En los últimos días, un informe noruego sobre las prohibiciones de los teléfonos móviles en las escuelas el país ha levantado una enorme. Y no es para menos: en un tema que divide radicalmente no solo a la población, sino a los propios expertos... el informe sostiene que el impacto de esas medidas es enorme.
El informe habla de una reducción del 60% de consultas por síntomas psicológicos, la disminución de casos de bulling y una mejora significativa en los resultados académicos de las chicas. Además, los efectos que muestra son mucho más intensos en la población de bajos recursos.
Pero ¿Cómo es posible que algo tan potente haya pasado desapercibido en otros países? ¿Qué está haciendo Noruega exactamente y cómo podemos aprender de ellos?
¿Qué está haciendo Noruega con los móviles? Esa es la primera gran pregunta y la respuesta es que el país escandinavo no está haciendo nada a nivel nacional con los teléfonos en las escuelas. Como se reconoce la autora del informe, no existen unas directrices nacionales sobre el uso de móviles en las escuelas.
Sin embargo, en contra de lo que podríamos pensar, esto lo hace más interesante (y no menos). Como es normal (y, de hecho, como ha pasado en todos los países que no tienen políticas nacionales), durante los últimos diez años las escuelas han ido desarrollando diferentes enfoques para abordar el problema. En general, estudiar ese guirigay regulatorio es un desafío e impide que tengamos datos más sólidos sobre el problema.
En ese sentido, el trabajo de Sara Abrahamsson constituye un esfuerzo muy interesante por reunir información a nivel local, sistematizarla y ponerla en relación con un buen número de indicadores. Eso sí, el informe, aunque intenta implementar algunos sistemas de control, no deja de ser un estudio correlacional que, por su alcance, se deja muchas cosas fuera.
¿Y cuales son sus conclusiones? Abrahamsson sugiere cinco grandes descubrimientos: 1) que las prohibiciones reducen en un 60% el número de consultas por síntomas psicológicos a psicólogos o médicos generales; 2) reducen la incidencia de bulling cuando la prohibición llega antes de la secundaria; 3) mejoras en los resultados académicos de las niñas y un menor absentismo; 4) el efecto es mayor en chicas de un estrato socioeconómico bajo; 5) es mejor retirar los móviles por completo que dejar que los niños los tengan (aunque sea en silencio).
En general, esos beneficios se concentran en las chicas. Abrahamsson reconoce que no ha encontrado mejoras ni en la salud mental, el rendimiento académico o el absentimos de los niños. De hecho, si nos vamos a los datos (y aunque la autora no lo subraye) parece que las prohibiciones espolean el acoso entre los niños.
Un factor de confusión. Ahí está, aunque no parezca evidente, el mayor problema del informe. Casi todas las mejoras están relacionadas con el acoso. Y si algo tiene Noruega, es un enorme problema (histórico) con el acoso escolar.
Pese a que Noruega siempre ha sido un país extremadamente sensibilizado con este problema (y buena parte de la investigación sobre el tema se originó allí en los 70), desde mediados la década de los 10 el tema se volvió insostenible y se introdujeron una serie de cambios en todo el país que consiguieron que, según la monitorización del Departamento de Educación noruego, los casos de bulling hayan caído sostenidamente entre 2016 y la pandemia.
Y el informe, pese haberse publicado ahora, analiza datos que van desde 2010 y 2018. Por eso hablo de "factor de confusión": los hallazgos son muy interesantes, pero se producen simultáneamente a otros programas y no se discute en ningún momento qué impactos han tenido las diferentes medidas. Eso limita mucho la utilidad del trabajo.
¿Entonces? ¿Qué conclusiones podemos sacar nosotros? No está de más recordar que, en este tema, la confusión es enorme. Hay estudios para todos los gustos: desde aquellos que señalan que prohibir los teléfonos es una forma barata de mejorar el desempeño de los alumnos (y mejorar su implicación) a los que dicen que el impacto es insignificante. Ese mismo trabajo sueco llega a decir que "las prohibiciones del teléfono móvil no tienen ningún impacto en el desempeño de los alumnos".
Por eso, aunque, sin lugar a dudas, el informe noruego es interesante, resulta insuficiente. Sobre todo, si queremos sacar conclusiones que aplicar en nuestro día a día. Sea como sea, no parece que se trate del gran estudio que logre zanjar el debate entre los especialistas. Desgraciadamente.
Imagen | Joe Ross
En Xataka | Hay padres en contra de prohibir el uso del móvil en los colegios. Y la ciencia les da la razón
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