Parecía una quimera en enero, cuando el ritmo de vacunación en España avanzaba a cuentagotas y vimos los primeros parones: se dejaron de inocular primeras dosis para poder asegurar las segundas que estaban pendientes todavía. Parecía una quimera en abril, cuando el Gobierno anunció por primera vez sus objetivos concretos y hacía falta una velocidad muchísimo mayor a la que teníamos entonces.
El Gobierno se puso como objetivo alcanzar los 33 millones de vacunados, el 70% de la población española, "a finales del mes de agosto" con cuatro escalones previos entre mayo y julio. Tres de ellos fueron superados en el plazo fijado; el tercero, el de los quince millones, tuvo un retraso de unos días. Ahora, 1 de septiembre (con las cifras que hacen referencia al 31 de agosto), España ha superado la cifra objetivo, la barrera psicológica que llevábamos ocho meses esperando. 33.376.693 han sido vacunados de pauta completa. Más de 66 millones de dosis han sido administradas.
Y ahora, los matices
La del 70% de la población fue la cifra que se manejó originalmente como la adecuada para alcanzar la inmunidad de grupo. Para determinar esa cifra hace falta contar con varias variables, siendo la esencial la del número reproductivo básico (R0), que indica la transmisibilidad del virus. Al inicio de la pandemia, con la variante que salió de Wuhan, se estimaba entre 2 y 3. Con ese dato se estimó el 70% como la cifra necesaria para esa inmunidad grupal.
El problema es que durante este tiempo hemos visto llegar variantes más contagiosas, como la británica o Delta. La primera era en torno al 50% más infectiva que la original. La segunda es otro 50% más contagiosa que Alfa, la británica, llegando su Ro hasta 8 o 9. Esto obliga a repensar los cálculos para alcanzar la inmunidad de grupo.
Con esa tasa reproductiva de la variante Delta, una cifra mínima necesaria para esa inmunidad grupal sería del 85%. Francia la fijó en el 90%. El epidemiólogo Javier del Águila habló de ella como prácticamente imposible de lograr con una variante como Delta, o en todo caso alcanzando a un 95% de la población vacunada, para lo cual haría falta vacunar también a los niños.
Añadió que esa es una cifra "muy complicada de alcanzar" incluso en un país como España, con una muy baja reticencia a las vacunas, en contraposición a otros países que avanzaron a ritmos superiores durante los primeros meses de la campaña pero llevan todo el verano prácticamente estancados ante la negativa de una parte de la ciudadanía a recibir la vacuna.
De momento, eso sí, algo que nadie podrá arrebatarnos: entre todos (el Gobierno central, las autonomías que tienen las competencias sanitarias, una ciudadanía que ha demostrado un escepticismo frente a las vacunas exiguo en comparación con otros países), hemos llegado al 70% de nuestra población vacunada mucho antes que otros países y mucho antes de lo que parecía posible a principios de invierno.
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