Hace unas semanas, os contábamos entusiasmados que por primera vez se había conseguido usar CRISPR/Cas9 para eliminar el VIH de las células en pacientes infectados. En estos meses, hay muchos grupos de investigación que están trabajando en la mejor forma de hacerlo.
Sin embargo, las malas noticias no han tardado en llegar. El VIH no ha tardado ni dos semanas en desarrollar una forma de hacerse inmune a una de las técnicas que se habían usado. Aunque se sigue trabajando en ello, parece que va no va a ser tan fácil encontrar la cura definitiva al SIDA.
¿Cómo acabar con el VIH?
El Virus de la Inmunodeficiencia Humana es un retrovirus. Los retrovirus funcionan "insertando partes de sus genomas en las células huéspedes"; es decir, y simplificando, se cuelan en las células y las usan para a reproducirse y replicarse. Esto hace que sean muy difíciles de eliminar, pero también los convierten en un objetivo natural de las nuevas técnicas de modificación genética.
El equipo de Chen Liang de la Universidad McGill de Montreal equipó a las células T, los linfocitos encargados de 'coordinar' la respuesta inmune de las células del cuerpo, para paralizar y dañar el genoma del VIH gracias a la enzima Cas9. Y la verdad es que funcionó fenomenal.
Al menos al principio. Ya sabíamos que el VIH era muy adaptable y difícil de pelar. Lo que no esperábamos es que su respuesta fuera tan rápida: dos semanas después el virus había vuelto a demás y, además, las modificaciones genéticas que ´le habían permitido volver lo habían hecho inmune a células-t diseñadas para acabar con él.
Es el principio del camino
"La sorpresa es que las mutaciones que lo han vuelto resistente no son producto del ADN viral, sino que se crean por la propia maquinaria de reparación de la célula", explicaba Liang a New Scientist. O sea, básicamente el virus se integra tan bien en la célula que, claro, los sistemas de reparación celular lo consideran parte de ella y la reparan.
Indiscutiblemente, esto puede verse como un gran varapalo para nuestras esperanzas en CRISPR. Lo es. Pero está claro que estamos dando nuestros primeros pasos con esta técnica y bajo ella se encuentra un potencial casi inimaginable. Es un cliché aquella frase de "no fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla". Pero en este caso es verdad: Hay numerosos ensayos clínicos en marcha que tienen una pinta inmejorable ysi algo queda claro es que no vamos a parar hasta conseguirlo.
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