La radiación ionizante aumenta el riesgo de cáncer. Es el tipo de radiación que emiten las máquinas de rayos X o el sol. Los teléfonos móviles, no. La radiación que emiten los móviles es “no ionizante” y ese tipo de radiación solo tiene un efecto biológico conocido: puede, en algunos casos, excitar las células y calentar los tejidos. Nada más.
Es decir, por lo que sabemos, es físicamente imposible que estos dispositivos causen cáncer. Es sencillo, no hay más. Y, sin embargo, un par de nuevos estudios muestran correlaciones preocupantes entre teléfonos y cáncer en ratas de laboratorio. La evidencia no es sólida, pero debemos resolver el asunto para no dar palos de ciego.
Mecanismos que no acabamos de entender
Los estudios han sido llevados a cabo por dos centros de investigación independientes y, aunque no hemos tenido acceso a ellos, el panel del Instituto Nacional de Salud (NIH) de EEUU cree que son dignos de ser tomados en cuenta. El Programa Nacional de Toxicología ha estudiado a más de 3000 ratones de ambos sexos durante dos años y el instituto italiano Ramazzini ha estudiado 2500 ratas desde la etapa fetal hasta la muerte.
Los estudios examinaron distintos tipos de exposiciones a la radiación, pero los resultados son parecidos: las ratas machos (aunque no las hembras, ni los ratones) desarrollaron schwannomas, un tipo de tumores benignos compuestos por células de Schwann. A juicio del panel de revisión del NIH, estos estudios constituyen una evidencia clara que confirma que la exposición a radiación no ionizante tiene efectos biológicos (aunque aún discute el alcance de todo esto en humanos). La cuestión dista mucho de estar clara.
¿Causan cáncer los teléfonos móviles?
Como explicaba al comienzo, no es posible que las células pueden verse afectadas por los teléfonos móviles en ese sentido. O, al menos, desconocemos como sería posible eso. Sin embargo, hay ciertos estudios epidemiológicos que sugerían la relación entre los usuarios intensivos de móvil y ciertos tumores benignos (como el neuroma acústico).
Son estudios muy dudosos y nada claros, pero motivaron (en parte) la calificación de “posible” carcinogénico por parte del IARC en 2011 (junto al café, la naftalina o el aloe vera). Sin embargo, por muchos estudios que se acumulen, hay un hecho fundamental: las tasas de cáncer cerebral no han aumentado en los últimos años. Ni siquiera los tumores que podrían estar relacionados con los teléfonos móviles.
Estamos ante los "mejores estudios disponibles". Estudios que, sin embargo, están muy lejos de ser concluyentes (o siquiera fiables). Y eso nos sitúa ante un problema serio: no hay nada que nos lleve a pensar que los teléfonos móviles son peligrosos para la salud humana y, pese a todo, hay algo que no cuadra, algo que no llegamos a comprender del todo (aunque sea la insistencia de algunos por vendernos esa conexión).
La polémica está servida y quizás eso sea lo peor del asunto: en una época llena de alarmismo injustificado, lo último que necesitamos es que la investigación se instrumentalice. Necesitamos entender qué está pasando aquí, es la única forma de solucionar esto de una vez.
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