Casi 40 años después del accidente, Chernóbil tiene aún mucho que enseñarnos sobre la radiación y la vida
El 26 de abril de 1986, el núcleo del reactor número cuatro de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin se sobrecalentó durante una prueba de seguridad, se descontroló, se fundió y desencadenó el accidente nuclear más grande que ha tenido lugar sobre la faz de la Tierra.
El infierno nuclear. Durante las siguientes horas, días y semanas en aquella zona del norte de Ucrania se liberaron 500 veces más material radiactivo del usado en la bomba de Hiroshima en 1945. Se trazó una "zona de exclusión" de 30 kilómetros alrededor de la central, se desplazó a 91.200 personas y más de 600.000 'liquidadores' sacrificaron a miles de animales.
La Zona se convirtió en un lugar fantasma, primero; y en el gran experimento natural sobre los efectos de la radiación en los seres vivos. Y si no, qué se lo pregunten a los gusanos.
¿Gusanos? Ahora un equipo de biólogos encabezado por Sophia Tintori, de la Universidad de Nueva York, se ha encontrado con unos gusanos microscópicos que parecen inmunes a los daños por radiación.
Los gusanos en cuestión son unos nematodos de la especie Oschieus tipulae que suelen prosperar en el fruta podrida, el hummus y otras masas orgánizas en descomposición. El equipo los recolectó en la Zona de Exclusión, los cultivaron en el laboratorio y secuenciaron el ADN de 15 de ellos.
¿Radiación? ¿Qué radiación? Lo curioso de todo esto es que, al compararlos con otros gusanos de la misma especie, no encontraron los signos típicos de la radiación en sus genes ni de los típicos "reordenamientos cromosómicos a gran escala" que se deberían de encontrar. De hecho, cuando expusieron a los gusanos (a los de Chernóbil y al resto) a nueva radiación, descubrieron que los ucranianos no eran especialmente más tolerantes que el resto.
Toda la radiación de la planta nuclear había pasado por ellos sin dejar ningún tipo de huella.
¿Esto significa que Chernóbil es seguro? Según Tintori, es pronto para sacar esa conclusión. Primero porque es difícil saber "exactamente qué nivel de exposición recibieron cada gusano y sus ancestros durante las últimas cuatro décadas". Y segundo, porque en todo caso, lo que confirma es que "los nematodos son animales realmente resistentes y pueden soportar condiciones extremas".
Vaya sí lo son y, por eso mismo, tienen mucho que enseñarnos.
Imagen | Sofia Tintori
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 3 Comentarios