He perdido la cuenta de las veces que James Bond ha salvado al Mundo de una muerte segura. Sin contar las novelas de Ian Fleming, desde el año 1962 (que fue cuando se estrenó la primera de las 25 películas de la serie), el agente 007 no ha parado de enfrentarse a villanos de todo tipo y pelaje para que pudiéramos domir tranquilos por la noche. Ha sido, en términos generales, un detalle por su parte.
Y por eso mismo es llamativo que nadie se haya fijado hasta ahora en la suerte que ha tenido el tipo. Sanitariamente hablando, digo. Wouter Graumans, William JR Stone y Teun Bousema (de la Universidad de Radboud y la London School of Hygiene & Tropical Medicine) han analizado con detalle todos y cada uno de los 86 viajes internacionales que ha realizado Bond en estos años y los resultados horrorizarían a cualquier experto sanitario.
Eso sí, los investigadores no se engañan (ni nos llevan a engaño tampoco a nosotros): "El escrutinio de estas misiones implicó aproximadamente 3113 minutos por autor que fácilmente podrían haberse dedicado a problemas sociales más urgentes". Sin embargo, no es tan frívolo como puede parecer. Al fin y al cabo, "James Bond es un ejemplo de desprecio imprudente por la salud", pero puede servir como "una herramienta útil para llamar la atención sobre el importante problema del riesgo de enfermedades infecciosas mientras se trabaja y viaja".
De hecho, una de las cosas que nos ha enseñado la pandemia es que la forma en que, como sociedad, entendemos la salud y la enfermedad es muy importante. ¿Qué mejor que la ficción para analizar esa imagen sociocultural? Y, ya de paso, para indagar sobre cómo afecta a nuestro comportmaiento.
Cómo no salvar el mundo
Aquí te pillo, aquí te mato Para sorpresa de nadie el análisis muestra que Bond lleva 60 años teniendo una "actividad sexual muy superior al promedio". Pero quizás lo más interesante es que la mortalidad de sus parejas sexuales ha sido notablemente alta y se sitúa en torno al 27%. Una barbaridad si tenemos en cuenta que se encontraron 59 relaciones de índole sexual en los largometrajes (2,4 de media).
De todas ellas, solo en tres ocasiones (un 5,1%) hubo evidencias de una relación a más largo plazo: lo habitual fueron lo que en jerga técnica se denominan relaciones "aquí te pillo y aquí te mato". Algo que, a menudo, dificulta el intercambio de antecedentes sexuales y es, a todas luces, un actividad de riesgo a nivel sanitario.
Aunque, claro, en esto Bond tampoco está solo. Al contrario, 007 "pertenece claramente al 20-34% de los viajeros internacionales que practican sexo casual". De ellos, según los datos de 2019, la mitad no hacía uso de los preservativos (algo que Bond también hizo, al menos, en una ocasión).
El intestino de oro: Seamos claros, la diarrea es la causa más común de enfermedad asociada a los viajes; por ello mismo (y teniendo en cuenta lo poco apropiado de tener un brote en pleno plan para salvar el mundo), los investigadores esperarían que el agente del MI6 tomara precauciones. Pero tampoco. Solo se le ve lavarse las manos en dos ocasiones y una de ellas fue tras matar a un enemigo en un "baño de barro".
A veces este descuido puede estar justificado (no olvidemos que hablamos de un agente a punto de morir en numerosas ocasiones), pero en muchas otras ocasiones es simple temeridad. Esto se ve claramente en el tema de la seguridad alimetaria: "regularmente come frutas sin lavar" y come ostras crudas en repetidas ocasiones sin tener garantía de que se ha guardado correctamente la cadena de frío.
Pandemias a mi Otra cosa que tampoco va con Bond son las mascarillas. En 1967, por ejemplo, viaja a Japón en plena epidemia de gripe aviar y, durante todo el viaje, se la pasa rompiendo las normas más básicas de distancia social. No solo se mete en transportes públicos y entre masas de gente sin protección, sino que llega a usar una mascarilla de otra persona para pasar desapercibido. Algunas películas sí muestran al agente usando apropiadamente determinadas protecciones, pero en general su comportamiento a día de hoy parece algo marciano.
Enfermedades transmitidas animales y otros bichos "A pesar de la transmisión continua de la malaria, el dengue y el chikungunya en varios de los destinos de Bond [...] no toma ni siquiera las precauciones más básicas contra las picaduras de insectos y, a veces, se engaña. por la sabiduría local". Pero es que en Japón (en pleno brote de "encefalitis japonesa"), Bond ignora explícitamente el zumbido de un mosquito y duerme con las ventanas abiertas.
En Turquía, Bond viaja con ratas sin tomar ningún tipo de precaución; en la India es atacado por una sanguijuela y en el Caribe se expone repetidamente a varias enfermedades endémicas. Incluída, por supuesto, la mordedura de una serpiente. Los investigadores ven tan grave todo esto que llegan a exponer una idea bastante rocambolesca: la temeridad manifiesta del agente Bond hace pensar que pudiera tener toxoplasmosis (una enfermedad que en ratones se ha visto asociada a la bajada de la sensación de riesgo). No está confirmado, pero tampoco se puede descartar.
No necesitas un médico del trabajo, necesitas un sindicato
"En general, encontramos a Bond mal preparado para los riesgos de salud asociados con los viajes y particularmente ingenuo ante la amenaza de enfermedades infecciosas", dicen los investigadores. Sobre todo porque "a pesar de la mayor disponibilidad de consejos de viaje en internet, el riesgo de Bond de contraer enfermedades infecciosas, lamentablemente, no ha disminutido en misiones recientes". Alguien debería hacer algo, concluyen.
Y es que "dado el papel central que tienen los agentes con el estatus de doble 0 en las actividades internacionales de lucha contra el terrorismo, esperamos sinceramente que el MI6 se tome en serio su responsabilidad". Nos va la vida en ello. Más o menos.
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