La de la inmunidad parece ser la pregunta del millón. Y no solo por una cuestión teórica, sino también por algo radicalmente personal: cientos de miles de personas que ya han superado la enfermedad viven con el temor de que la inmunidad sea algo temporal y que la sombra del coronavirus vuelva a su vida. Y es que, durante los últimos ocho meses, los estudios que trataban de hacerse una imagen general sobre este tema no han dejado de dar resultados aparentemente contradictorios.
Pese a los malos augurios que nos daban otros coronavirus, los primeros estudios eran esperanzadores y quizás por eso la aparición de las reinfecciones sentó como un jarro de agua fría.
No obstante, en los últimos días, una serie de trabajos (algunos de ellos aún sin revisar) empiezan a despejar a los fantasmas y traer buenas noticias: la mayoría de las personas que se han recuperado todavía tienen suficientes células inmunitarias para defenderse del virus y prevenir enfermedades.
¿Cuánto duran los anticuerpos?
Es más, según un preprint del Instituto de La Jolla, la baja tasa de disminución de las defensas podría sugerir que la inmunidad podría persistir durante mucho tiempo. Quizás tanto como los supervivientes del SARS-CoV-1 que, según el mismo trabajo, todavía tienen inmunidad 17 años después de recuperarse. Lo cual es una buena noticia porque es el estudio que traza la respuesta inmune al virus con este nivel de detalle.
El equipo reclutó a 185 personas con edades comprendidas entre los 19 y 81 años que habían superado la enfermedad y les realizaron pruebas de sangre en distintos momentos. A la mayoría solo les tomaron una muestra, pero a 38 de ellos les hicieron un seguimiento muy pormenorizado durante meses para usarlos como muestra con la que comprar a los análisis aislados.
El estudio mide la presencia de anticuerpos, células B y dos tipos de células T para dar una imagen tridimensional de la respuesta inmune a todos los niveles. Así, descubrieron que los anticuerpos eran duraderos. Las reducciones de estos eran muy bajas aún cuando habían pasado entre seis y ocho meses después de la infección; aunque, eso sí, las diferencias entre los participantes eran bastante grandes. Por lo demás, las células T casi no decayeron y, en cambio, las células B aumentaron en número. Algo que los investigadores no saben explicar.
¿No existen las reinfecciones?
La buena noticia es que estos resultados son consistentes con estudios de laboratorio que no solo han demostrado que la inmunidad al coronavirus persiste durante al menos tres meses en el cuerpo, sino que las defensas son funcionales incluso cuando ya no se detectan anticuerpos en el organismo. De estos estudios, explicaba al New York Times Deepta Bhattacharya, inmunólogo de la Universidad de Arizona. "se puede extraer la misma imagen: una vez que superas esas primeras semanas críticas, el resto de las respuestas inmunitarias parecen bastante convencionales".
¿Cómo se explica que la gente se haya contagiado dos veces? Precisamente por esa "convencionalidad". Como explicaba Alessandro Sette, inmunólogo del Instituto de Inmunología de La Jolla y uno de los autores del estudio “la inmunidad esterilizante no ocurre muy a menudo, esa no es la norma”. Habitualmente, "las personas se infectan por segunda vez con un patógeno en particular" lo que ocurre es que "el sistema inmunológico reconoce al invasor y rápidamente extingue la infección". A veces, “lo suficientemente rápido como para que no solo no se experimenten síntomas, sino que no se sea infeccioso”.
¿Qué debemos esperar con las vacunas?
Si somos objetivos, la duración de la inmunidad que nos darán las vacunas está muy en el aire. Los análisis que están saliendo en las últimas semanas solo han estudiado los efectos de éstas en un muy corto periodo de tiempo. Eso significa que, aunque el objetivo final es tener una inmunidad muy parecida a la natural, no sabemos hasta qué punto las primeras vacunas cumplirán con esos objetivos. No obstante, hay una buena noticia.
Y es que, contraintuitivamente, lo que podría ser más problemático de los estudios sobre los que estamos hablando (que hay una pequeña cantidad de personas infectadas que, según estos mismos estudios, no tuvieron una inmunidad duradera) puede ser una de las claves que juegue a favor de la vacuna. Los investigadores creen que esas personas no tuvieron inmunidad a medio plazo porque no estuvieron expuestos a grandes cantidades del virus. Si se confirma, sería una buena noticia para la vacuna porque estas sí son capaces de garantizar una exposición suficiente al virus.
Imagen | Hospital Clínic
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