En Europa mueren anualmente en torno a 10.000 personas por sobredosis, el 81% de ellos por opioides y la cifra ha ido creciendo en los últimos años. Hace un cuarto de siglo, Estados Unidos tenía unas cifras similares; ahora, en plena epidemia, la cifra oficial de muertes por sobredosis va a situarse entre 59.000 y 65.000 personas solo durante el año pasado. Los opioides también son el mayor problema.
Viendo los números no hace falta decir que la noticia de que la vacuna contra la heroína haya dado otro paso es una idea sensacional. La lucha contra las drogas está a pocos años de vivir la mayor revolución de su historia.
Los últimos pasos de un largo camino
El mismo equipo que realizó los primeros estudios positivos en roedores en 2013, acaba de presentar el resultado de las pruebas en primates. Han sido un éxito y el siguiente paso, los ensayos con humanos, está a la vuelta de la esquina.
La idea no es nueva: hace 25 años,George Koob ya planteó la idea de la vacuna argumentando que, si éramos capaces de hacer que los adictos fueran incapaces de experimentar los efectos de la droga, los procesos de rehabilitación se harían mucho más sencillos.
De la ocurrencia al ensayo clínico en 25 años
Parecía una locura, pero hace unos años varios grupos de científicos empezaron a estudiar si esto tenía sentido. Y resulta que sí. En condiciones normales, las moléculas de los distintos tipos de drogas son muy pequeñas para ser detectadas por el sistema inmune; pero, si las unimos a otra molécula que sí genera reacción (en este caso, conjugada con la vacuna antitetánica), el sistema inmune aprende a identificarlas sin problema.
Más tarde, cuando detecte droga en el torrente sanguíneo, el sistema generará anticuerpos que, al unirse a las moléculas, impedirán que traspasen la barrera hematoencefálica y adiós a sus efectos neuropsicológicos.
Aunque la vacuna contra la cocaína ya ha dado resultados prometedores, la verdad es que no podemos usar esta estratégica contra todas las drogas. Las moléculas de alcohol, por ejemplo, han resultado ser demasiado pequeñas y las de cannabis demasiado diversas (y e inestables).
El hecho de que sí podamos "inmunizar" contra la heroína (y, en el futuro, frente a los opioides más problemáticos) es una noticia excepcional: como hemos visto, la inmensa mayoría de muertes por sobredosis se debe a ellos.
Esperanzas e incertidumbres ante su funcionamiento
Pese a la expectación de la comunidad científica, las incógnitas no dejan de crecer. La adicción es un proceso muy complejo y no parece realista pensar que la vacuna va a ser una 'cura milagrosa'. De hecho, muchos expertos piensan que no es suficiente ni de lejos y que, si no se acompaña por un tratamiento integral, sirva de poco.
Esto abre la puerta a hablar del uso de estas vacunas no como una medida terapéutica en el proceso de rehabilitación, sino como un programa de salud pública en sí mismo. No obstante, aún es pronto para saber qué uso le daremos a estas terapias. Pero sea como sea, hay que reconocer que, si todo sale según lo previsto, estamos a las puertas de una revolución contra las drogas.
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