Los sensores electrónicos son cada vez más precisos y con mejores capacidades a medida que avanza la tecnología. Cuestión de miniaturización y de mejorar la eficiencia de estos. Pero, ¿dónde está el limite? Una nueva investigación lleva los sensores a otro nivel: una piel sintética que registra el dolor como la humana. Y para ello han recreado justamente eso: la piel humana.
¿La idea? Conseguir una piel artificial que reemplace a la natural sin perder sus capacidades de tacto. Esto no es tarea sencilla al tener que conseguir que sea lo suficientemente cómoda, resistente y al mismo tiempo sensible. Investigadores de la Universidad RMIT de Melbourne (Australia) dicen haber hecho el avance más significativo hasta la fecha en este campo.
En realidad no es la primera vez que se intenta algo así. De hecho se lleva años buscando mejorar en este campo. La piel humana es considerablemente compleja al estar llena de puntos sensibles y conectados al sistema nervioso para que le cerebro pueda comunicarse y recibir las sensaciones externas. Llevar eso al mundo artificial no es tarea simple.
Presión, calor y dolor
El prototipo que han desarrollado dicen que puede reproducir electrónicamente la forma en la que la piel reacciona frente al dolor. El verbo "reaccionar" es importante, ya que no se trata tanto de detectar como de la forma en la que actúa. Es decir, conseguir sensores que detecten la presión que se aplica sobre una superficie o el calor de esta es algo relativamente sencillo. Sin embargo, imitar la retroalimentación al detectar el dolor de forma casi instantánea como hace el cerebro es lo complicado.
El dolor no es algo que un dispositivo artificial pueda sentir como tal, aunque sí que puede sentir la presión o registrar la temperatura. Y al final el dolor es la combinación de estos dos factores. Una temperatura lo suficientemente alta provoca dolor. También lo hace por ejemplo un punzada con una aguja, que es una presión muy alta en una superficie muy pequeña.
Por lo tanto, lo que los investigadores han hecho, es colocar multitud de sensores capaces de detectar presión y temperatura en láminas muy finas. En investigaciones previas habían conseguir hacer que el material sea flexible y estirable, recubrimientos reactivos a la temperatura de apenas micrómetros o células de memoria electrónica para almacenar información. Con la combinación de estas tecnologías dicen tener un prototipo funcional.
Las células de memoria electrónica actúan de distinto modo según la temperatura y la presión que se registre. En consecuencia desencadena una u otra acción según lo necesitado. O en otras palabras, esta piel electrónica es capaz de entender cuándo se le está rozando con una aguja y cuando esta aguja está pinchando a niveles que puedan dañar la superficie.
De momento se trata de prototipos y probablemente falte mucho para que lo veamos aplicado a situaciones reales. ¿Qué situaciones serían estas? Por ejemplo en robots a los que se les quiera dotar de mejor sensibilidad. Más interesante aún sería verlo en injertos de piel que han perdido la sensibilidad o en prótesis para personas que hayan sufrido algún accidente.
Vía | EurekAlert