Los seres humanos caminamos de escándalo, somos unos viandantes realmente excepcionales. Sin embargo, caminar es metabólicamente caro y, si nos pudiéramos a hacer la cuenta, veríamos que requiere más energía que cualquier otra actividad de la vida diaria. Parece una tontería, pero es precisamente esto lo que ha obsesionado a buena parte de los ingenieros y científicos que trabajan en el mundo del exoesqueleto.
Unos han dedicado su tiempo a usar esos mecanismos mecánicos a reducir el gasto y hacer más sencillo el proceso de caminar agregando (o reciclando) la energía de los movimientos del cuerpo. Otros, en cambio, han diseñado dispositivos capaces de "recolectar" la energía mecánica del cuerpo y convertirla en energía eléctrica utilizable. Lo que nadie había conseguido era hacer ambas cosas: un dispositivo que nos hiciera más fácil caminar y, al a vez, nos convirtiera en pequeñas plantas energéticas en movimiento. Hasta ahora.
No es el exoesqueleto que queremos, pero sí el que necesitamos
Michael Shepertycky y su equipo buscaron un enfoque distinto no reciclando energía de la fase de marcha, sino eliminando estratégicamente la energía cinética durante la fase de balanceo de la rodilla para cada ciclo de la marcha. De esta forma, se produce un ahorro efectivo en los costos del cuerpo para operar los músculos de la parte superior de la pierna (que actúan como "frenos biológicos" que controlan y ralentizan el balanceo hacia afuera).
Más tarde, esa energía cinética eliminada se convierte en energía eléctrica mediante un generador integrado. Según los resultados que publica hoy Science, este nuevo enfoque fue capaz de reducir el costo metabólico de caminar hasta en un 3.3% y recuperó 0,25 vatios por ciclo de marcha. No es mucho, es cierto, pero es un enfoque muy interesante que nos permite avanzar a un mundo en el que los exoesqueletos se vuelvan algo mucho menos futurista.
Imágenes y vídeos | Phil Coffman y Queen's University of Engineering and Applied Science
Ver 10 comentarios