La noticia científica de la semana la dio el miércoles Nature: Un grupo de científicos californianos han desarrollado "un atlas semántico del cortex central". Es decir, han descubierto que las palabras activan partes muy parecidas del cerebro de distintas personas.
Lo que pasa es que si nos ponemos a leer con más detalle el estudio nos damos cuenta de que quizás lo de 'atlas semántico' es algo apresurado: sin desmerecer, en realidad es un croquis. Chulísimo y muy importante, pero un croquis. ¿Otro ejemplo de espectacularización de la ciencia?
¿En qué consiste el experimento?
Muchos neurocientíficos creen que el lenguaje y los significados las palabras están representados en una especie de sistema semántico distribuido por gran parte de la corteza cerebral. Sin embargo, hasta hace poco no era más que una hipótesis y no sabíamos nada ni de la anatomía concreta del sistema ni de su organización funcional.
Por eso el equipo de la Universidad de California Berkeley usó técnicas de resonancia magnética funcional para medir la actividad cerebral de siete personas mientras escuchaban dos horas de un popular programa de radio americano similar al "Hablar por Hablar".
Descubrieron que los mapas de activación cerebral de distintas personas (ante las mismas palabras) eran muy parecidos. Esto quiere decir que, como decíamos, palabras con significados parecidos o relacionados activan las mismas áreas cerebrales. Por ejemplo, términos como 'madre', 'hogar', 'esposa' o 'pareja' activarían las mismas zonas del cerebro.
The show must go on
No me malinterpreten, el enfoque es alucinante. Lo que pasa es que con sólo siete sujetos (dos de ellos, además, autores del artículo) y con sólo 10 historias este trabajo, de ninguna manera, no puede considerarse un 'atlas del cerebro'. Como dice Dale Barr, profesor del Instituto de Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow, "como mucho puede considerarse un estudio de caso".
Seguramente la objección más obvia es que aprendemos los significados de las palabras a lo largo de la vida. Si pensamos en las palabras de antes 'madre' y 'hogar' aparecen juntas y a nos parece razonable. Pero la verdad es que no sabemos qué pasaría en el caso de un espartano clásico o un joven criado en un viejo kibutzim israelí donde separaban a los niños de sus familias para criarlos comunalmente.
Así que no, no estamos ante un mapa cerebral de las palabras. O si lo es, es el equivalente del mapa de Americo Vespuccio (el mapa de arriba) a la cartografía actual. Estamos dando nuestros primeros pasos en el estudio del cerebro (de ahí que necesitemos megaproyectos como la Brain initiative). Quizás, sólo quizás, lo mejor no es pasarnos de énfasis y dejar que la ciencia vaya a su ritmo.
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