocientífica de la hipnosis regresiva, las técnicas hipnóticas se usan cada vez más tanto en terapia psicológica como en operaciones menores (dentales, sobre todo) para inducir analgesia.

¿Cómo funciona?

La hipnosis es, esencialmente, un proceso comunicativo entre hipnotizado e hipnotizador. Eso quiere decir que el inductor comenzará a hablar contigo y, usando algún truco fisiológico como el cansancio ocular ("Mira fijamente un punto", por ejemplo), te acompañará mientras entras en trance hipnótico. Este trance no es un estado estable, valga la redundancia. Esto quiere decir que si el hipnotizador deja de hablarnos, al poco tiempo caeremos para uno de los dos lados 'naturales': o nos dormiremos o nos despertaremos.

Hay algunas variables como la colaboración del hipnotizado, su actitud positiva y una situación ambiental adecuada que ayudan o dificultan el proceso hipnótico. Sin la colaboración del hipnotizado, el proceso se dificulta mucho y, en la mayoría de los casos, es imposible.

En estado de trance somos susceptibles a las indicaciones del hipnotizador. Eso no quiere decir ni que perdamos el control ni que hagamos nada que no haríamos en circunstancias normales. Lo que puede hacer el hipnotista es crear situaciones en las que nosotros nos comportaríamos como él querría. No se puede hacer que alguien se desnude si esa persona no quiere, pero se la podría convencer de que está a punto de ducharse en su propia casa (y de que ducharse con ropa es una mala idea).

La habilidad del hipnotista utilizando el lenguaje para crear mundos coherentes y la susceptibilidad del hipnotizado son los dos factores fundamentales para que la hipnosis sea útil, rápida y eficiente.

¿Tiene alguna utilidad clínica?

La hipnosis terapeútica se usa en numerosas especialidades médicas como la dermatología, la ginecología, la cardiología, la oncología o la estomatología. También se ha utilizado en odontología. En general, sabemos que con técnicas hipnóticas podemos ayudar a controlar el dolor (lo que las hace buenas para alérgicos a la anestesia).

En psicología y psiquiatría, la hipnosis se suele utilizar exitosamente para tratar fobias y otros trastornos emocionales. Las fobias suelen tratarse mediante una técnica que llamada 'desensibilización sistemática' que entrena en técnicas de relajación y control a la vez que expone a la persona a lo que le da miedo. Por ejemplo, si nos da miedo hablar en público, la técnica conlleva que hablemos en público. Esto normalmente no es sencillo (no solemos disponer de un auditorio para entrenar nuestros miedos). Pero gracias a la hipnosis, podemos recrear una conferencia y las sesiones son más intensas y seguras.

¿La hipnosis nos ayuda a recordar?

Ese es uno de los grandes mitos sobre la hipnosis. Durante los años 80, se popularizó el uso de la hipnosis para rescatar recuerdos del pasado. El resultado fue una avalancha de denuncias por abuso sexual. Denuncias totalmente infundadas.

Como hemos visto, por sus características técnicas, no se puede recuperar un recuerdo mediante hipnosis sin modificarlo. Con la hipnosis regresiva solemos encontrar lo que buscamos, independientemente de si es verdad o no. Y eso es siempre una mala idea.

Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com

VER 4 Comentarios

Portada de Xataka