Tres no siempre son multitud. Y en este caso, menos que nunca. Científicos de la Universidad de Newcastle acaban de probar con éxito la viabilidad de crear embriones humanos a partir de tres progenitores: el padre, la madre y una donante femenina.
Aunque a primera vista puede parecer algo extraño e incluso innecesario. Esta técnica es un paso de gigante para acabar con las enfermedades mitocondriales. Un conjunto de trastornos genéticos relativamente raros que producen enfermedades muy serias y pueden afectar fatalmente a casi cualquier sistema del organismo.
Las enfermedades mitocondriales
Las enfermedades mitocondriales son desórdenes ocasionados por la deficiencia de una o más proteínas de las mitocondrias de la célula. Las mitocondrias son unos orgánulos celulares diminutos que se encargan de 'proveer de energía a las células' y pese a su pequeño tamaño (y la pequeña cantidad de ADN que portan) los problemas en el material genético de estas células producen efectos gigantescos. Conocemos más de 150 mutaciones que pueden afectar de diversos modos: pérdida de control motor, debilidad muscular, dolor, retraso en el crecimiento, problemas en casi todos los órganos del cuerpo y otras muchas enfermedades.
Algunas de estas enfermedades, las que están directamente relacionadas con el ADN mitocondrial, son el objetivo de esta nueva técnica.
Una técnica cada vez más refinada
El ADN mitocondrial está en el óvulo (es decir, se hereda por vía materna) pero está separado del resto del ADN que se encuentra en el núcleo. Gracias a eso, los investigadores han desarrollado una técnica que permite extraer el núcleo del óvulo con problemas mitocondriales y transferirlo a un óvulo sano y sin núcleo de un donante. De esta forma, el embrión resultante tiene el ADN del padre, de la madre y una pequeña fracción del ADN del donante.
Doug Turnbull, profesor de la Universidad de Newcastle, demostró que la técnica funcionaba por primera vez en 2010. Lamentablemente, en aquel momento, aunque constituyó un enorme éxito, no se pudo verificar la seguridad de la técnica (fundamentalmente porque los óvulos usados eran ya de por sí defectuosos). Además, encontraron que había que depurar y mejorar los procedimientos porque el mismo uso de la técnica hacía que parte del ADN mitocondrial viajara con el núcleo hasta el nuevo óvulo.
Durante estos años, el equipo del profesor Turnbull ha realizado más de 200 experimentos con óvulos sanos. De todos ellos, en el 79% de los casos el ADN defectuoso final era de menos del 2% y en casi la mitad de estos el ADN defectuoso no era detectable en absoluto. Una excelente noticia porque se calcula que, por debajo del 30%, no afecta al desarrollo de los niños. "[Aunque] no podemos decir aún que el procedimiento es 100% seguro, se dan las condiciones para seguir avanzando y trabajando tan duro como sea posible para conseguir hacerlo disponible a los pacientes". Las primeras pruebas reales podrían realizarse en apenas dos años, según explica la misma Universidad. Estaremos atentos.
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